Los tatuajes, que originalmente se utilizaban para rendir culto a deidades o para identificar tribus, son ahora una moda muy extendida entre los jóvenes. Por eso, es bastante probable que, en algún momento, tu hijo quiere hacerse uno. ¿Cómo reaccionar en esta situación, sobre todo cuando no estás de acuerdo? Te damos algunas claves.
Es importante que valore que un tatuaje es una marca para toda la vida
1. Ten en cuenta la edad de tu hijo
Si aún es pequeño seguramente no habrá madurado la idea y simplemente se deja llevar por la inercia de la moda (lo más probable es que alguno de sus ídolos infantiles tenga el cuerpo tatuado). Así que seguro que se conforma con llenar su cuerpo de tatoos temporales, de esos que se colocan humedeciéndolos con agua. No te niegues a que decore su cuerpo siempre que sea algo temporal; si lo haces alimentarás sus ganas de tener uno permanente.
Por el contrario, después de un tiempo de ponerse todo tipo de pegatinas y calcamonías (sí, pasará por esa fase, casi seguro) es bastante probable que dejen de gustarle y olvide la idea de hacerse uno “de verdad”.
2. Explícale qué significa tenerlo
Etimológicamente hablando, tatuar significa “marcar”, por lo que tu hijo debe ser muy consciente de que hacerse un tatuaje es llevar una marca durante toda la vida (actualmente se pueden borrar, pero no dejan de ser métodos abrasivos para la piel, que dejan cicatrices y otro tipo de marcas; además de ser costoso). Y aunque los padres y madres no somos dueños de nuestros hijos ni podemos decidir sobre sus cuerpos, sobre todo una vez que son mayores de edad, sí debemos orientarles y servirles de ejemplo.
También es importante que tengan sus propias ideas o aspiraciones acerca de los tatuajes o de cualquier otra cuestión pues eso les hace crecer emocionalmente sanos, pero igualmente es bueno que sepan qué opinas tú, ahora que eres un adulto, de un tema que (casi seguro) en su momento también te atrajo (y puede que tengas algún tatuaje en el cuerpo). Tanto si tienes tatuajes como si no los tienes, si te arrepientes o no, es importante que tu hijo conozca tus argumentos al respecto, pues seguro que difieren bastante de los suyos y de los de su grupo de amigos; de este modo tendrá una nueva perspectiva y puede que cambie de opinión.
3. No te precipites a decir que no
Es muy probable que te alarmes si tu hijo te ha dicho que quiere tatuarse. En ese caso, tu primera reacción tal vez sea el rechazo rotundo. Pero antes de negarte piensa muy bien lo que vas a decir, pues ya sabes que lo prohibido siempre atrae. Y, al fin y al cabo, no es tan descabellado que los jóvenes busquen formas de identificarse o diferenciarse de los demás. ¿O ya no te acuerdas de cuando tú tenías esa edad?
Conversa con tu hijo, que te dé su opinión sincera de por qué quiere tatuarse la piel, cuáles son sus razones; que te explique dónde se tatuaría y de qué tamaño sería su tatuaje. Si es un tatuaje pequeño en un sitio discreto, puede que no sea algo tan grave. Y si te planteas la posibilidad de acceder, que sea con condiciones: él lo tendrá que pagar con sus ahorros; no antes de que cumpla la mayoría de edad (de lo contrario necesitan autorización paterna); o después de un tiempo considerando la idea (funciona muy bien decirles que sí pero dentro de un año; lo más probable es que en ese tiempo cambien mil veces de opinión sobre qué tatuarse y dónde, y que ellos mismos decidan no hacerlo hasta no tener verdaderamente claro qué llevar en el cuerpo el resto de su vida).
4. Tatuarse es doloroso y puede resultar peligroso
Tu hijo debe saber que tatuarse la piel duele (y, según en qué parte del cuerpo, duele mucho). Además, si lo que quiere es hacerse un gran tatuaje tendrá que soportar varias sesiones, por lo que no es una decisión que deba tomarse a la ligera.
¿Qué pasa si una vez que empieza no soporta el dolor y cambia de idea? Lo hecho, hecho está; y puede quedar aún peor un tatuaje inacabado. Pero además, tatuarse puede resultar peligroso si se realiza con instrumentos que carecen de las condiciones de higiene establecidas para esta práctica y no se respetan medidas de salud; por lo que el riesgo de contraer una enfermedad es alto si no se toman precauciones. Haz que tu hijo piense sobre las consecuencias que puede acarrear su decisión, estéticas, culturales y de salud.
5. Existen otras alternativas
Es importante que tu hijo tome conciencia de los futuros problemas que puede ocasionar esa decisión en su vida personal y profesional. Hazle saber que hay otras opciones, distintas a los tatuajes permanentes, como los tatuajes de henna (que duran unos veinte días aproximadamente y sirven para que se haga una idea de si quiere llevar esos dibujos de por vida) o aquellos realizados a partir de tintas biodegradables que, aunque tienen un costo más elevado, no durarán toda la vida.
Además, en la actualidad se comercializan todo tipo de tatuajes temporales (más allá de las calcomanías que conocimos de pequeños) que seguramente cubrirán las expectativas de los jóvenes más exigentes (al menos por un tiempo). E incluso existen camisetas que simulan grandes tatuajes en los brazos, tan de moda entre los jóvenes actuales.
Cuando tu hijo conozca a fondo lo que implica hacerse un tatuaje reflexionará sobre su decisión. Acompáñalo en la búsqueda de información y habla con él. Hay muchas probabilidades de que cambie de opinión. Sea como sea, sin importar cuál sea la decisión que tome tu hijo, una vez alcanzada la edad para poder hacerlo, ten en cuenta que un tatuaje no cambia al ser humano, así que no le discrimines ni consientas que se convierta en víctima de ello. Tolerar y aceptar entre una diversidad de gustos y opiniones también forma parte de la educación que queremos para él.