Hay cuestiones de los estudiantes con las que se lucha desde siempre: aquella incertidumbre previa a la elección de una carrera, la presión cultural, la necesidad de trabajar y estudiar al mismo tiempo, el choque entre la pasión y el resultado «más rentable».
Los jóvenes estudiantes actuales se encuentran atravesados por ese síndrome tan de este momento, llamado inmediatez
Podríamos decir que estas luchas son parte del camino estudiantil de cualquier alumno que se encuentra en proceso de finalizar sus estudios secundarios o de empezar a cursar sus estudios universitarios/terciarios. Son luchas naturalizadas incluso.
Pero, además de estas, existen luchas del hoy, que impactan la vida de los estudiantes actuales de manera diferente a las luchas que quizás atravesaban los estudiantes de otras generaciones.
La era de la inmediatez
Los jóvenes estudiantes actuales se encuentran atravesados por ese síndrome tan de este momento, llamado inmediatez. Tiene que ver con muchos factores formativos, presentes en generaciones que nacieron de la mano de la tecnología accesible y a la mano.
Ese “clic” de distancia al que están tan acostumbrados puede ser beneficioso como recurso. Sin embargo, también puede llegar a ser perjudicial a la hora de cursar estudios o carreras que incluyen a los procesos como base de cualquier estructuración. La paciencia, el sentido de proceso, el largoplacismo, el estudio en el tiempo son cuestiones que se suelen dificultar para los estudiantes actuales, que suelen presentar baja tolerancia ante la larga duración de las etapas estudiantiles.
Estudiantes informados
El libre acceso a la información hoy en día resulta de mucho beneficio para el estudiante. Ya no es necesario internarse en una biblioteca, sacar libros, fotocopiar o comprar literatura aplicada si no se desea así. Pero este factor, como dicho previamente, también puede significar una sobredosis de información que no siempre resulta de bien.
Tanta información mezclada hace que se dificulte muchas veces discernir entre fuentes fidedignas o falsas. O que se tome como cierta información incompleta o sospechosa, y que el aporte docente sea cuestionado en comparación a la búsqueda personal de conocimiento. No es nada malo que se cuestione a un docente, por el contrario, puede resultar rico y dinámico. Pero si complica las cosas cuando se confronta desde una información de fuentes poco confiables o que recaen en opiniones personales de los escritores.
Relación estudiante-docente
La relación estudiante-docente también han cambiado mucho y, a mi criterio, en su mayoría han cambiado para bien. Pero un factor que puede afectar el progreso y desarrollo estudiantil tiene que ver con cierto código entre personas que hoy por hoy rige muchas relaciones. Un código que puede tener grandes riquezas, pero que, administrado sin tanto criterio, puede ser perjudicial para el aprendizaje.
Tiene que ver con el criterio propio y el cuestionamiento ajeno. Está perfecto y de hecho es un derecho del estudiante, el poder expresar disconformidad frente a la manera en que recibe el conocimiento, en que se gestiona el estudio en el lugar en el que cursa. Sin embargo, este factor suele exacerbarse y salirse muchas veces del marco del respeto a otros. Incluso, manejándose de formas poco amenas, rudas, públicas y a modo de queja desmedida, lo cual puede afectar las experiencias de aprendizaje.
Muchas carreras presentan desafíos económicos, eso ha sido así hoy y siempre. Lo bueno es que, muchas carreras se han ido “haciendo públicas” y accesibles para toda persona, pero lo no tan bueno es que carreras específicas a ciertos rubros no son accesibles de forma gratuita. Esto hace que rubros enteros queden fuera de las posibilidades de muchos estudiantes por el solo hecho de estar privatizados.
Internet y la digitalización
La digitalización fue un acierto para muchos y una maldición para muchos otros. Si bien acorta distancias y permite el estudio a un nuevo abanico de alumnos, la continuidad de la virtualidad afecta el progreso educativo de muchas personas, bajando la vara respecto a lo que suelen ser las clases y evaluaciones presenciales, y naturalizando un estilo que puede ser demasiado distinto a lo que se precisa luego en la práctica profesional. Si bien tiene muchísimos puntos a favor y, bien gestionada, tiene todos los puntos a favor, de hecho, una gestión pobre de la virtualidad puede resultar una lucha para muchos.
La pandemia dejó mil cosas, pero una de ellas fueron los dos años de impacto educativo para todos los estudiantes, al margen del nivel. Retomar la educación presencial luego de la pandemia no solo resulta un desafío, sino una imposibilidad para muchos alumnos. Ya sea para adolescentes en la escuela, que pasaron el grueso de su educación secundaria recluidos o para universitarios que cursaron parte de su carrera virtualmente. La pandemia, aunque finalizada, sigue dejando cierta lucha consigo, que aún queda superar.