Estamos acostumbrados a que en el aula se planteen objetivos, especialmente, para desarrollar el campo cognitivo de nuestros hijos. Nos preocupa que asimilen contenidos y que terminen cada etapa teniendo unos conocimientos, pero tan importante o más puede ser enseñarles conductas de comportamiento que puedan llegar a convertirse incluso en virtudes, como puede ser la paciencia.
El mejor momento para trabajar la paciencia es entre los 3 y los 6 años
Como educadores tratamos de guiarles y educarles en todos los campos, pero no siempre los incluimos en nuestra programación educativa. A veces, lo hacemos de manera espontánea, consiguiendo de esta forma buenos resultados, pero la espontaneidad no es el mejor recursopara utilizar en educación. No podemos dejar en manos del azar el desarrollo de ciertas virtudes como la que nos ocupa.
La paciencia se educa y se desarrolla, y el mejor momento para hacerlo es entre los 3 y los 6 años. Hay que enseñar a los niños a ser pacientes, por lo tanto, si debemos enseñarles, es importante que lo tengamos programado, es decir, que concretemos cómo lo vamos a trabajar y que lo tengamos presente cada día.
Las actividades para educar la paciencia pueden ser muy variadas y habrá niños a los que tengamos que prestar más atención que a otros, pero, en general, a todos les va a venir bien. Algunas prácticas destinadas a estas edades pueden ser las siguientes:
- Saber esperar su turno. Los educadores lo trabajamos desde que son muy pequeños, antes de los tres años, incluso. No debemos dejar de prestar atención en esta etapa. Por ejemplo, si estamos corrigiendo actividades que han terminado y vienen a entregárnoslas a nuestra mesa, tienen que saber hacer fila y esperar el tiempo que sea necesario. Nosotros deberemos prestar especial atención a cómo están fortaleciendo su paciencia. Es preferible que nos cueste más corregir los ejercicios y destacar el comportamiento de aquellos niños que están esperando su turno adecuadamente, a la vez que poner en su sitio al que trata de colarse, se sale de la fila, va a hablar con sus compañeros, se despista…
- Tener paciencia con sus trabajos. Cuando los niños comienzan a realizar una actividad, tienen que saber que no les va a salir siempre a la primera. Nuestro objetivo no debe ser que terminen de hacerlo, sino que sean capaces de seguir intentándolo hasta que lo finalicen. No nos debe preocupar tanto el final como el propio proceso.
- Paciencia con los demás. Es en esta etapa cuando empiezan a tener sus primeras relaciones sociales y, por tanto, también los primeros conflictos. En ocasiones, les cuesta entender la conducta de los otros; les molesta cómo puedan responder, que sus compañeros sean más lentos o que el trabajo no les salga tan bien como a ellos. El enseñarles a entender y a esperar al resto es una tarea también preciosa que podemos trabajar en grupo.
- Paciencia con uno mismo. Esta es una de las primeras etapas del autocontrol que hay que empezar a trabajar en este momento. Se debe comenzar sobre aspectos muy básicos y necesarios para la vida: saber esperar cuando tenemos hambre, cuando estamos cansados, cuando tenemos sueño, cuando tenemos ganas de ver a nuestra familia o amigos… Ante este tipo de situaciones, en lugar de darles una respuesta inmediata tenemos que transmitirles que en ese momento no pueden conseguir lo que desean y que deben esperar.
Pueden ser algunos ejemplos sencillos dentro de nuestras programaciones. El modo en que los llevamos a cabo puede ser a través de actividades variadas que dependerán de nuestra creatividad. Independientemente de la metodología que escojamos, comprobaremos cómo se pueden lograr muy buenos resultados que probablemente nosotros, como educadores de esta etapa, no lleguemos a disfrutar del todo, pero que serán la base para que puedan convertirse en personas pacientes en el futuro.