
Te contamos de qué se trata esta obsesión con el trabajo y cómo influye en la vida de quien lo atraviesa, pero sin perder la esperanza: siempre hay vuelta atrás. O mejor dicho, hacia adelante.
¿Qué significa workaholic?
Quizás alguna vez hayas escuchado hablar de este término: el concepto de “workaholic” hace referencia a una persona que evidencia una suerte de “adicción” u obsesión con el trabajo, dedicando a este una excesiva porción de su vida desde todo ángulo, desde lo temporal, energético, psicológico, emocional, incluso comprometiendo su propio bienestar.
Las personas obsesionadas con el trabajo suelen presentarse como extremadamente perfeccionistas y autoexigentes, sintiendo incluso que no han logrado “lo suficiente” incluso cuando trabajan por muchas horas y alcanzan objetivos.
Es fácil caer en la asociación de este término con mucha gente que de hecho conocemos y nos rodea, pero la verdad es que no se trata solo de alguien que trabaja muy duro o se esfuerza mucho, sino de algo un tanto más profundo, que tiene que ver con rozar ciertos tipos de límites no saludables para la persona.
Se trata más bien de alguien que siente una imperiosa necesidad de trabajar de forma constante, que invierte la mayoría de su tiempo en su trabajo o pensando en su trabajo, incluso fuera de él.
Implicaciones en la salud y en la socialización
Por supuesto que esta obsesión posee muchísimas implicaciones, como la falta de desconexión de las responsabilidades laborales, un estrés constante por el trabajo o por no estar trabajando, y una falta de disfrute de la vida fuera del ámbito laboral.
Aparte de lo recién mencionado, las implicaciones en la salud y en la socialización también pueden llegar a ser enormes. No sería raro que un workaholic presente dificultades para mantener relaciones sociales sanas o mantener vínculos significativos en el tiempo.
Todo se ve atravesado por el trabajo, con lo cual darle tiempo a las relaciones interpersonales no suele estar dentro de las prioridades de las personas que lidian con esta obsesión. Incluso, suele costarles trabajar en equipo por miedo a delegar tareas en alguien que no las cumpla a la altura de sus estándares. Confiar en un otro cuando de trabajo se trata, se vuelve todo un desafío.
No es fácil mantener nuestros vínculos si no les dedicamos tiempo, presencia, atención, y todo lo que necesitan para crecer y desarrollarse en el tiempo. De hecho es común que estas personas se pierdan de muchos eventos sociales especiales, propios de la cultura o de las relaciones, haciendo que se dificulte aún más la socialización en el tiempo.
En cuanto a lo que a la salud respecta, ya hemos mencionado un estrés constante tanto por estar como por no estar en el trabajo pero estar pensando en ello. Ese estrés puede traducirse en ansiedad, depresión, fuerte fatiga, dolores en el cuerpo o de cabeza, con los cuales tanto la salud física como la salud mental pueden verse comprometidas.
¿Cómo abordar esta obsesión?
Por supuesto y como siempre, cabe aclarar que porque a alguien le cueste trabajar en conjunto no significa que automáticamente sea un workaholic. Tampoco aplica para alguien que tiene problemas para delegar o que es exigente con su nivel de trabajo.
Como ya se dijo, se trata de una obsesión, de algo que va más profundo y que implica el compromiso de uno mismo en pos de ponderar lo laboral por sobre cualquier otro aspecto de la vida, llegando a límites peligrosos para la salud de la persona y restando calidad de vida.
Hay algo más que saber: no es para nada imposible desandar este camino. Es importante, como con toda cuestión en esta vida, identificar que uno tiene una dificultad y que necesita ayuda. Eso como primer paso, digamos.
Si bien uno puede autogestionar nuevas rutinas que “ordenen” la obsesión, es probable que la persona requiera de ayuda profesional para indagar en la raíz del problema y poder profundizar sobre el tema para poder atenderlo como se merece.
Se puede intentar establecer límites claros respecto al trabajo y a la vida personal, aprender a delegar y ser intencional respecto a la cantidad de tiempo libre que uno necesita en su día. Pero si estas nuevas rutinas terminan doliendo mentalmente y contribuyendo a la obsesión de la persona, no terminan de surtir su efecto.
Si el workaholic se obliga a sí mismo a cumplir con estos límites pero no logra desconectarse de su trabajo, cabe considerar ayuda profesional para re aprender a abordar el tema y a encauzar el proceso de incorporar nuevas rutinas.
El trabajo es sano para todos, pero dentro de un sano equilibrio.
Ser workaholic no define a nadie, simplemente se trata de una dificultad contra la que vale la pena luchar en pos de aumentar la calidad de vida y el bienestar personal.