Uno de esos días que nuestro hijo o hija come en casa de sus abuelos, o pasa el fin de semana con unos amigos… y nos comentan lo bien que se ha portado. Y pensamos inmediatamente “¿Esa persona de la que hablan, pertenece a nuestra familia? Descubre por qué nuestros hijos se comportan de diferente manera dentro y fuera de casa.
Se trata de elaborar un proyecto educativo personal para cada uno de nuestros hijos e hijas
El mejor indicador que mide el resultado de la buena educación de nuestros hijos es justamente cuando nos dicen lo bien que se han portado fuera del ámbito familiar. Todos los padres y madres hacemos lo que creemos mejor para nuestros hijos porque es lo que más queremos en el mundo.
En algunas ocasiones, porque les vemos pequeños, en otras, porque pensamos que no son capaces, y muchas veces porque nos gusta hacerlo a nosotros. Pero en cualquiera de estas situaciones estamos impidiendo que sean los protagonistas de su propio aprendizaje.
Sin embargo, cuando nos vamos dando cuenta de que realmente pueden, aunque se equivoquen y se lleven un disgusto, es cuando aprenden. Los resultados positivos son progresivos.
Para potenciar todos los aspectos personales y obtener un desarrollo armónico integral de la persona debemos tener en cuenta las cuatro dimensiones en las que nos expresamos y vivimos: la física, afectiva, intelectual y la de la voluntad. Cada una de ellas las debemos de observar para conocer el desarrollo en nuestros hijos e hijas.
- Dimensión física, la somática, biológica
- Dimensión afectiva, con sus emociones, pasiones y sentimientos, a través de los cuales nos impresionamos con lo que nos rodea y con quienes nos rodean.
- Dimensión intelectual, la de la inteligencia con la que descubrimos la verdad que encierra la realidad
- Dimensión de la voluntad, la de la libertad, la que decide el rumbo personal de cada vida.
Es aconsejable llevar a cabo una serie de actividades que nos ayuden a potenciar cada una de ellas.
Sugerencias de programas para cada una de las dimensiones:
Dimensión física:
- Nutrición especifico adaptados por edades y por necesidades especiales: celiacos, diabéticos, etc…
- Cuidado del cuerpo: ejercicio, sueño, etc…
- Preventivos de adicciones: alcohol, drogas, pantallas, etc…
- Estimulación sensorial y de ejercicio neuromotor.
Dimensión afectiva:
- Conocimiento, expresión y compresión de la afectividad.
- Desarrollo de las “habilidades sociales”: compartir, cooperación, solidaridad, tolerancia a la frustración, control de la impulsividad y la timidez, etc…
- Criterios familiares que favorezcan su seguridad y confianza, dando razones de cada advertencia, corregir siempre personalmente, utilizar expresiones de confianza, etc…
Dimensión intelectual:
- Realización de trabajos con uso de varias fuentes.
- Uso del dialogo para llegar a la verdad de la realidad.
- Programas específicos para estimular la creatividad.
Dimensión de la voluntad:
- Conocimiento de valores.
- Programa de práctica de virtudes en el día a día: orden, laboriosidad, solidaridad, esfuerzo, paciencia, escucha y comprensión, etc…
- Existencia de opciones de elección.
Todo esto nos da una ruta que no debemos de perder en la educación. Se trata de elaborar un proyecto educativo personal para cada uno de nuestros hijos e hijas. En él vamos estableciendo pequeños objetivos, actividades e indicadores que midan su evolución. De esta forma podemos marcar objetivos adecuados, teniendo en cuenta sus circunstancias actuales y edad. Es interesante acompañarles en la práctica para que lo vayan haciendo suyos y vayan volando solos.
Que nuestros hijos e hijas se comporten igual cuando estemos o no estemos delante, dependerá de la autonomía, responsabilidad y confianza que les vayamos dando en su educación. Es el mayor “regalo” que les podemos ofrecer para que sean mujeres y hombres responsables capaces de llevar las riendas de su vida estén donde estén con las circunstancias de vida que les toque vivir.