No es novedad que los estándares de belleza cambian con el tiempo y muchas veces resultan inalcanzables e incluso perjudiciales, por lo que queremos reflexionar sobre el impacto que pueden tener las tendencias, especialmente en los más jóvenes.
Un aspecto físico demandante
El cuerpo normativo de hoy, generalmente promovido a través de los medios de comunicación, las redes sociales y los estándares de belleza predominantes, puede tener un impacto significativo en la autoestima de los adolescentes.
Este cuerpo normativo tiende a favorecer una imagen corporal específica que puede resultar inalcanzable para la mayoría de los jóvenes, lo que puede conducir hacia sentimientos de inadecuación, baja autoestima y preocupaciones sobre la apariencia física.
Cabe remarcar que se entiende lo “normativo” como aquello que marca una norma o pertenece a ella. Si bien sabemos que el estándar de belleza actual no es ley ni debería ser norma para nadie, también sabemos que a nivel cultural si se trata de una “norma” establecida de forma más o menos tácita en nuestra sociedad.
Para los adolescentes, la autoestima está muy relacionada con su percepción de sí mismos y cómo creen que los demás los ven. Cuando se enfrentan a imágenes idealizadas de cuerpos «perfectos» en los medios y en las redes, o incluso en las reacciones de la sociedad misma frente a esa “perfección”, es natural que comiencen a compararse con esas representaciones y a sentir que no están a la altura.
Esto puede generar una serie de problemáticas de diversos tipos, como por ejemplo:
1.Ansiedad y depresión:
La presión para alcanzar ciertos estándares de belleza puede generar ansiedad y depresión en los adolescentes. Se encuentran en pleno proceso de autodescubrimiento e identificación de sí mismos, por que se preocupan por su apariencia física (la cual es parte de sus representaciones) y pueden experimentar un aumento de ansiedad social, autoexigencia y autocrítica.
2.Trastornos alimenticios:
Si se desarrolla una obsesión por alcanzar ese cuerpo «perfecto», esta búsqueda incesante puede llevar a comportamientos alimenticios poco saludables, como la restricción extrema de alimentos, los atracones y las purgas. Esto puede desencadenar trastornos alimenticios como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa o la alimentación compulsiva, entre otros.
3.Baja autoestima:
Los adolescentes pueden desarrollar una percepción negativa de sí mismos y de sus cuerpos si no cumplen con los estándares de belleza predominantes, y esto puede verse aún más agravado si implica la no pertenencia o si sus entornos contribuyen a esa mirada condenatoria de sus propios cuerpos.
Esta percepción sesgada de sí mismos puede, además de generar una autoimagen negativa que pone el foco de valor en la imagen externa, afectar su confianza, su capacidad para establecer relaciones saludables y su bienestar emocional en general.
4.Presión para adaptarse:
En casos un poco más extremos (pero no por eso inexistentes), esta presión que genera el cumplimiento con los estándares de belleza puede hacer que los adolescentes se sientan obligados a cambiar su apariencia física mediante dietas extremas, cirugías cosméticas u otros métodos poco saludables, especialmente si se practican antes de la adultez. Esto puede conducir a problemas de salud física y emocional a largo plazo.
4.Presión para compensar:
Puede comenzar en la adolescencia pero incluso puede trascenderla, y es que: muchos jóvenes se ven en la necesidad de “compensar” aquello que “no tienen” como atractivo físico estándar para otras personas, con actitudes o acciones complacientes que no están dentro de lo que ellos realmente quieren para sus vidas.
Volverse complaciente en extremo puede desdibujar a la persona, haciendo que terminen diciendo “si” a cosas que no quieren hacer, solo para compensar o pertenecer, o para sentirse atractivos, vistos y validados. Esto resulta peligroso y trae consigo un gran malestar, ya que le quita al joven una capacidad de elección real y la posibilidad de moverse de forma auténtica y libre.
Es importante reconocer que la diversidad es natural y que no hay un solo tipo de cuerpo «correcto» o «ideal», y la realidad es que en muchos lugares del mundo este reconocimiento ha avanzado respecto a décadas o momentos culturales anteriores. Promover la aceptación de la diversidad corporal y fomentar la autoaceptación desde donde estemos y como podamos, son pasos cruciales para contrarrestar los efectos negativos del cuerpo normativo actual.
Además de esto, enseñar habilidades de pensamiento crítico puede ayudar a los adolescentes a cuestionar las imágenes idealizadas que ven en los medios de comunicación y a desarrollar una perspectiva más realista sobre la diversidad corporal.
Cabe remarcar que no se trata de ir “en contra” de personas que poseen un cuerpo que si “encaja” con lo que hoy es normativo, sino contraatacar la idea de que ese cuerpo es la única forma de belleza, y es a la que todos deberíamos aspirar para ser valiosos y aceptados. Fomentar la idea de que el valor personal no tiene que ver con la imagen externa o con los logros, puede ser beneficioso para contrarrestar los efectos negativos del cuerpo normativo actual.