El bullying es el acoso físico o psicológico al que someten a un alumno de forma continuada sus compañeros de clase y, aunque es más común en niños un poco mayores, es posible que en edades tempranas también existan casos, difíciles de identificar porque se piensa que son solo “peleas entre niños”.
Cada vez hay más casos de acoso en niños de 4 o 5 años
El bullying en niños menores de 6 años se conoce como acoso preescolar e implica acoso físico (empujones, patadas o agresiones), verbal (insultos, motes), y/o psicológico (menosprecio, aislamiento, miedo). Uno o más compañeros se comportan de manera cruel con su “víctima” con la única intención de hacerle daño y sentirse superiores.
En niños menores de 4 años no se da acoso como tal ya que los niños de menos de esa edad no tienen empatía, por lo que sus peleas no buscan hacer sufrir y, generalmente, no se dan cuenta de lo que hacen. Pero a partir de los 4 años sí son capaces de ser conscientes del daño que hacen y muestran intencionalidad en sus actos.
La causa del bullying en niños pequeños suele ser imitar comportamientos violentos que los niños ven en casa, llamar la atención o, simplemente, sentirse mejor al hacer daño a otros.
El problema es que es complicado detectar el bullying en niños tan pequeños ya que es habitual que los niños de esta edad se peleen ya que no saben controlar sus emociones ni gestionar sus problemas de otra forma, y suelen recurrir a los empujones o los insultos. Por eso, si nuestro hijo nos cuenta que un niño está todos los días molestándole, habrá que observar si es un comportamiento inofensivo entre niños o es acoso. Para ello, es bueno hablar con los profesores y cuidadores para que, entre todos, se pueda valorar adecuadamente la situación.
Algunas señales que nos pueden hacer sospechar que nuestro hijo de 4 o 5 años sufre bullying son:
– De pronto, no quiere ir al colegio, se pone nervioso los domingos e incluso le da dolor de estómago o de cabeza.
– No quiere jugar con niños con los que antes jugaba.
– Se muestra irritable y miedoso.
– Tiene baja autoestima, se muestra introvertido e incluso deprimido.
– Aparece en casa con heridas, pero no quiere explicar cómo se las hizo.
¿Qué debemos hacer?
1. Habla con tu hijo y escúchale atentamente para poder detectar cualquier problema en clase. Si ves que es algo que se repite y que afecta a tu hijo, no lo dudes y habla cuanto antes con su profesor para buscar una solución al conflicto ya que el acoso, a largo plazo, puede causar muchas secuelas psicológicas al niño y minar su autoestima para siempre.
2. No minimices la situación. Muchas veces tendemos a pensar que las peleas son solo cosa de niños y que ya pasará, pero no siempre es solo eso. No dejes pasar ningún problema de tu hijo.
3. Enséñale a tu hijo, sufra acoso o no, a defenderse en una situación así. Dile que cuando otro niño le moleste, le pegue, le insulte o le haga cualquier cosa que le haga sentir mal debe decírselo al profesor y a vosotros para que podáis ayudarle a resolver el conflicto. Además, debe intentar mostrarse fuerte y no permitir que el otro se aproveche de él. Si no asume el papel de víctima, es más complicado que llegue a serlo.
4. Si se detecta una situación de bullying, lo primero es intentar resolverlo internamente hablando con el profesor y los padres del acosador. Si no se soluciona nada, habrá que acudir al director o incluso poner una denuncia. Lo que no se debe hacer nunca es quedarse de brazos cruzados.
5. Pide que en el colegio de tu hijo se establezca algún protocolo anti-acoso y se enseñe a los niños a respetar a los demás y no consentir nunca un caso de acoso. Si ningún niño lo permite, el acosador no tendrá nada que hacer.