A los niños y niñas les encanta jugar ser papá, mamá, su profesora…, es decir, a replicar sus modelos y figuras de referencia. Si observamos cómo se comportan podremos averiguar muchas cosas. Son unos excelentes imitadores y, por tanto, el juego es un estupendo espejo en el que nos podemos ver reflejados a nosotros mismos.
No debemos de condicionar su juego, ni interrumpir sus historias, ni coartarle, ni por supuesto, elegir nosotros por ellos
No es extraño escuchar a padres y madres decir que sus hijos no saben entretenerse o que llaman constantemente la atención ¿Y si jugamos con ellos para que aprendan a entretenerse y jugar? ¿Y si les damos atención positiva, por medio del juego, para que no necesiten llamar la atención por medio de conductas no deseadas?
El juego es una estupenda herramienta para conocer a los hijos y educarles:
- Por medio del juego podemos observarles y ver cómo reaccionan ante diferentes situaciones que se les plantee.
- Nos puede servir también para conocer cómo son sus relaciones sociales. Qué papel ocupan en el grupo de iguales, posibles líderes o no, integrados en el grupo, retraídos, pasan desapercibidos… Así como, el papel que ocupan el resto de sus amigos y sus diferentes personalidades. No sólo conoceremos su grupo si no también la importancia que este tiene para nuestro hijo e hija.
- El juego nos puede trasladar al colegio y el aula, conocer más al profesor, las rutinas del aula, los compañeros de clase, actividades y asignaturas preferidas… Podemos descubrir sus intereses, gustos y preferencias así como sus miedos y preocupaciones.
- Además, a la vez que jugamos con ellos les conocemos por lo que podemos aprovechar para marcarles ciertas normas, es decir, para educarles.
- Es una herramienta muy interesante, puesto que ellos no se sienten exigidos ni controlados como puede ocurrir, por ejemplo, en las situaciones cotidianas. Están en un ambiente divertido en el que, además, en la mayoría de las ocasiones ellos son los adultos por lo que son quienes marcan las pautas y normas, que pueden ser recomendadas por nosotros.
Pero no sólo a nosotros nos sirve el juego para conocerles. Ellos también sacan un partido muy importante de este precioso momento compartido con nosotros:
- Lo primero y más importante que obtienen es el disfrutar tiempo con nosotros. Hoy en día es un lujo para ellos poder contar con su familia durante un tiempo, ya que es lo que más escasea. Y además es un tiempo de calidad porque estamos con ellos única y exclusivamente sin distorsiones.
- Cuentan con nosotros de manera divertida y relajada y conocen una parte de nosotros más cercana. Las rutinas diarias nos impiden muchas veces mostrarnos tal y como somos puesto que tenemos que cumplir el papel de padre o madre.
- También podrán conocer qué cosas nos gustan, qué se nos da mejor o cuáles son nuestras limitaciones o debilidades.
Generalmente, el juego nos puede proporcionar una información muy detallada del niño pero sin descartar cierto grado de incertidumbre por la desbordante imaginación de los niños.
No siempre son lo que muestran, si no lo que les gustaría ser. O no todas las historias que sus juegos interpretan tienen un guión “basado en una historia real”.
El mejor modo de disfrutar con nuestros hijos, sin duda, es poniéndonos realmente a su altura. Entrar dentro de su mundo de fantasía para dejarnos llevar por sus historias, los papeles que nos piden interpretar y sobre todo, olvidando nuestro rígido rol de adultos y de padres controladores y exigentes.
En la vida diaria la relación familia hijo hija es de exigencia y cumplimiento. Pero en el juego todos somos iguales. Debe ser más relajado y distendido. Y dejar que disfruten de aquellas ocasiones en las que, por medio del juego, aprovechan a cambiar los papeles y ser ellos los que tienen la batuta y marcar las normas.
Juego simbólico
Les encanta hacerse los mayores y hacer aquello que en la vida real no se les permite, simplemente, por la condición de ser niños. De ahí que su juego preferido sea el “juego simbólico”, cocinitas, mamás y papás, profesores-alumnos…
Un beneficio muy significativo del juego, es que puede fomentar de modo muy espontaneo y natural la creatividad de los hijos. Es el momento en que el niño saca todo lo que le gustaría llegar a ser, representan al héroe o heroína que admiran, inventan objetos que no existen pero que sería estupendo que existieran…
Existen muchos tipos de juegos: dirigidos, pautados, con normas establecidas… pero el mejor modo de fomentar la creatividad es por medio del juego libre y espontáneo.
Dejemos que creen, elaboren, piensen… que saquen toda la creatividad e imaginación que tienen en su interior. Pero si no esa creatividad no brota de manera natural, por si mismos, podemos ayudarles nosotros. Comencemos los juegos, saquemos nosotros nuestra creatividad, provoquemos situaciones que les hagan pensar a ellos, resolver situaciones…
Menos juguetes, más imaginación
Para jugar de manera divertida y creativa, no hace falta mucho. Es decir, no es necesario tener muchos juguetes, ni estupendos juegos. Al contrario, con pocas cosas y muchas veces objetos y materiales del día a día (ropa vieja, cajas de cartón, cazuelas…) pueden elaborar preciosas y divertidas historias.
Una duda que surge a muchas familias es si debemos corregirles en el juego. El juego es una de las actividades más espontaneas del niño. Por lo tanto, hay que tratar de no cortar esa imaginación, ni limitarle.
Muchas de las incongruencias o situaciones ilógicas que representan para ellos tienen un sentido. Incluso a nosotros nos pueden decir muchas cosas. Además, el juego no tiene porqué ser un calco de la realidad, teniendo en cuenta el alto grado de imaginación y fantasía que invade la cabecita de los más pequeños.
Un exceso de imaginación no tiene por qué preocuparnos, al contrario. Siempre y cuando, sea capaz de distinguir la fantasía de la vida real. El niño ha podido elegir libremente introducir a los muñecos por la ventana porque igual sus muñecos tienen la suerte de poder volar…
No obstante, siempre hay que tratar de darles información correcta o un buen modelo, pero esto no tiene por qué ser corrigiendo sino haciéndolo nosotros correctamente. En este caso, podremos nosotros jugar con ellos y que nuestros muñecos entren por la puerta.
El juego es la base de la infancia y la mayor fuente de diversión del niño. Debemos tratar de respetar ese momento tan suyo, y dejarle que sea él quien elija a qué quiere jugar, con qué y de qué modo. Y nunca condicionar su juego, ni interrumpir sus historias, ni coartarle, ni por supuesto, elegir nosotros por ellos.
Siempre podemos estar ahí ayudándoles a elegir, sugiriendo, aportando ideas… pero debemos dejarles libres para que disfruten de lo bonito del juego y saquen el mayor partido de él, sobretodo porque cuando crezcan ya no tendrán, del mismo modo, la posibilidad de disfrutar de él.