Jugar siempre es bueno, pero, ¡cuidado con los videojuegos! Los premios, las recompensas y los retos estimulan el cerebro, lo que provoca la segregación de dopamina y las ganas de seguir jugando. Laura Lewin asegura que «el problema no es el recurso sino el uso». Es importante poner límites para que el juego no se convierta en una conducta adictiva. Te lo contamos con la ‘Mirada de Lewin’.