Las Navidad se celebra en muchas partes del mundo, pero los niños suelen ser quienes más la disfrutan. ¿Qué les podemos fomentar entonces como familia durante esta celebración?
Si bien las vísperas navideñas alrededor del mundo varían en cuanto a tipos de comida, horarios de celebración, o incluso el tipo de obsequios que se regalan, es innegable que la Navidad es sinónimo de encuentro.
El regalo puede ser una enorme oportunidad para enseñar a nuestra familia el valor de dar
Estos encuentros pueden ocurrir entre amistades recientes o de larga duración, gente de nuestro vecindario o incluso personas completamente desconocidas. En tal sentido, es una celebración con muchísimo alcance, ya que es una festividad con múltiples interpretaciones y significados.
En el caso de Latinoamérica, la celebración en familia es en la mayoría de los hogares la costumbre elegida y sostenida hasta el día de hoy. También es cierto que en los últimos años, ya sea por situaciones puntuales o por cambios socioculturales, los encuentros familiares han disminuido o reducido considerablemente.
La Navidad es un evento que sucede anualmente y que puede parecer “anecdótico” para muchos. Pero el impacto que tiene en la estructura familiar (en especial para los más peques) es algo que no podemos ni deberíamos ignorar.
El significado de los regalos
Sabemos que uno de los momentos más esperados durante la niñez es la llegada de los regalos debajo del árbol. En muchos casos también deben buscarlos por toda la casa, lo cual aumenta aún más la euforia, el juego y la emoción infantil.
Pero más allá de este suceso central, el regalo puede ser una enorme oportunidad para enseñar a nuestra familia el valor de dar y brindar nuestros regalos, además de recibirlos. Y cuando decimos “nuestros regalos” esto no se reduce solo a lo material.
Es una oportunidad para compartir el humor, la compasión, la inclusión para aquel que le cuesta ser incluido, o un simple abrazo para quien no se encuentra pasando un buen momento.
Esto también ofrece un mensaje todavía más profundo para los niños. Sea cual sea la condición económica de cada familia, es la intención de querer regalar, aunque sea un poco de nuestro tiempo hacia el otro lo que verdaderamente importa. Es allí donde puede brillar una gran parte del espíritu navideño.
Un espacio afectivo seguro
En casos donde a los niños se les dificulta socializar con sus pares en la escuela a lo largo del año, la víspera navideña puede ser un verdadero bálsamo en términos emocionales. No olvidemos que la Navidad celebra el encuentro y, por lo tanto, el deseo de compartir afecto entre otros.
En consecuencia, sostener un clima afectivo, seguro, sano y genuino para toda la familia anima a los pequeños a socializar más. Una oportunidad para generar así nuevas y refrescantes oportunidades de interacción.
La presencia como padres
Aunque es cierto que lamentablemente no todas las familias pueden gozar de la Navidad sin dejar de trabajar (como es el caso de muchos médicos o policías, por ejemplo), la imagen de la familia presente durante todo un día es algo irremplazable para cualquier hijo.
El estar presente simboliza no solo la unión familiar entre padres, sino también un momento de distensión donde poder interactuar, jugar y reír para poder conectarse familiarmente sin las rutinarias y a veces limitantes condicionamientos de la vida cotidiana.