¿Qué impactos están teniendo las pantallas en los niños?

Un exceso que cuesta caro

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Parece algo inocuo a primera vista. Puede incluso resultarnos hasta “práctico” en nuestro día a día. Pero el precio a pagar por el exceso exposición a pantallas por parte de nuestros hijos no es un precio nada barato, y te contamos porque.

Los dispositivos con pantallas como los televisores, computadoras, tabletas y teléfonos, tienen una serie de impactos en los niños que pueden variar dependiendo de factores como la cantidad de tiempo que pasan frente a ellas, la edad misma de los niños, el contenido que consumen y la interacción social que mantienen mientras las usan, entre otras cosas. Por supuesto, puede tratarse de  impactos positivos o negativos para la vida de nuestros niños. O de ambos. Por esta razón es que resulta muy importante poder estar informados sobre estas implicaciones, como padres, madres, cuidadores y docentes. Porque: “mejor prevenir que curar”. Y la realidad es que, para prevenir es necesario conocer los impactos negativos que se han observado cuando de exceso de pantallas se trata. Algunos de ellos son: 

 

  • Impacto mental: Pasar demasiado tiempo frente a las pantallas puede contribuir a problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión y la baja autoestima, especialmente si los niños están expuestos a contenido inapropiado, por ejemplo. A su vez, este mismo exceso puede interferir con el desarrollo cognitivo de los niños, afectando su capacidad para concentrarse, resolver problemas y regular sus emociones. Los niños que consumen mucho tiempo de pantalla suelen presentar síntomas como irritabilidad, dependencia a la gratificación instantánea, baja tolerancia a la frustración y al aburrimiento, e incluso impactos en la imaginación y capacidad creativa (dependiendo de los diversos factores de consumo).

 

  • Dificultad atencional: La exposición prolongada a la estimulación visual rápida y constante de las pantallas puede dificultar que los niños mantengan la atención en detalles o en tareas que requieren concentración, como leer un libro, hacer la tarea o incluso en ciertos tipos de juegos o interacciones. Al recibir estimulación constante de parte de las pantallas, los niños pueden tener dificultades concentrándose en otras cosas que no tengan el mismo tipo o nivel de estímulo. A su vez, también puede ocurrir que queden sobreestimulados por el contenido, reduciendo sus capacidades atencionales. Además de todo esto, la naturaleza cambiante del estímulo de las pantallas puede hacer que luego cueste trabajo sostener la atención por tiempos adecuados a la edad.

 

  • Cuerpo en problemas: El uso excesivo de pantallas puede llevar a problemas de salud física, como fatiga ocular, dolores de cabeza, problemas posturales y trastornos del sueño. La exposición a la luz azul emitida por las pantallas electrónicas antes de dormir puede interferir con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, lo que resulta en dificultades para conciliar el sueño y obtener un descanso adecuado. Por otro lado, el tiempo dedicado a actividades sedentarias frente a las pantallas puede contribuir al riesgo de obesidad en los niños si no se compensa con suficiente actividad física.

 

  • Inhabilidad social: Mucha pantalla puede reducir el tiempo que los niños pasan interactuando en persona con sus cuidadores, familiares y pares, lo que puede afectar negativamente su capacidad para desarrollar habilidades sociales y emocionales importantes, como la empatía y la resolución de conflictos. Estas limitaciones de interacción interpersonal pueden, a su vez, derivar en problemas comportamentales, manifestados generalmente en la convivencia e intercambio con un otro.

 

Problemas educativos, complicaciones en el desarrollo del lenguaje y la comunicación, e incluso adicción, son otros de los perjuicios que las pantallas en demasía pueden traer a la vida de nuestros hijos, solo por nombrar algunos más. La idea no es asustarnos, pero sí tomar conciencia: Es mucho más importante de lo que parece que los cuidadores establezcamos límites saludables para el tiempo de pantalla, supervisemos el contenido al que tienen acceso los niños, fomentemos otro tipo de actividades que promuevan el desarrollo físico, mental y social, y hagamos un uso responsable de las pantallas como familia.

Heliana Moriya

Docente de música de niveles inicial, primario y secundario

Psicopedagogía