¿Cuándo hay que empezar a estimular el cerebro de los niños?

Este órgano empieza a construirse a los 16 días de gestación

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Los estudios científicos han demostrado que una buena estimulación temprana produce cambios profundos en el cerebro que ayudan a mejorar los procesos de aprendizaje. En este sentido, las familias tenemos el rol fundamental de proporcionar a nuestros hijos los recursos y experiencias adecuadas para ello.

Los estímulos ambientales son fundamentales para potenciar este «músculo»

El cerebro es plástico (es decir, tiene la capacidad de adaptarse, de aprender y de superar las limitaciones del entorno) a lo largo de todo el ciclo vital, pero lo es cada vez menos a medida que avanza la edad. Aunque sabemos que el cerebro humano comienza su construcción a los 16 días de gestación y que ya absorbe información de lo que le rodea, la infancia y la niñez son las etapas que van a marcar el periodo más significativo en la formación del ser humano, ya que en ellas se asientan todos los cimientos para los aprendizajes posteriores.

Desde el nacimiento, el cerebro ya necesita de un entorno estimulante que además esté potenciado por el cuidado y la responsabilidad de los adultos, siendo los padres  fundamentales para determinar, en gran medida, la capacidad de aprender de los niños.

Cuidados y experiencias que tienen efectos directos en la estructura y función del cerebro

Los estudios científicos demuestran que la primera infancia (desde el nacimiento hasta los 6 años) y la niñez (desde los 6 hasta los 12 años) son etapas cruciales que requieren de unos cuidados y de unas experiencias tempranas esenciales que permitan construir en el cerebro infantil pilares sólidos para una adecuada enseñanza futura:

NUTRICIÓN. El cerebro de los niños requiere de una dieta equilibrada para cumplir con las funciones cerebrales esenciales y protegerse del estrés oxidativo. La desnutrición en la primera infancia provoca:

  • Dificultades en el desarrollo cognitivo (afecta a la atención, la memoria y al desarrollo motor), disminuyendo la capacidad de aprendizaje.
  • Problemas de conducta.
  • Dificultades para socializar.

SUEÑO. Los niños deben dormir las horas indicadas para su edad, ya que el sueño desempeña un papel destacado en el aprendizaje:

  • Permite el afianzamiento y consolidación de los aprendizajes realizados durante el día (fase REM).
  • Ayuda a mantener los niveles de atención sostenida durante el día y favorece un buen estado de ánimo.

EJERCICIO FÍSICO. Los niños deben realizar ejercicio físico de forma habitual, especialmente ejercicio aeróbico, ya que tiene numerosos beneficios para el aprendizaje:

  • Mejora el rendimiento cognitivo ya que produce modificaciones en la estructura y funcionalidad de su cerebro que facilita los aprendizajes.
  • Preserva las habilidades mentales durante el envejecimiento, ya que practicar ejercicio físico en la niñez y la juventud tiene efectos acumulativos.

ESTILO DE APRENDIZAJE. Los niños necesitan interactuar y experimentar directamente con el ambiente que les rodea, ya que las primeras áreas en consolidarse del sistema nervioso son las relacionadas con el movimiento y las percepciones:

  • Las experiencias motoras (sostener, andar, correr, lanzar…) y sensoriales (ver, tocar, chupar…) son esenciales para el desarrollo cerebral en los primeros años de vida y serán la base del resto de aprendizajes cognitivos y emocionales; por ello, se debe permitir a los niños desde pequeños tocar, explorar y moverse para conocer el mundo.
  • El comienzo del aprendizaje más temprano del niño debería hacerse directamente en contacto con la naturaleza y con los objetos de aprendizaje. Hasta los 12 años los niños tienen un pensamiento muy concreto y aprenden a través de percepciones, emociones y sensaciones.

CURIOSIDAD. Las emociones tienen un papel destacado a la hora de almacenar la información en la memoria. Los estudios científicos han demostrado que cuando los niños sienten curiosidad por aprender algo, la adquisición de conocimientos nuevos activa las bases cerebrales del placer y se consolidan mejor los aprendizajes. Para favorecer la curiosidad de los niños podemos:

  • Cambiar las rutinas diarias de vez en cuando, hacer algo que no espere o utilizar algo diferente para hacer una tarea habitual. Por ejemplo, decirle que ha habido un apagón y que tiene que buscar por casa una fuente alternativa de luz como una linterna o unas velas.
  • Organizar actividades sorpresa, como aprender a usar un mapa buscando las galletas del desayuno a través de uno (adaptado a la edad del niño).
  • Proporcionarle experiencias y excursiones donde pueda ser observador de primera mano. Por ejemplo, si está estudiando los tipos de hojas, que las busque él mismo en el parque.
  • Contestar a las preguntas que tenga y dejar abiertos algunos temas para que continúe investigando él solo.

