Desde hace unos años se ha puesto muy de moda en los países occidentales la meditación por sus grandes beneficios para nuestra salud física y mental. Pero la práctica de esta técnica no solo es buena para los adultos, también para los niños. Descubre sus beneficios y cómo puedes enseñarles a meditar.
La meditación reduce el estrés, mejora el rendimiento escolar e incrementa la felicidad
La meditación es una práctica mental a través del cual se potencia la atención y la consciencia en el presente, además de la calma y el propio conocimiento. Meditar es muy beneficioso para todo el mundo, por eso cada vez más familias se interesan por esta técnica, que se puede enseñar desde los 4 años, aunque siempre adaptándola a la edad del pequeño.
Entre los muchos beneficios de la meditación para los niños y adolescentes encontramos:
1- Reduce el estrés y la ansiedad.
2- Mejora el rendimiento escolar al ayudarnos a concentrarnos mejor.
3- Controla la hiperactividad y la impulsividad.
4- Aumenta la felicidad.
5- Ayuda a conocer y controlar las emociones.
6- Mejora la autoestima y el conocimiento propio.
7- Favorece el sueño.
8- Aumenta la empatía y mejora las relaciones sociales.
9- Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.
10- Reduce la violencia y la agresividad y aumenta la tolerancia a las frustraciones.
¿Cómo enseñar a meditar a mi hijo?
Si sabes meditar, puedes enseñarle tus conocimientos y técnicas a tu hijo desde los 4 o los 5 años, pero si nunca has meditado, lo mejor es que acudáis juntos a algún curso de meditación impartido por expertos para aprender las bases y luego ya poder practicar en casa de manera adecuada. También existen muchos libros sobre el tema, aunque alguna clase práctica nunca viene mal.
- Empieza por explicar a tu hijo en qué consiste la meditación y cuáles son sus beneficios. Tienes que motivarle para que quiera practicarlo, nunca se puede obligar a alguien a meditar. Una buena manera de conseguir que el entre el gusanillo es meditando tú en casa, ya que los niños suelen imitar lo que ven y hacen sus padres.
- La respiración es clave para conseguir meditar, por lo que puedes empezar practicando ejercicios sencillos de respiración como sentarse con las manos sobre la tripa, en silencio, observando cómo sube y baja la tripa. Esto ayuda a centrarse en el momento presente y concentrarse. Para ayudarle, puedes pedirle que se tumbe boca arriba y colocar encima de su tripa un juguete para que sienta cómo sube y baja.
- Busca un momento adecuado en el que el niño esté tranquilo, no tengáis prisas ni haya nada que hacer. Debéis poder dedicar al menos 30 minutos a la meditación, sobre todo al principio.
- El lugar también es importante, debéis estar en silencio, tranquilos y en un sitio cómodo. Una buena opción es poner música de fondo de relajación.
- Sé paciente y flexible, ya que habrá días que lo haga encantado, y otros que le cueste más concentrarse y meditar.
- No tengas unas expectativas muy altas, sobre todo al principio. Con que consigáis meditar 10 minutos, es más que suficiente.
- Podéis meditar tanto sentados con las piernas cruzadas, en la postura del loto, como tumbados. Cerrad los ojos y pídele que imagine cosas sencillas al inhalar y exhalar o que piense en cosas que le gusta y le calman, como burbujas de jabón, colores, flores, etc. Primero en cosas sencillas, a medida que avance en la meditación, los pensamientos pueden ser más elaborados, como una playa desierta, un cielo lleno de nubes, etc.
- Al terminar, pregúntale cómo ha ido la experiencia, qué ha sentido… y escúchale con atención.