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La importancia de estar

El ritmo de vida que llevamos nos impide dedicarle tiempo a las personas que más nos necesitan

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No es fácil hacer compatible la vida laboral con la familiar ni, mucho menos, sacar todo el tiempo que nos podría gustar para estar con los niños, pero es importante tratar de hacerlo porque para educar es necesario estar. Y tú ¿cuánto tiempo estás con tus hijos?

Estar es compartir momentos sin necesidad de hacer nada

Generalmente el tiempo que pasamos con los hijos está destinado básicamente a cubrir sus necesidades básicas y cotidianas, y a hacer que adquieran buenos hábitos y rutinas, descuidando en ocasiones otros aspectos igualmente relevantes. Para cubrir nuestro sentimiento de culpabilidad intentamos, por todos los medios, hacer planes con ellos, jugar… de tal modo que puedan sentir que les hacemos caso y que estamos para ellos.

Sin embargo, se nos olvida que no siempre que estamos con ellos tenemos que estar haciendo cosas, ni tampoco es necesario exprimir el tiempo al máximo. Muchas veces no necesitan tanto, simplemente necesitan ESTAR. Necesitan sentir que estamos ahí para cuando nos necesiten, que pueden acudir a nosotros para contarnos algo importante o simplemente para enseñarnos el dibujo tan bonito que han hecho.

Nuestra presencia les da seguridad, cercanía, confianza… Esto implica que debemos tratar de sacar tiempo simplemente para estar. Además de todo lo que nuestra presencia puede aportarles, para nosotros es también realmente gratificante. Es un modo de educar más calmado y sereno. Estar con ellos nos hará sentir bien, nos hará pensar que es ahí donde tenemos que estar, que merece la pena dejar otras cosas por pasar tiempo con ellos, que ése es nuestro sitio… Del mismo modo, mitigará nuestros sentimientos de culpa por no poder estar todo lo que nos gustaría, pero, sobre todo, nos dará mucha información para poder conocerles mejor, saber cuáles son sus miedos, preocupaciones, alegrías… Conocer su vida con más detalle y así entenderles mejor de cara a exigirles lo que debemos y darles lo que necesitan.

Nuestro momento no tiene por qué ser su momento

Cuando apenas contamos con tiempo suficiente para estar con ellos pretendemos en ese tiempo hacer todo, que aprendan a ser responsables, dejen ordenado su cuarto, se bañen sin protestar, cenen lo que toca, se duerman pronto… y, además, que nos cuenten cómo han pasado el día, cómo están, cómo se sienten… Ese es el tiempo que nosotros tenemos y queremos que lo hagan en ese momento. Pero puede ser que nuestro momento no sea su momento. Puede que estén cansados y no tengan ganas de hablar, o que necesiten jugar con sus hermanos justo cuando les preguntamos, o simplemente, que quieran disfrutar de nosotros, de estar juntos y nada más… Cuanto más tiempo estemos con ellos más oportunidades les daremos de poder contarnos y hacer de nuestro momento su momento.

Esta es una de las principales diferencias existentes entre la educación familiar de hace unos años a la de ahora. Hemos evolucionado mucho a nivel social, pedagógico, de desarrollo de conocimientos… pero en esto las generaciones anteriores nos superaban. En este sentido, debemos aprender de nuestros antecesores educadores… Probablemente, contaban con muchos menos recursos de los que contamos nosotros ahora pero simplemente estando con sus hijos lograban ser muy buenos educadores y, por tanto, muy buenos padres.

Y tú ¿cuánto tiempo estás con tus hijos?