Laura Lewin considera que «no hay una receta mágica» para responder a esta pregunta. Va a depender de la familia, de su situación financiera y, sobre todo, de qué es lo que queremos enseñar con esa aportación económica. Lo que no debemos hacer, en su opinión, es vincular el dinero con lo académico, es decir, utilizarlo como incentivo para que nuestros hijos estudien o como recompensa por hacer sus tareas escolares. «Autogestionar su propio aprendizaje es demasiado importante como para asociarlo a una cuestión económica», asegura Lewin.