¿Cuántas veces te has arrepentido por un grito a uno de tus hijos o por tener una respuesta poco apropiada? ¿Sientes que pierdes el control y que estás todo el tiempo enfadado o enfadada? Creemos que la causa está en el comportamiento de nuestros hijos pero ¿qué es lo que realmente nos estresa?
Todos disponemos del mismo tiempo, la diferencia es dónde situamos nuestras prioridades
Es interesante analizar cómo estamos realmente por dentro y qué es lo que nos tensiona. Muchas veces pensamos que el nivel de estrés nos lo provoca el comportamiento de nuestros hijos cuando el origen está en nosotros mismos.
Cuanto más tranquilos estemos, mejor se comportarán los niños y, por lo tanto, menos tensiones surgirán. Los niños son un reflejo de nuestro estado anímico. Si estamos alterados, nerviosos, estresados… es muy probable que contagiemos esa tensión a los niños y acaben de la misma manera.
Generalmente, los niños responden a nuestro estrés con una conducta inapropiada. Ante este comportamiento, normalmente reaccionamos con enfado, lo que provoca que todavía el nivel de estrés y tensión sea superior y de lugar a posibles arrepentimientos posteriores. De ahí que lo importante es analizar cómo estamos y hacer todo lo posible por llegar a un estado de bien estar, relajación y equilibrio emocional.
Desde el primer momento que somos padres dedicamos todo nuestra atención y esfuerzo a los hijos haciéndoles entrega, prácticamente, de nuestra propia vida. Esta entrega es natural, va con la esencia de ser madres y padres, y es necesaria para que los niños crezcan y se desarrollen como personas. Sin embargo, a veces la entrega es tan grande que podemos llegar a descuidarnos como personas y también a nuestra pareja,si la tenemos.
Al principio, cuando los niños son pequeños y empezamos nuestra andadura como padres, podemos pensar que este aspecto no es tan importante o no influye tanto. Pero, con el tiempo, puede llegarnos a pasar factura, teniendo consecuencias negativas. Para darles lo mejor de nosotros a nuestros hijos debemos estar bien y sentirnos felices en todos los aspectos.
El modo de cuidarse y cuidar la pareja no es tan difícil. Solo tenemos que dar el paso de centrar nuestra atención también en este aspecto.
Probablemente, la mayoría de las familias pensarán que no tienen tiempo. Y todos disponemos del mismo, la diferencia es la prioridad que les demos a nuestros hijos. Debe haber una pequeña parcela en la que podamos compartir con ellos un hobby: pasear, hacer deporte, escuchar música, leer…
Estas actividades no tienen por qué durar mucho tiempo, pero sí deben realizarse de manera más o menos constante y desconectando de los problemas que podamos tener en casa. A veces, dejamos de hacerlo pensando que no podemos. Lo mejor es ponerse un reto más pequeño y aunque sea dedicar dos días a la semana antes que no dedicar ningún momento. Para lograrlo, es importante que tengamos ayuda, que la otra parte de la pareja contribuya a que podamos disponer de ese momento para nosotros y viceversa.
En la relación de pareja ocurre lo mismo. Son muchas las familias con grandes problemas entre ellos por haberse abandonado y dedicado exclusivamente a los hijos. No es raro encontrar padres y madres que llevan los mismos años que tienen los hijos sin salir solos a cenar o simplemente dedicarse un relajado paseo sin niños.
Existe un sentimiento de culpabilidad al dejar a los niños para hacer este tipo de actividades. Parece que la causa no es tan justificada como cuando les dejamos porque tenemos que trabajar. Pero debemos mentalizarnos que es tan importante o más.
Trabajamos para poder tener recursos que ofrecer a nuestros hijos y, en este caso, necesitamos este tiempo para poder estar bien entre nosotros, seguir manteniendo el amor que nos une y estar fuertes y unidos. Los hijos no necesitan solamente que estemos con ellos, sino que estemos bien y juntos. Nos necesitan, en la medida de lo posible, a los dos. Este tipo de esfuerzos por cuidarnos pueden ayudar a que estemos mejor y sobre todo prevenir y evitar problemas familiares en un futuro.
Como tarea personal, dentro de nuestros objetivos y metas para la educación de nuestros hijos debemos pensar cómo vamos a cuidarnos a nosotros mismos y cómo vamos a luchar por cuidar a nuestra pareja.
El cuidarnos nos permitirá sentirnos mejor y, por lo tanto, nuestro nivel de estrés se reducirá y estaremos mejor para educar a nuestros hijos. Ellos se sentirán bien y contagiaremos ese bienestar, calma y felicidad.