La educación empieza en casa. Desde el ámbito familiar debemos prestar atención al comportamientode nuestros hijos e hijas, ya que imitan todo lo que hacemos. Entonces, ¿cómo podemos educarlos adecuadamente en igualdad, respeto y tolerancia?
Educar es dar directrices, poner límites y ser ejemplo de conductas positivas
Los padres y las madres somos los primeros modelos de referencia de los que nuestros pequeños aprenden a ser, estar, hacer y comportarse. Educar es, además de hablar, dar directrices y poner límites, ser ejemplo de conductas positivas para su desarrollo. Esto último es lo más importante para educar en igualdad, respeto y tolerancia.
Pero, ¿qué significa educar en igualdad? A esto se le llama coeducar y hace referencia a la metodología educativa basada en la igualdad de género. Esto significa no discriminar por razón de género, no establecer jerarquías entre niños y niñas y romper con los roles de género sexistas.
Los roles de género son el papel que, según la sociedad, ha de cumplir una persona en función de su sexo. Desde antes del nacimiento ya diferenciamos entre género masculino y femenino y, de hecho, compramos ropa azul o rosa y adecuamos la habitación en base a esto. Además, nuestra forma de hablar es distinta según tengamos un hijo o una hija. A un niño se le habla de manera que se le alienta a arriesgar, se le premian conductas físicas o deportivas y, a veces, se le castiga cuando llora. A una niña, en cambio, se le habla de manera más emocional, no se castiga el llanto y se le anima a hacer tareas más intelectuales.
El germen de las desigualdades sociales entre hombres y mujeres es la transmisión de estos roles y somos nosotros, padres y madres, las primeras personas responsables de evitar que esto siga pasando y se sigan perpetuando estos estereotipos. Por tanto, aquí os dejamos unas pautas para educar en igualdad desde casa:
- Trabajar la diversidad y el respeto, ya que es esa diversidad de culturas, religiones, conductas, pensamientos, etc…es la que hace que nuestra mente se expanda y borremos las jerarquías. Para esto hay un ejercicio muy bonito que trabajo en mis talleres con familias, se llama el mural de la diversidad y consiste en que cada miembro de la familia se dibuje libremente y escriba tres cualidades positivas al lado de su figura. Estos dibujos se cuelgan en la nevera o en algún lugar de casa que se vea frecuentemente.
- Dar ejemplo en casa sobre el reparto equitativo de tareas. Ambos progenitores deben ser modelos de referencia en las tareas de casa y de cuidado, por tanto, han de prestar atención a este aspecto.
- Siguiendo con la pauta anterior, igual de importante es dar ejemplo como incluir a nuestros hijos e hijas en las tareas de casa. Así se cultiva la responsabilidad, la autonomía y el respeto entre todos los miembros de la familia sean del género que sean.
- Respecto a los juegos es importante conocer que los juguetes no tienen género, somos las personas adultas las que les atribuimos la etiqueta “de niño” o “de niña”. Por tanto, desterremos esa idea y dejemos que los pequeños jueguen con lo que quieran, incluso podemos incentivar que jueguen con todas las opciones que existen y decidan cuál es su favorito.
- Una vez que empiezan a ir a los centros educativos, se cruzan en su camino varios agentes socializadores externos e incontrolables por padres y madres. Por esta razón, es importante que estéis preparados para desmitificar y cuestionar todas esas afirmaciones cargadas de estereotipos y prejuicios que aprenderán en el cole o en la guardería.
- Otra pauta muy importante es estar atentos y atentas a las oportunidades que nos ofrece el ambiente para coeducar: mientras vemos la televisión o una película, cuando leemos un libro, cuando estamos en el parque o comprando en el supermercado. Todas estas situaciones nos ofrecen oportunidades en las que nuestro hijo o hija va a ser observador directo de muchas situaciones machistas y ahí estaremos para evitar que se aprendan algunas conductas indeseadas.
Por último, es muy importante que las familias seamos conscientes de que hemos sido educados en una sociedad en la que los roles de género tradicionales están en los pilares de nuestra personalidad. Ser conscientes y críticos con ellos es la mejor actitud para desaprender lo aprendido y reconstruir esos conocimientos en pro de la igualdad.