El mejor modelo de aprendizaje para nuestros hijos es el que les convierte en protagonistas de su propio aprendizaje. Debemos evitar que sean meros espectadores, ya que pueden interpretar que la enseñanza no va con ellos. Cuando nuestros hijos prueban, practican o repiten es más difícil de olvidar y su actitud se vuelve mucho más receptiva.
En la etapa de primaria nuestros hijos e hijas necesitan practicarla para adquirir un buen hábito de estudio
En cualquier edad de la etapa educativa que nos encontremos todo aprendizaje requiere establecer un entrenamiento formado por diferentes fases:
- En la primera fase se explica que deben hacer y se les da la razón de ello. Es el modo de que comiencen a realizarlo una y otra vez con un sentido; de esta forma estamos practicando la constancia, el trabajo, el orden…
- En la segunda fase lo realizamos nosotros mostrándoles el modelo, una vez que les hemos explicado lo que deben hacer y les decimos porque hay que hacerlo, somos los padres y madres los que lo hacemos una y otra vez para que vean como se hace.
- En la tercera fase lo hacemos juntos, ellos y nosotros, somos un equipo y lo llevamos a cabo de forma unida, repartiendo tareas, apoyándonos los unos en los otros, experimentando y percibiendo qué sentimos cada uno.
- Y en la última, son ellos y ellas los que lo hacen solos. Esta secuencia puede durar un día, una semana o un mes, el tiempo que dure tiene menos importancia que el que se lleve a cabo, porque lo que necesitan es repetirlo una y otra vez después haber tenido un modelo, junto al motivo de porqué hacerlo; somos su ejemplo; lo hacemos juntos; para que finalmente lo realicen ellos.
La mejor ayuda que les podemos proporcionar, además de ser su modelo, es la confianza de que lo van a poder realizar ellos solos, aunque no sea como nosotros esperamos que sea.
El hecho de que en algunas ocasiones nos vean pedir ayuda y que nos cuesta alcanzar lo que perseguimos, es un buen ejemplo para que puedan realizarlo de la misma manera y vean que pedir ayuda e intentar las cosas una y otra vez forma parte del proceso de aprendizaje de una forma habitual.
La manera de arraigar los hábitos y por supuesto entre ellos los del trabajo, es hacer, hacer y volver a hacer, esto es lo que nos permite aprender y madurar.
Este modelo lleva implícito adquirir la laboriosidad, la cual requiere “trabajar” mucho y hacerlo bien. En la etapa de primaria nuestros hijos e hijas necesitan practicarla para adquirir un buen hábito de estudio, “llave” para realizar unos buenos resultados personales y académicos en las siguientes etapas.
No hay que tener lástima porque los hijos se cansen o porque vayan asumiendo responsabilidades. A veces podemos pensar “pobres, ya tendrán tiempo…”, pero si no lo van a haciendo poco a poco, en cada momento lo que deben ir practicando, correr un maratón en secundaria es muy difícil. Deben realizar un entrenamiento progresivo con carreras de 1, 3, 5 o 10 km y luego pasar a la media maratón para estar preparados cuando llegue el momento de hacerlo completo. Mentalidad de “entrenamiento” para estar mejor preparados porque la responsabilidad es en primera persona. Las virtudes del trabajo nadie las puede adquirir por uno. Les costará, se cansarán, dirán que no pueden, no lo harán como les gustaría, y como nos gustaría pero lo importante es que lo hagan ellos.
Hoy en día, los padres y madres tenemos esa mala conciencia de que llegamos tarde a casa, no estamos el suficiente tiempo con ellos, los vemos poco y pretendemos sustituir eso con la facilidad de que les hagamos las cosas. En algunas ocasiones nos podemos preguntar, “¿qué he hecho mal?”, pero no quizás no se ha hecho nada mal y la pregunta es “¿qué he dejado de hacer?”
La infalible herramienta para el aprendizaje es que tengan la oportunidad de practicarlo ellos una y otra vez para que lo vayan adquiriendo y haciéndolo suyo. Los protagonistas son ellos, y los padres y las madres estamos para apoyarles y que se apoyen.