La generosidad de comprender a nuestros hijos

Para comprender debemos escuchar y tratar de ponernos en los zapatos de nuestros hijos

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El crecimiento y madurez de las personas dependen de la educación que reciben y viven. En este artículo se detallan los aspectos necesarios para educar de manera saludable y analizar todo lo que influye en el desarrollo evolutivo de nuestros hijos.

Un ambiente risueño propicia la confianza, la confidencia y la comprensión

¿En cuántas ocasiones hemos tenido un problema, se lo hemos contado a un amigo o amiga y nos ha respondido “¡¡no te preocupes!!’’…? Esta es una expresión cargada de las mejores intenciones, pero son las palabras más absurdas y vacías de contenido que nos pueden decir.

Nuestros hijos e hijas pueden llevar unos cuantos días preocupados por algo. Según la edad, puede que nos lo cuenten o no. Sea lo que sea si les decimos que no tiene importancia estamos en realidad poniéndoles barreras, que impiden que en otra ocasión confíen en nosotros.

Escuchar nos va a dar el paso a poder comprender, pero no solo a ponernos en sus zapatos, sino a andar con ellos… Somos muy dados a dar soluciones rápidas y a quitar importancia relativizando tanto su preocupación que no llegamos a ser conscientes que en realidad está sufriendo. Nos ha venido a pedir ayuda y se siente incomprendido.

¿Sabéis escuchar verdaderamente a  vuestros hijos?

  • ¿Eres capaz de interrumpir lo que estás haciendo para escuchar con todas tus fuerzas?
  • ¿Interrumpes a una persona que te está explicando algo para aclararle mejor tus propias opiniones?
  • ¿Acudes a tu experiencia para mostrar que tienes razón?
  • ¿Hablas mucho de ti mismo?
  • ¿Te enfadas cuando alguien te dice que no sabes escuchar?

La relación con los demás teniendo en cuenta la dimensión de la voluntad es analizar cómo comprendemos y sabemos escuchar. La comprensión se apoya en una gran virtud: la generosidad.

Es una virtud por la cual una persona está más dispuesta a esforzarse y hacer la vida más agradable a los demás o actuar en favor de otras personas de manera desinteresada y con alegría.

Cuando las familias realizamos tareas de nuestros hijos, estamos restringiendo las oportunidades que tienen de adquirir esta gran virtud. Porque esta, como el resto de las virtudes, no se aprende recibiendo, sino dando, con actos que cuesten y no siempre de forma totalmente voluntaria. Con esto no queremos decir que se obligue, se trata de motivar, de dar razones, de promover un comportamiento y reconocerlo después como muy valioso.

La generosidad desarrollada necesita de la fortaleza, que junto con la templanza son la base para la adquisición de los hábitos que se convertirán en virtudes y valores a lo largo de la vida. La fortaleza es la capacidad de acometer y luchar por algo que se sabe que vale la pena. Al hablar de generosidad estamos hablando de una manifestación del amor, fundamental para tener amigos, para comprender y para ser feliz. Los egoístas terminan solos.

Compartir es el primer paso de la generosidad, prestar lo que es tuyo es el segundo. Ayudar a otros, comenzado con los de la propia familia, en pequeños detalles en casa, es otra línea de trabajo. Dar oportunidades y aprovechar las circunstancias de la vida para que lo puedan practicar es la mejor herramienta que tenemos para que se puedan entrenar.

La alegría es una vía segura de comprensión porque compartir las alegrías facilita la intimidad necesaria para comprender.

En la sociedad hay unas líneas de pensamiento dominante que hacen que haya confusión de planos entre acciones y personas. Parece que todo vale, y no es así. Lo importante es que cada uno se sienta bien. Las líneas de actuación con nuestra educación deben llevarnos a que todos tenemos los mismos derechos y libertades.

Los hijos aman a aquellos que tienen tiempo no solamente para enseñarles, sino también para divertirse con ellos. El ambiente risueño propicia la confianza, la confidencia y la comprensión… Quizá así podamos entrar en intimidades que de otra forma nos serían vedadas.

Además, el humor nos permite siempre una salida airosa en nuestras reprimendas o castigos. El humor es un signo visible de cariño, que se trasluce en el deseo de hacer llegar suavemente un mensaje. Porque la alegría y el optimismo de nuestro hogar deben asentarse en el amor, que es a su vez la base de la comprensión.

Patricia Cigaran

Experta en Educación / España

Experta en Educación Familiar con más de 20 años de experiencia en la dirección de colegios infantiles.