Cómo educar la fuerza de voluntad de nuestros hijos

¿Cuántas veces hemos pensado que no pasa nada por un simple capricho?

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¿La fuerza de voluntad es congénita o se educa? Los niños y niñas tienden a salirse con la suya a lo largo del día. El ser muy flexibles con ciertos caprichos no favorece nada la educación de la fuerza de la voluntad. Es importante que comprendan que no pueden tener todo lo que quieren y cuando quieren. Deben aprender a negarse a sí mismos.

Muchos de los fracasos que tenemos como adultos están provocados por la falta de voluntad. La principal causa del fracaso escolar es una deficiente educación de la misma. Este es un aspecto fundamental para trabajarlo con los niños desde que son pequeños. Debemos de conseguir que, en un futuro, sepan desenvolverse en la vida, luchar por un objetivo, superarse, crecer… Sabiendo siempre que esto implica un esfuerzo y, por lo tanto, una voluntad.

Siempre hay y va a haber cosas que nos apetecen más que otras. Pero esto no significa que sea lo mejor o lo que más nos conviene en ese momento. Esto mismo les ocurre a los niños. Es importante tenerlo en cuenta para saber decir que «no» pese a las consecuencias que esa decisión pueda conllevar.

La fuerza de voluntad se educa, se entrena, pero requiere un esfuerzo. Si lo trabajamos desde pequeños, cada uno en su medida, conseguimos que se convierta en un hábito para que llevarlo a cabo suponga mucho menos esfuerzo. Lo que no podemos hacer es permitirles y darles todo hecho desde pequeños y luego exigirles que tengan voluntad.

Pensar en la necesidad

Hay un aspecto que, en la educación actual, ha quedado olvidado: el hecho de pensar en la necesidad. Cuando nosotros éramos pequeños y pedíamos algo, la pregunta que nos hacían siempre era si realmente lo necesitábamos o no. Actualmente, no podemos hacer esa pregunta porque los niños de hoy en día tienen de todo. Por eso, no llegan a entender si necesitan o no lo que piden o si es simplemente un capricho.

Un capricho es aquello que no necesitan, aquello que les provoca un placer inmediato pero no es lo que necesitan o en esos momentos no es lo mejor para ellos. La manera más eficaz de evitar estos antojos es creándoles necesidades. Muchas de las cosas que nos piden no las necesitan y esto hay que enseñárselo.

Otro punto fundamental que no se trabaja es el razonamiento por el cual no se conceden estos caprichos. Los niños piden algo y, muchas veces, les ignoramos sin una fundamentación detrás. Los niños no entienden por qué les niegan aquello que quieren. Es muy normal que pidan porque son pequeños y forma parte de su naturalidad humana, por eso es importante explicárselo de forma natural para no dar lugar a una negociación.

La respuesta debe ser automática con una explicación pertinente, sin posibilidad de diálogo y negociación. Pese a todo, los niños lo van a seguir intentando de todas las maneras posibles y, en estos casos, un error muy habitual es que los padres acaben negociando. Hay que trabajar el nivel de exigencia, explicarles por qué y resistirse a la tentación que ponen. Detrás de todo esto hay un aprendizaje y depende de cómo actuemos, ellos se pueden quedar únicamente con que hemos cedido a su capricho.

La importancia de la motivación

Para finalizar, otro aspecto a tener muy en cuenta es la motivación. Motivándoles conseguimos que vean la recompensa de no acceder a su capricho. Podemos hacer que se den cuenta que el no hacer lo que quieran puede tener consecuencias mucho mejores de lo que ellos piensan.

La voluntad no solo hay que trabajarla con aspectos materiales. Lo importante es saber decir «no», explicar el por qué y motivarles y reforzarles con los beneficios de no hacer lo que piden o quieren. Esto es algo que lo tienen que experimentar y conocer para tener claras las consecuencias de cada forma de actuar.

María Campo Martínez

Pedagoga / España

Licenciada en Pedagogía. Diplomada en Magisterio de Educación Infantil. Asesora de Eduka&Nature.