JUEGO. Los niños deben tener un tiempo de ocio todos los días para jugar. El juego permite aprender de forma espontánea mientras se divierten, se liberan de la presión de la vida diaria y su cerebro descansa:

  • El juego es motivante en sí mismo, lo que favorece estados de máxima atención y memoria permitiendo el aprendizaje de forma activa.
  • Permite utilizar situaciones de la vida diaria como oportunidades para poner en práctica nuevas habilidades cognitivas. Por ejemplo, si está aprendiendo a contar se puede utilizar el momento de la compra para pedirle 3 botes de judías.
  • Ayuda a consolidar lo aprendido mediante la repetición.

NUEVAS TECNOLOGÍAS. El uso de las nuevas tecnologías (televisión, tablet, consolas, ordenador) por parte de los niños tiene efectos positivos cuando se utilizan de forma moderada (por ejemplo, 15-20 minutos al día), ya que optimizan la activación de las zonas cerebrales que se encargan de la atención, la memoria, la planificación, el razonamiento, la toma de decisiones o la autorregulación emocional.

Sin embargo, su uso excesivo afecta negativamente a dichos procesos, especialmente a la atención, ya que el uso de estos dispositivos requiere de un foco atencional muy corto y cambiante en contra de la atención sostenida, que es la que se requiere para los procesos de memoria y aprendizaje.

NORMAS Y HÁBITOS. Los niños deben tener normas y rutinas desde pequeños; les permite saber cómo tienen que actuar en cada momento y aprenden a anticipar actividades y consecuencias, facilitando así su aprendizaje:

  • Las normas deben ser breves, claras y adaptadas a la edad del niño.
  • Deben ir asociadas a unas consecuencias claras y sistemáticas: premios o pérdida de privilegios.
  • La interiorización de normas y hábitos predice una mejor adaptación a contextos de enseñanza formales como la escuela infantil y el colegio.

AFECTO. El vínculo afectivo desde el nacimiento permite al niño adaptarse al entorno, regular su frustración, confiar en sí mismo y buscar autonomía, que son factores imprescindibles para el aprendizaje:

  • Es imprescindible reforzar positivamente a los niños ante cualquier pequeño logro que realicen con el objetivo de aumentar la confianza en sus propias capacidades para motivarle hacia los aprendizajes.
  • Hay que evitar la sobreprotección. Los niños sobreprotegidos dependen en exceso de los padres, lo que hace que no desarrollen estrategias de resolución de problemas ni estrategias de regulación emocional ante el fracaso y la frustración.
  • También es importante conocer las limitaciones de los niños propias de su edad y no exigirles más de lo que pueden hacer.

APRENDIZAJE POR OBSERVACIÓN. Durante los primeros años de vida, la mayor parte de los aprendizajes se producen por observación, de modo que los adultos tienen que actuar como modelo de habilidades cognitivas, sociales y emocionales.

RELACIONES CON LOS IGUALES. Las relaciones interpersonales forman parte del eje central del desarrollo infantil, especialmente la interacción con los iguales, que permite la adquisición de aprendizajes de enorme valor:

  • La interacción con los iguales en el juego favorece la aceptación e interiorización de normas, así como la capacidad de comunicación y negociación.
  • La resolución de actividades en grupo favorece el aprendizaje. Al tener que explicar al grupo las ideas propias, éstas se elaboran y se representan mentalmente de un modo más complejo y profundo, favoreciendo así su comprensión y consolidación. También se benefician de las explicaciones de los otros niños.
  • Por ello, es muy importante que los niños aprendan a socializar desde muy temprano. Hay que favorecer las actividades lúdicas al aire libre como ir al parque y la asistencia a campamentos o talleres donde los niños se relacionen con otros niños de su edad.

Aroa Caminero Ruiz

Psicóloga / España

Psicóloga Clínica de la Universidad Autónoma de Madrid con certificado de Psicólogo General Sanitario.