Los perfeccionistas a menudo están muy motivados, establecen altos estándares para sí mismos y son muy concienzudos. Pueden tener un fuerte deseo de hacerlo bien y ser reconocidos por sus logros. También pueden estar muy orientados a los detalles y pueden tener dificultades para completar las tareas porque quieren que todo salga bien.
Ante el más mínimo error, se frustran y se sienten mal consigo mismos
En la parte mala, pueden ser muy críticos consigo mismos y con los demás, y pueden tener dudas sobre sí mismos y miedo al fracaso. Ante el más mínimo error, se frustran y se sienten mal consigo mismos.
Este alto nivel autoexigencia puede tener cosas buenas, pero también es muy peligroso, ya que hace que las personas no disfruten y vivan siempre angustiadas y bajo tensión. Incluso pueden sentir que han fracasado si han sacado un 9 en lugar de un 10. Por eso, hay que ayudarles a tolerar sus errores para evitar que desarrollen problemas más graves como ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, depresión, pesimismo, etc.
En resumen, esforzarse e intentar superarse es positivo, pero el perfeccionismo exigente es poco saludable y puede causar muchos problemas y ansiedades.
¿Cómo ayudar a los niños demasiado perfeccionistas?
1- Anímalo a centrarse en el progreso sobre la perfección, a ver que cometer errores y aprender de ellos es una parte natural del proceso de mejora.
2- Ayúdalo a establecer metas realistas. Los perfeccionistas a menudo se fijan objetivos poco realistas, lo que puede generar sentimientos de fracaso y decepción.
3- Ayúdalo a aprender a aceptar y aprender de los errores. Los perfeccionistas tienden a ser muy críticos consigo mismos y con los demás, y pueden tener dudas sobre sí mismos y miedo al fracaso.
4- Ayúdalo a aprender a relajarse y ser más flexible. Los perfeccionistas a menudo sienten mucha presión por ser perfectos y les puede resultar difícil relajarse y ser espontáneos.
5- Dale mecanismos de afrontamiento saludables, como la atención plena y la autocompasión, para lidiar con el estrés y los sentimientos negativos.
6- Ayúdalo a encontrar el equilibrio en su vida, el perfeccionismo puede provocar agotamiento si todo el tiempo y la energía se dirigen a lograr la perfección.
7- Rebaja tu propio nivel de exigencia con tu hijo, quizá la causa de su perfeccionismo sea creer que va a desilusionarte si no saca un 10. Muéstrate orgulloso con él siempre que se esfuerce e intente mejorar, aunque la nota no sea la mejor de clase.
8- Redefine el concepto de error. Enséñale que equivocarse o fallar no siempre es negativo, al contrario, los errores nos ayudan a mejorar, buscar nuevas soluciones e innovar. Además, todos nos equivocamos a veces, hay que aprender a aceptar nuestros propios fallos.
9- Sé un buen ejemplo. Si tú mismo eres muy exigente contigo mismo y te muestras triste, enfadado y ansioso cuando no consigues que todo salga a la perfección, es normal que tu hijo también se muestre así. Aprende tú mismo a valorar los errores, aceptarlos y aprender de ellos sin frustrarse.