Los niños de manera natural e instintiva tienen tendencia a pedir cosas: juguetes, comida y todo aquello que les pueda apetecer sin pensar ni reflexionar si eso que piden deben o no tenerlo. De manera especial sucede con los juguetes. Parece que nunca se sacian. Tienen los baúles y armarios llenos de cosas, pero no parece que sean suficiente. Te damos 10 consejos que te ayudarán a gesetionar mejor esta tendencia consumista y evitar que tus hijos sean unos caprichosos.
Muchas familias, por complacer a los hijos, asumen gastos que no pueden realmente soportar
Muchas de las listas que realizan son generadas por la publicidad que llenan sus cabezas de artilujios que no necesitan. Parece que no saben comer con un cubierto que no sea de su muñeco preferido o que todo debe estar decorado con la serie que tanto les gusta. Se cae en un constante marketing que hace a veces muy complicado encontrar hasta un neceser neutro para llevar el cepillo de dientes al colegio. No nos lo ponen fácil. Se junta la necesidad imperante e instintiva de los niños con una sociedad cada vez más consumista.
Pero ¿por qué le sucede esto? ¿por qué tienden a no conformarse nunca con nada? El principal motivo es que los niños se cansan con frecuencia de lo que tienen. Les gusta el cambio y la novedad. Teniendo en cuenta esta idea ¿por qué en vez de darles más cosas y responder a lo que ellos nos piden no tratamos de proporcionar cambios que les satisfagan?
Para ello, se deberán seguir los siguientes pasos:
- No decirles que sí a todo lo que pidan: cuando nos pidan algo debemos analizar:
- Si lo que están pidiendo es conveniente para ellos desde un punto de vista educativo. No siempre es bueno para su desarrollo personal o es justo contrario a lo que estamos persiguiendo o trabajando.
- Si corresponde a su edad, intereses y gustos. A veces piden cosas que no son acordes a su edad, generalmente, tienden a querer cosas de edades superiores o solicitan algo que le han escuchado a otro amigo, pero no es lo que a ellos realmente les gusta.
- Si lo necesitan o pueden prescindir de ello. No siempre lo que piden lo necesitan. Generalmente más bien lo contrario. Es bueno hacerles reflexionar sobre este aspecto. Que valoren si necesitan o no algo y si pueden pasar sin ello. Con esto evitamos que se acostumbren a tener tantas cosas y a acumular. No es fácil trabajar este punto en la sociedad en la que nos encontramos, pero es muy aconsejable potenciar la reflexión y generar cierto hábito.
- Muy importante valorar si podemos asumir la petición económicamente. Muchos padres por complacer a los hijos asumen gastos que no pueden realmente soportar y esto les genera complicaciones familiares importantes. Hay que saber dónde nos encontramos, cuáles son nuestras posibilidades y lo que podemos realmente hacer.
- Hacerles reflexionar por qué nos lo piden. Si realmente lo quieren con convicción o es porque todos los amigos lo piden. Con esto trabajaremos también sus gustos e intereses y potenciaremos su personalidad.
- Valorar si debemos ceder. Una vez que se ha hecho la reflexión anterior planteada podremos decidir si se le concede lo que está pidiendo. Esto supone unas consecuencias. Puede que acepte la decisión o puede que, por el contrario, le suponga un gran enfado. No debemos modificar nuestra decisión por la respuesta que obtengamos. Si lo hacemos será como no haber realizado los pasos anteriores. Supondrá un gran debilitamiento por nuestra parte.
- Si se lo damos, valorar si les concedemos exactamente lo que piden o similar o sólo una parte de lo que nos piden. Puede que consideremos importante modificar la petición.
- Tratar de sustituir su petición por otra que le pueda gustar sin necesidad de cumplir siempre lo que ellos quieren.
- Tener claro lo que les vamos a conceder y permitir para no caer en el juego o “chantaje” por su parte de pedir, más y más. Concederles aquello que realmente queremos nosotros. Debemos ser quienes marquemos el límite y no ellos. En esto hay que tratar de ser poco flexibles o, más bien, no ser nada flexibles. Si caemos en el error de ceder constantemente a lo que nos piden perdemos el control y reducimos la autoridad. Suceden situaciones en las que puede que lo que nos estén pidiendo no era lo que teníamos previsto, pero no nos parece mala idea que sea como ellos piden. Si es así, lo recomendable es hacerles ver que les concedemos eso que piden no porque ellos nos lo pidan si no porque nosotros consideramos conveniente que así sea. Como si fuera idea nuestra. Se trata de que no aprecien en ningún momento que son ellos los que “ganan”.
Esto debe ser así a una cierta edad, generalmente, en infantil y durante el primer ciclo de primaria. A partir de estas edades se debe seguir el mismo criterio para que vean que quienes “dirigimos” y controlamos la situación somos nosotros, los padres. Pero a diferencia del resto de las edades es importante escuchar sus propuestas y dialogarlas. El escucharles les puede hacer sentirse importantes, valorados y percibir que les prestamos atención, que es lo que tanto demandan con independencia de la edad. Además de escucharlos habrá que dialogar con ellos sobre lo que proponen. Ver cuáles son los motivos que les hacen proponer su idea y razonarlos con ellos. Si su propuesta es interesante y creemos que se puede aceptar es porque lo hemos hablado y analizado con ellos y consideramos interesante la propuesta. En este caso ya no es tan importante marcar el límite de autoridad puesto que, si ya lo hemos trabajado con anterioridad, contaremos con una buena base. Será más importante trabajar la comunicación y dar valor a que sean capaces de sugerir ideas de modo reflexionado y razonado.
En conclusión, cuando las edades son más tempranas lo importante es marcar bien los límites de autoridad. En cambio, cuando son más mayores podemos hacerles partícipes de lo que quieren, pero siempre razonándolo con ellos.