¿Tienes un hijo favorito?

El hecho de tener a un hijo favorito no significa que se quiera a ese hijo más que a los otros, pero los niños lo entienden así.

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El hecho de tener a un hijo favorito no significa que se quiera más a uno que a otro, pero los niños lo entienden así. Para muchos padres es inevitable sentir favoritismo hacia uno de sus hijos, pero, aunque es algo habitual, se debe evitar ya que puede perjudicar al que se sienta “la oveja negra”.

Sentir que sus padres quieren más a su hermano mayor puede afectar en muchos aspectos al desarrollo de un niño

Es normal sentir favoritismo por uno de nuestros hijos, pasa en muchas familias, pero nunca se debe mostrar esa preferencia a los demás y mucho menos a los hijos ya que, según un estudio de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), los hijos que sintieron que sus padres tenían un favorito presentaron problemas emocionales toda su vida, convirtiéndose en adultos dubitativos, egocéntricos y con problemas de identidad.

El hecho de tener a un hijo favorito no significa que se quiera a ese hijo más que a los otros, pero los niños lo entienden así. Y ¿por qué tenemos favoritos? Existen muchos motivos que pueden explicar la preferencia de un hijo frente a los otros.

Por un lado, encontramos factores psicológicos como el hecho de que los chicos sean los favoritos de las madres y las chicas de los padres; que uno de nuestros hijos sea igual a nosotros física y psicológicamente; ver en ese hijo a alguien a quien queríamos mucho y ya no está; o que el favorito haya llegado en un momento especial a nuestras vidas (después de un aborto o pérdida de un hijo, cuando ya pensábamos que no podríamos tener hijos, tras una pérdida importante, etc.).

También puede haber factores biológicos que expliquen esta preferencia, como el hecho de que nos volquemos más en los hijos que vemos más débiles, introvertidos o con problemas.

Sea cual sea la causa, y aunque sea algo natural y frecuente, debemos evitarlo ya que causa muchos perjuicios no solo al que no es favorito, sino también a este y a la convivencia de toda la familia. Los principales efectos perniciosos serían:

1- Problemas emocionales. Al sentir una cierta carencia afectiva y sentirse relegado a un segundo plano, el niño sentirá un vacío en su vida y un menor vínculo afectivo con sus padres, lo que hará que de mayor sea más dependiente emocionalmente. Asimismo, estos niños suelen ser más reservados e introvertidos, no cuentan sus problemas ni confían en sus padres.

2- Celos. El niño sentirá celos del favorito, lo que hará que surjan constantes peleas entre ellos y no se lleven bien.

3- Llamar la atención. Es posible que intente llamar la atención con rabietas, trastadas, malas notas, siendo el payaso de la clase, etc.

4- Frustración. La tolerancia a la frustración de ese niño será menor y no sabrá afrontar sus problemas y resolverlos de manera adecuada. Eso hará que tengan más arrebatos de ira y menor control de sus emociones.

5- Baja autoestima. Si sientes que tus padres te quieren menos, es imposible que te quieras a ti mismo. Estos niños suelen tener baja autoestima y poca confianza en sí mismos.

6- Competitividad. Es normal que los niños compitan entre sí, pero en este caso la competitividad será mayor y más agresiva.

7- Sentimientos de rencor hacia los padres. Los no favoritos desarrollan un cierto rencor hacia sus padres por no haberlos querido ni tratado igual que a sus hermanos. También el hijo favorito puede sentir de mayor cierto rencor hacia sus padres por haberle colocado en esa posición que él no eligió y que le causó tantos problemas con sus hermanos.

Por todo ello, debes tratar a todos tus hijos por igual y mostrarles la misma atención y cariño. ¡Evita los favoritismos!

 

 

Compartir en Familia

Redacción / España

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