Cómo reaccionar ante los malos resultados académicos

El esfuerzo realizado será el indicador de las acciones que debemos tomar

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Cuando nuestro hijo suspende alguna asignatura o se recibimos información no muy positiva de su actitud hacia el estudio se genera una crisis difícil de solventar. Surgen emociones que no siempre se gestionan de manera adecuada y que pueden provocar conductas poco acertadas por parte de la familia.

Los resultados académicos suelen ser una gran preocupación y pueden generar grandes crisis familiares de las que, no siempre, se sabe cómo salir. Analizamos la importancia de dar en la clave ante esta situación para lograr que los hijos e hijas mejoren sus resultados y, especialmente, su actitud ante el estudio.

Detrás de un suspenso puede haber muchísimos motivos que lo han generado

La respuesta más generalizada e impulsiva a la que se recurre es el CASTIGO, como consecuencia directa al suspenso y al sentimiento de frustración y enfado. Principalmente, se tiende a eliminar aquello que más les gusta porque se piensa que así se esforzarán más y tendrá más efecto pero esto no siempre es así.

¿Qué debemos hacer ante esta situación?

  • Calmarnos: la primera reacción es el enfado, decepción e incluso frustración pero con ello no vamos a lograr que el niño apruebe. Al contrario, es fácil bloquearle y desmotivarle. A pesar de que es normal poder sentir cualquiera de estas emociones será conveniente tratar de controlarlas y autogestionarlas antes de tomar ninguna medida ni reaccionar.
  • Dialogar: es muy importante sentarnos con ellos y poder escucharles para saber cómo se sienten y que puedan explicarnos que es lo que les ha sucedido. A veces, en estos momentos de comunicación podemos encontrar información que no esperábamos. Cuando un niño o niña suspende se suele pensar directamente que es porque ha sido vago pero detrás de un suspenso puede haber muchísimos motivos que lo han generado. Es muy importante saber cómo se sienten y qué es lo que les ha llevado a tener ese resultado inesperado.
  • Aportar soluciones acordes a la causa del resultado: el castigo suele ser lo más rápido y espontáneo cuando el resultado no es bueno pero lo importante es lograr que estudie y se supere y no privarle de lo que le gusta. Ante las diferentes causas las consecuencias y acciones serán diferentes:
    • Si la causa es la motivación será importante lograr motivarle con aquello que le gusta y que encuentre un sentido al estudio.
    • Si los resultados negativos han sido causa de unas dificultades específicas de aprendizaje habrá que aportarle ayuda profesional y algún experto para superarlas y proporcionarles herramientas específicas.
    • Si el motivo es falta de organización o planificación habrá que sentarnos a su lado y ayudarles a estructurar su estudio y gestionar adecuadamente su tiempo y esfuerzo.
    • Si el motivo es desinterés y falta de esfuerzo la solución implicará mucha exigencia y hacerle consciente a nuestro hijo o hija de las consecuencias de su falta de esfuerzo.
  • Constancia: no es cuestión solamente de poner soluciones, o aplicar consecuencias, en el momento en el que se reciben los resultados sino que es clave exigir de manera constante. Dedicar especial atención a como va reaccionando nuestro hijo o hija y acompañarle en el proceso. Si no es así caemos en el riesgo de al principio todo funcione muy bien pero luego puedan relajarse y volver a lo mismo.
  • Refuerzo: cada vez que cumplan las pautas marcadas valorarlo. Que vea que realmente nos importa, que estamos pendiente, que no está solo o sola y apoyarle para que sienta que va a ser capaz y que lo va a conseguir. El refuerzo a nivel emocional creará seguridad y autoestima fuerte en el niño para sentir que es capaz y que no tire la toalla.

En definitiva, siempre se debe dar oportunidad a los hijos de explicar el motivo de su acción y ver cómo ayudarles para mejorarlo. Centrando nuestra atención como padres en reforzar los valores que les ayuden a ser buenas personas, más allá de los resultados académicos. Potenciar la capacidad de organización, planificación, esfuerzo y constancia y la seguridad emocional y autoestima.

Deben sentir que les exigimos pero les queremos y les ayudamos, y, por supuesto, que no están solos.

María Campo Martínez

Pedagoga / España

Licenciada en Pedagogía. Diplomada en Magisterio de Educación Infantil. Asesora de Eduka&Nature.