Muchos de los conflictos de muchas familias tienen su origen en la diferencia en la que se percibe el modo de educar o los criterios a tener en cuenta para ello. Estas discrepancias, no sólo dan lugar a conflictos en la pareja, sino que además, generan confusión e inestabilidad a los hijos.
Cuantas discusiones surgen entre la pareja causadas por la educación de los hijos
Desde pequeños, los niños son capaces de detectar los puntos débiles de los padres y saben a quién deben ir para pedir según qué cosa… En definitiva, son capaces de “utilizarles” siempre en beneficio suyo. Esto da lugar a que se salgan, casi siempre, con la suya y, por lo tanto, no se esté educando con orden y criterio adulto y maduro.
Qué es lo que genera este comportamiento
- Niños caprichosos: Los niños que consiguen todo lo que quieren, aunque sea a costa de utilizar a sus padres, desarrollan una personalidad más caprichosa y tienen una baja tolerancia a la frustración, puesto que no saben lo que es el No por respuesta.
- Falta de autoridad de los padres: si los hijos perciben que no hay unión entre ellos y que no se ponen de acuerdo, percibirán, por lo tanto, que no tienen autoridad sobre él y esto dará lugar a una falta de respeto. Sabrán que pueden hacer lo que quieren porque no se exige de manera concreta.
- Confusión e inestabilidad: cuando los hijos no tienen un criterio claro pueden tener confusión. No saben qué deben hacer o cómo deben actuar. Los niños necesitan normas claras y exigencia de las mismas para hacerse fuertes y seguir una dirección. Hay que guiarles y pautarles el camino. Y esta guía y pauta va a ser la exigencia.
Si carecen de esa pauta clara y exigencia podrán desarrollar una personalidad insegura y débil con la consecuencia inestabilidad emocional.
Por este motivo, es muy importante que hay una gran unión en la familia a la hora de educar y que ambos vayan en la misma dirección. Para ello, es recomendable seguir las siguientes pautas:
- Tener como algo prioritario la educación de los hijos: y por lo tanto, que la educación sea algo de lo que se hable constantemente y se tenga muy presente.
- Tener un Proyecto Educativo para los hijos: saber hacia donde se va y qué se quiere lograr. Tenerlo reflexionado, decidido y, de alguna manera planificado, aunque luego la vida vaya marcando el camino. No puede ser que la educación de los hijos quede en manos de lo que vaya sucediendo al azar o lo que sociedad vaya decidiendo.
- Establecer un nivel de comunicación alto sobre todo lo relacionado con la educación de los hijos: es muy importante hablar de ellos, de cómo se les ve, de cómo actúan, cómo reaccionar. Informar al otro miembro de la pareja de diferentes sucesos que surjan y como se ha actuado ante ellos, qué se les ha dicho, cómo han reaccionado. De esta forma el otro miembro de la pareja podrá actuar siguiendo la misma pauta y criterio establecido inicialmente por su pareja.
Los hijos deben percibir que los padres se lo cuentan todo entre ellos, que hay un nivel de comunicación máximo y total transparencia.
- No actuar a escondidas ni aliándose con los hijos ocultando información a la pareja: muchos padres cuando no están de acuerdo se alían a los hijos, siendo más permisivos en contra del criterio del otro. No es raro escuchar en muchas familias frases como: “vale pero no se lo digas a tu padre o a tu madre…”. Esta alianza con los hijos puede parecer que da lugar a lazos mas estrechos con ellos pero en realidad lo que se está creando es una distancia y falta de unión con la pareja. Se le quita valor ante los hijos y autoridad y se puede generar conflictos muy importantes en la pareja. Todo lo que se haga o se decida debe estar totalmente hablado y ambos cónyuges deben estar informados, aunque sepamos que pueda haber discrepancias pero nunca falta de información ni ocultarla.
- Ante los hijos, respetar siempre la decisión del otro miembro de la pareja: aunque no se esté de acuerdo con lo que el otro miembro de la pareja haya podido hacer o decidir no es bueno expresarlo delante de los hijos para no crear mayores conflictos hacia quien decide y para que vean que puede que nos equivoquemos en las decisiones pero que si los padres se equivocan, rectifican y ponen solución siempre juntos.
- Saber retirarse y dejar paso al otro: si hay algo concreto que pueda resultar más difícil a uno de los dos miembros, será bueno ser conscientes de ello y saber dejar que el otro actúe. Esto no significa desentenderse del asunto o lavarse las manos, simplemente, ceder a quien lo vaya hacer mejor estando siempre a su lado para lo que pueda necesitar.
Y si no estamos de acuerdo…. ¿Qué hacer cuando no hay unidad en el criterio a aplicar?
- Dar la oportunidad a la pareja de expresar por qué ha actuado de un modo concreto o considera que el criterio que ha elegido es el correcto.
- Tratar de aportar cada uno su punto de vista, argumentado, con el fin de ver si se puede llegar a un criterio común.
- En el caso que no se llegue a un criterio común, decidir una decisión intermedia o aceptada por amabas partes, aunque esto implique ceder, en cierta medida o renunciar a lo que uno cree. Este es el punto que mas suele costar a los padres porque se tiende a defender mucho la postura personal y cuesta aceptar lo del otro o ceder pero lo importante es ser conscientes que hay que llegar a un acuerdo por los hijos. Ellos necesitan a los padres juntos y con criterio.
- Una vez que se decide una pauta o criterio a seguir hay que ir adelante a por todas. Esto significa que no es bueno seguir dando vuelta ni diciendo al otro cómo lo hubiéramos hecho o que no estamos de acuerdo. Las decisiones se deben tomar con responsabilidad. Y, por supuesto, asumiendo las posibles consecuencias de la decisión tomada. No es sano recriminar ni echar en cara al otro nada. Hay que evitar frases cómo: “te lo dije…”, “si hubiéramos hecho lo que yo decía….”. El no evitar estar respuestas puede dar lugar a un conflicto entre la pareja y no va a solucionar la decisión tomada con los hijos.
- En el caso que no se haya decidido bien, simplemente, habrá que volver a pensar qué solución dar a la situación y afrontarla. Es decir, siempre tener presente la idea de dar solución, avanzar y estar unidos.
En definitiva, la unión de los padres va a ser la clave para que se establezcan unos buenos criterios y normas claras en la familia que den una estabilidad a los hijos de como deben actuar y una seguridad emocional.