El primer año de vida es una época de grandes cambios y progresos en el desarrollo del niño y lo que haga en ese tiempo tiene un valor especial ya que será la base que tenga para adquirir habilidades y destrezas más complejas en el futuro. Es por esto que, el área motora, durante el periodo de 0 a 3 años, es el aspecto que hay que trabajar con más insistencia.
Disfrutar del placer del movimiento para luego poder disfrutar del placer de pensar y aprender
insistencia.
El ejercicio físico no es un simple medio de desarrollar los músculos. Al mejorar la movilidad, las capacidades manuales y el equilibrio se desarrollan, también, el cerebro y se posibilita un mayor número de conexiones interneuronales, de modo que todos los aparatos y sistemas funcionales del cuerpo se verán beneficiados. Se aumenta, asimismo, la capacidad intelectual, permitiendo al niño leer y escribir a más temprana edad.
No obstante, hay que tener claro que cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo y crecimiento, y tanto el ambiente familiar como el educativo van a influir en ello.
Potencia su libertad
La mejor forma de trabajar la psicomotricidad en casa es permitiéndoles cierta libertad a la hora de hacer diferentes ejercicios, sin olvidarnos de motivarles y estimularles para que desde pequeñitos no se vuelvan cómodos. Hay que tratar de dejarles que hagan los ejercicios por su cuenta, ayudándoles, en caso de que así lo requieran, pero sin coartarles por miedo a que puedan hacerse daño, estropear algún objeto de la casa o produzcan desorden, ya que, de este modo, les limitamos tanto su desarrollo como su inteligencia, su autoestima, su personalidad y su curiosidad. Por ello, es recomendable marcar, previamente, unos límites acerca de lo que se puede hacer para evitar dar lugar a situaciones tensas y favorecer un espacio que les permita realizar actividades sin problemas y sin peligro.
La educación psicomotriz desarrolla, por tanto, la inteligencia de los niños a través del movimiento. Por eso, cuantas más oportunidades les demos para que se muevan, mejor. Esto se puede conseguir mediante distintos ejercicios que estimulan los sentidos y sus sensaciones. Algunos ejemplos pueden ser estos:
- Incitarles a alcanzar objetos llamativos.
- Hacer actividades que impliquen el giro, arrastre, gateo o estar sentados. El gateo es fundamental para conseguir la autonomía de los niños y, posteriormente, para la lectoescritura.
- Llevar a cabo juegos y realizarles masajes que les permitan, además, conocer su cuerpo.
- Utilizar canciones para provocarles distintos movimientos.
- Jugar con pelotas para mejorar su coordinación visio-motriz.
- Tratar de facilitar la postura apropiada para el gateo, fundamental para el desarrollo adecuado del aprendizaje.
- Potenciar ejercicios de equilibrio y coordinación.
Todos estos aspectos se podrán potenciar desde casa y, por supuesto, serán objeto de trabajo de manera prioritaria en las aulas. No sólo se debe trabajar en la primera etapa de infantil sino que es conveniente seguir desarrollándolo en la segunda etapa de infantil. Aunque la mayoría de las actividades y destrezas las tengan adquiridas es muy aconsejable continuar trabajándolo para afianzarlas y fijarlas cerebralmente.
El papel que deben adquirir tanto padres como educadores es involucrarse (haciendo el ejercicio para servir de modelo) y motivarles para que logren todos estos ejercicios con éxitos. Unos ejercicios que, además, deben realizarse en un marco de gozo y alegría, factor especialmente importante en toda actividad educativa a estas edades. Disfrutar del placer del movimiento para luego poder disfrutar del placer de pensar y aprender.