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Ellos, ellas y ‘elles’: la importancia del lenguaje inclusivo

Una reflexión sobre el lenguaje, los pronombres, géneros, orientación sexual y diversidad

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No existen solo dos géneros. Te contamos sobre la importancia del lenguaje inclusivo y hablamos de cómo usar la forma en la que hablamos a favor de la inclusión.

Somos seres sociales que se interrelacionan de muchas maneras y una de ellas es a través del lenguaje

No todos empleamos el lenguaje de igual manera. Para muchos, el lenguaje no es algo en lo que tener mucho reparo, mientras que a muchos otros les resulta esencial para su vida personal y cotidiana. Diversas profesiones u oficios requieren fundamentalmente de su uso, otras no tanto. Existen también diferentes estilos de personas y formas de comunicación.

Pero una cosa es clara e igual para todos: somos seres sociales que se interrelacionan de muchas maneras, una de ellas es a través del lenguaje. El lenguaje constituye una parte estructural de nuestra cultura, sociedad y humanidad. Es por esto que más allá de la mirada particular que cada uno de nosotros pueda formar en torno a él, su importancia es innegable.

Si bien el lenguaje se maneja en torno a reglas gramaticales, semánticas y lingüísticas, también es muy flexible: se adapta a nosotros de continuo. Expresiones nuevas que resuenan con los distintos momentos que atraviesa nuestra sociedad surgen continuamente: expresiones que identifican grupos de personas, líneas de pensamiento, que se usan en asunto específico de nicho, que siguen modas por un rato o que aparecen para quedarse. Como sea la famosa jerga ha ido tomando “nuestra” forma en distintos momentos de la historia.

¿Qué ocurre con el lenguaje inclusivo?

El lenguaje de inclusión posee tanto muchos propulsores como fuertes detractores. Muchos lo fomentan, y muchos otros defienden a capa y espada las reglas del lenguaje más tradicional.

Ante esta realidad tan dispar y mirando un poco más allá de las opiniones individuales, cabe la pregunta: ¿por qué es importante el lenguaje inclusivo? Te contamos las razones por las cuales resulta algo de vital importancia y cómo podemos colaborar a la inclusión social, desde el uso del lenguaje.

El lenguaje inclusivo no es una moda ni un capricho. Se trata de una forma de identificación. Quizás resulta de lo más casual para la mayoría de nosotros recurrir a la distinción verbal entre masculino y femenino: él, ella, ellos, ellas. Pero sabemos que muchas personas no se identifican con ninguno de estos dos géneros. El género no binario, por ejemplo, representa a personas que no se sienten hombres o mujeres exclusivamente. Pueden identificarse con ninguno, con un poco de alguno, con mucho de otro o con ambos géneros.

La importancia del lenguaje inclusivo

La importancia del lenguaje inclusivo tiene que ver, por empezar, con reconocer existencias: lo que nombramos, existe. Usar los pronombres correspondientes es proveer aceptación y visibilización a la existencia de otras identificaciones que se salen de los modelos masculinos y femeninos por excelencia. No se trata de modificar la estructura troncal de nuestro lenguaje madre, sino de incluir a todos los que conformamos la sociedad en la que habitamos y yendo un poco más lejos, la humanidad de la cual formamos parte.

Muchas personas quizás no comparten esta realidad, eligen no intentar comprenderla o no les parece importante. Pero la realidad es que todos estamos rodeados de personas a las que esto sí les resulta fundamental: personas cuya identificación contempla estas aristas, que luchan con la forma en la que otros se refieren a ellos, ellas y elles. Es por eso que quizás se pueden dejar un poco de lado las opiniones personales en pos de incluir, de reconocer. Nadie dice que tengas que modificar tus opiniones formadas, todos tenemos derecho a tenerlas. Pero quizás podemos por lo menos empezar a conversar, a repensar, replantearnos el cómo tratamos a otro, y que tan esencial resulta esto para los demás.

¿Cómo podemos hacer uso del lenguaje de forma inclusiva?

  • No presupongamos. Muchas veces juzgamos a los demás por su apariencia física y los etiquetamos rápidamente en las casillas “hombre” o “mujer” de acuerdo a como van vestidos o como hablan. Es lógico que ocurra, pero tratemos de no sacar conclusiones apresuradas. No porque una persona se vista “femeninamente” se identifica necesariamente con el género femenino.
  • Preguntar. Parece obvio, pero nunca está de más y muchas veces no lo hacemos. Preguntarle a otra persona de forma respetuosa y ubicada con qué pronombre se identifica para referirnos correctamente a ella cuando hablamos resulta un primer paso de vital importancia.
  • Estemos atentos al colectivo de personas al que nos referimos cuando hablamos, y cómo nos estamos refiriendo a este mismo. Cuando hablamos a muchas personas a la vez quizás no conocemos el modo de identificación de cada una, por lo cual hacer uso del lenguaje inclusivo en esas situaciones resulta clave.
  • Informémonos sobre lo que no sabemos. Investiguemos sobre los pronombres inclusivos, las formas de emplearlo correctamente, la lucha de la comunidad no binaria por ser identificades a lo largo de la historia, las necesidades de personas puntuales que se encuentran a nuestro alrededor respecto a este tema. No existen solo dos géneros.
  • No olvidemos que el lenguaje puede servir para incluir y amar, pero también puede destruir y segregar.