Seguro que muchos estamos de acuerdo en que la mayoría de los jóvenes de hoy no son atrevidos o echados para adelante. Están acostumbrados solo a aquello que controlan, que les resulta más fácil aunque apenas existan riesgos y sobre todo lo más sorprendente es que cuando tratan de arriesgar un poco y ese riesgo no sale bien se hunden con facilidad.
No decidamos por ellos ni nos adelantemos a si van a ser capaces o no
No están acostumbrados a sufrir principalmente por este último motivo y es por lo que dejan de volverlo a intentar y también dejan de arriesgar. El motivo de esta sociedad actual es porque probablemente la mayoría de ellos, en sus primeras etapas de vida, han estado constantemente protegidos por sus familias.
Para evitar que esto suceda podemos seguir los siguientes consejos:
- Lo primero y más importante es confiar y creer que son capaces. En ningún momento debemos subestimar las capacidades de un niño porque sean pequeños, estén solos, les falte mucho por vivir, no tengan conocimientos… No decidamos por ellos ni nos adelantemos a si van a ser capaces o no. No dejará de sorprendernos la gran capacidad que tienen, mucho más de lo que podamos imaginar. De manera natural, si a un niño se le da la oportunidad de hacer algo responderá con fuerza y luchará por lograrlo, no hay nada más que ver cómo luchan desde el primer momento por nacer o por conseguir alimentarse sin apenas tener ni unos minutos de vida y sin saber que pueden contar con nosotros. Esta fuerza innata por querer vivir, descubrir y luchar no la tenemos que apagar ni debemos sustituirles. Si les damos la oportunidad y además les hacemos ver que se la estamos dando voluntariamente será muy probable que lo consigan. Puede ocurrir que no lo logren porque necesiten ayuda o algún tipo de recurso material… En este caso es bueno que sean ellos mismos quienes se den cuenta que no lo van a lograr y el por qué y que traten de conseguir lo que necesitan para poder llegar a su objetivo. Ellos deben pedir ayuda o buscar el modo de lograr los recursos materiales que necesiten.
- No solo se trata de darles la oportunidad sino que además necesitarán sentir que confiamos en ellos. La motivación y la confianza de que van a ser capaces será lo que les haga intentarlo y seguir adelante ante cualquier dificultad. Esta motivación tiene que ser sincera y real. Muchas veces sucede que tratamos de darles la oportunidad y les hacemos ver que confiamos en ellos, pero en el fondo pensamos que no lo van a conseguir y ellos esta duda la acaban percibiendo porque por mucho que tratemos de motivarle, al no ser una motivación sincera y creer que realmente lo van a conseguir, no logramos transmitir la chispa que ellos necesitan.
- Durante el proceso no siempre va a ser fácil y pueden encontrarse muchas dificultades. Nuestro papel es estar ahí, simplemente estar ahí para darles la oportunidad de que nos cuenten cómo van, qué necesitan, cómo se sienten. A veces tendremos que darles nuestra ayuda, guiarles hacia el camino adecuado porque no son capaces de ver exactamente por donde deben ir, prestarles algún tipo de recurso material o simplemente ofrecerles la oportunidad de desahogo y nada más, pero hacerles valientes dándoles la oportunidad de que lo hagan por sí mismos y dejándoles confundirse que no significa dejar de estar a su lado. Siempre tenemos que estar ahí. Este es el papel más importante que debemos desempeñar como padres. Nos preocupamos mucho por no dejarles que se equivoquen por lo que puedan sufrir y con ello lo único que logramos es que dejen de hacerlo. Pero en cambio lo que debemos hacer es animarles a que lo intenten con independencia de que se equivoquen o no y estar a su lado cuando las dificultades surjan o cuando lleguen a equivocarse porque será entonces cuando más nos necesiten. En este momento sobra cualquier comentario del tipo “ya te dije que no lo hicieras”, “pero cómo se te ha ocurrido hacer eso”, “¿no te das cuenta que…?”. Ese no es el momento de reñirles porque si lo hacemos la siguiente vez no lo van a intentar puesto que les ha supuesto mucho esfuerzo, no lo han logrado y además obtienen la bronca de los padres. No nos damos cuenta de la importancia que tienen nuestras palabras en este momento, pero si ellos sienten esto su conclusión será que no merece la pena luchar ni intentar nada nuevo que suponga esfuerzo. Se acomodarán y harán solo aquello que controlan, que les resulte más fácil o lo peor de todo esperarán a que lo hagan los demás en su lugar.
El modo de actuar en esta fase:
- Hacerles sentir que estamos con ellos y que estamos orgullosos porque lo han intentado.
- Hacerles ver que no pasa nada porque se hayan equivocado, que existen muchos modos de reconducir la situación.
