Muchas veces las familias caemos en el error de querer que los niños se porten bien en todo momento y para ello, programamos cada minuto de su vida y dirigimos todo lo que hacen, de tal modo, que estén entretenidos. Pero esto genera la dificultad de que no aprenden, por si mismos, a entretenerse y saber disfrutar del ocio y tiempo libre.
No es necesario tener muchos juguetes, ni estupendos juegos para que los niños disfruten
¿Cómo podemos enseñarles a disfrutar del tiempo libre?
- Dejándoles un tiempo solos: desde que son pequeños, hay que enseñarles a pasar tiempos pequeños sin que nadie les dirija ni les digan lo que tienen que hacer. Al principio, les cuesta llevarlo acabo porque el niño tiene una gran tendencia a querer estar acompañado, necesitan atención. Pero es bueno darle la oportunidad de que puedan estar solos, en pequeños periodos de tiempo. Este tiempo solos podrá estar combinado de momentos juntos en familia en los que todos disfrutemos del tiempo libre. De este modo, aprenderán a disfrutar de su tiempo y podrán coger ideas. La combinación de tiempo en familia y tiempo solos permitirá dar autonomía a los niños y, a la vez, a aprender y disfrutar de la familia.
- Tiempo para jugar: es muy bueno que los niños jueguen y disfruten del juego pero para ello, debemos enseñarles a jugar. Además, el juego es una estupenda herramienta para conocer a los hijos y educarles. Por medio del juego, podemos observarles y ver cómo reaccionan y actúan ante cada uno de los personajes que tratan de representar.
Les encanta ser papá, mamá, su profesor…, es decir, sus modelos y figuras de referencia. Si vemos cómo se comportan podremos saber cómo nos comportamos nosotros. Son unos excelentes imitadores y, por tanto, el juego es un estupendo espejo en el que nos podemos ver reflejados a nosotros mismos.
Nos puede servir también para conocer cómo son sus relaciones sociales. Qué papel ocupan en el grupo de iguales, posibles líderes o no, integrados en el grupo, retraídos, pasan desapercibidos… Así como, el papel que ocupan el resto de sus amigos y sus diferentes personalidades. No sólo conoceremos su grupo si no también la importancia que este o sus miembros tiene para nuestro hijo. El juego nos puede trasladar al colegio y el aula, conocer más al profesor, las rutinas del aula, los compañeros de clase, actividades y asignaturas preferidas… Podemos descubrir sus intereses, gustos y preferencias. Así como sus miedos y preocupaciones.
También es una muy buena oportunidad para conocerse así mismos. Podrán conocer qué cosas les gustan, qué se les da mejor o cuáles son sus limitaciones o debilidades. Por otro lado, el juego puede fomentar de modo muy espontaneo y natural la creatividad de los hijos. Es el momento en que el niño saca todo lo que le gustaría llegar a ser, representa al héroe que admira, inventa objetos que no existen pero que sería estupendo que existiera…
Existen muchos tipos de juegos: dirigidos, pautados, con normas establecidas… pero el mejor modo de fomentar la creatividad es por medio del juego libre y espontáneo. Dejemos que creen, elaboren, piensen… que saquen toda la creatividad e imaginación que tienen en su interior. Pero si no esa creatividad no brota de manera natural, por si mismos, podemos ayudarles nosotros. Comencemos los juegos, saquemos nosotros nuestra creatividad, provoquemos situaciones que les hagan pensar a ellos, resolver situaciones… Para jugar de manera divertida y creativa, no hace falta mucho.
Es decir, no es necesario tener muchos juguetes, ni estupendos juegos. Al contrario, con pocas cosas y muchas veces objetos y materiales del día a día (ropa vieja, cajas de cartón, cazuelas…) pueden elaborar preciosas y divertidas historias. El juego es una de las actividades más espontaneas del niño.
Por lo tanto, hay que tratar de no cortar esa imaginación, ni limitarle. Muchas de las incongruencias o situaciones ilógicas que representan para ellos tienen un sentido o incluso a nosotros nos pueden decir muchas cosas. El juego no tiene porqué ser un calco de la realidad y más teniendo en cuenta el alto grado de imaginación y fantasía que invade la cabecita de los más pequeños. Esta no tiene porque ser peligrosa, al contrario. Siempre y cuando, sea capaz de distinguir la fantasía de la vida real.
- Menos tiempo con pantallas: las pantallas son tan atractivas que facilitan un gran estímulo sin necesidad de mucho esfuerzo por parte del niño. Esto genera comodidad y entretenimiento fácil. Es por esto, que los niños quieren hacer uso de ellas cada vez más. Cuanto más uso hagan de ellas, menos atractivo van a encontrar en el resto de cosas y esto puedo llevar a muestras de apatía y desánimo.
Muchos niños no saben qué hacer en su tiempo libre si les limitamos las pantallas. Es interesante ser conscientes de ello para que sean capaces de jugar y planificar su tiempo sin esa necesidad imperante de pantallas.
- Tiempo para hobbies y deporte: descubrir un hobby o deporte preferido es algo que debemos ayudar a hacer a nuestros hijos en su infancia. Los niños cuando son pequeños no tienen muy claro qué les gusta. Debemos dar oportunidad de que conozcan y prueben diferentes cosas para ver qué les gusta y qué se les da bien. Una vez que descubren sus gustos hay que facilitar que lo puedan practicar para que esto se convierta en un hobby y tengan el hábito de realizarlo. Les ayudará a entretenerse y disfrutar de ello en su tiempo libre.
El aprender a disfrutar del tiempo libre no sólo será cuestión de los niños sino que los padres debemos enseñarles, darles oportunidades y compartir con ellos tiempo en familia.