- Ayudarles a analizar por qué han llegado a esta situación y posibles soluciones para salir del problema.
- Pensar qué necesitan para llevar a cabo esas soluciones.
- Con independencia del resultado que obtengan lo interesante es hacerles ver que tienen que estar orgullosos del esfuerzo realizado y que no conseguir los objetivos que tienen previstos no siempre es un fracaso negativo. Está claro que tampoco es un éxito porque no se ha conseguido lo que se pretendía, pero verlo como un fracaso no ayuda puesto que les puede paralizar y desmotivar. En este punto también tenemos un papel fundamental los padres, hacerles ver que los intentos también aportan, que seguro que han aprendido intentando cumplir su objetivo y que pueden seguir intentándolo. Ante todo tenemos que evitar el bloqueo.
Pautas concretas para ayudarles a ser valientes:
- Evitar la sobreprotección. Cada vez nos encontramos con niños más sobreprotegidos y, por lo tanto, limitados en su propio crecimiento y desarrollo. La sobreprotección resulta difícil de reconocer a los padres puesto que es el resultado de un excesivo amor hacia los hijos surge precisamente por querer darles lo mejor llegando al error de que eso que pensamos que es lo mejor se convierta justo en lo contrario. En cierta forma puede ser incluso egoísta puesto que no queremos verles sufrir por el sufrimiento que a nosotros también nos supone, pero merece la pena hacer el esfuerzo de permitirles confundirse por las consecuencias positivas que ello tiene aunque inicialmente no parezca así.
- No decidir por ellos. Son muchas las ocasiones en las que nos vamos a encontrar ante situaciones en las que sabemos que la decisión que están tomando probablemente no sea la más adecuada pero, a pesar de eso, tenemos que dejarles que sean ellos quienes se den cuenta o que la vida les demuestre que no han tomado la mejor decisión por dos motivos, por el aprendizaje que esto conlleva y porque aunque pensemos que no es una buena decisión es importante que lo intenten y sean capaces de hacerlo. No debemos adelantarnos ni decidir por ellos.
- Prepararles para lo que pueda venir. En lo que sí podemos ayudarles es en prepararles ante las consecuencias que puede tener el intentar ser valientes. Esto significa que si lo consiguen tienen que estar contentos y orgullosos de haberlo conseguido y sino contentos de haberlo intentado. Si creemos que les puede costar conseguirlo, prepararles ante las dificultades que se pueden encontrar. Por ejemplo, si tienen ilusión de presentarse a un concurso de dibujo, hacerles conscientes que puede haber otros niños con un nivel elevado, hacerles valorar que el resto de participantes pueden presentar dibujos muy buenos, que puede que lleven más tiempo en clase que ellos, que sean más mayores, que conozcan más técnicas que ellos… De alguna manera, ayudarles a situarse en una realidad lo más exacta posible para que sus expectativas no sean equivocadas, pero en ningún momento desilusionarles o desmotivarles. Hay que intentar hacerlo con cierto equilibrio y sobre todo con mucho mimo y cariño.
- Darles ejemplos para ayudarles a elegir retos y motivaciones. Cuando son pequeños tienen grandes impulsos por conocer el mundo, por descubrirlo, son pequeños valientes. Conforme van creciendo los miedos les invaden y los impulsos por intentar lo nuevo y por descubrir el mundo son menores. Esto es algo que suele suceder más hacia la etapa de primaria por eso en estas edades los padres tenemos que motivarles hacia nuevos retos, sugerirles ilusiones, proyectos… para que vayamos poco a poco haciéndoles niños valientes.
- Ser modelo. Como en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, los niños necesitan unos buenos modelos y referentes para saber hacia dónde deben ir y cómo tienen que hacer las cosas. Si pretendemos que sean niños valientes tendremos nosotros que ser padres valientes, que vean en nosotros personas con retos, objetivos, ilusión por mejorar, capacidad de esfuerzo y lucha por conseguir esos ilusionantes retos y esfuerzo diario y constante superando cada una de las dificultades posibles para poder conseguirlo. No hay nada que les pueda motivar más que ser capaces de llegar hacer cosas como sus padres las hacen y especialmente en las primeras etapas no debemos olvidar que somos para ellos sus grandes ídolos y héroes. Esto nos puede servir a nosotros también como una motivación para no abandonarnos, para seguir creciendo y mejorando como personas. Cuando somos padres nos centramos tanto en darles a ellos que nos olvidamos muchas veces de nosotros, pero podremos darles más si nosotros estamos mejor.
- Valorar su esfuerzo. Finalmente, como todo lo que son capaces de hacer lo fundamental es que valoremos cada uno de los esfuerzos, pasos y avances que vayan logrando. Nuestro reconocimiento es su mayor éxito y su mayor motivación.