Llegan las fiestas navideñas y nuestros hijos adolescentes, que antes tanto disfrutaban con ellas, solo quieren salir de fiesta con los amigos. ¿Cómo conseguir disfrutar en familia de nuevo?
No se trata de obligar sino de involucrar a nuestros hijos
Al llegar la adolescencia nuestros hijos, antes tan comunicativos y cariñosos, se vuelven de pronto más silenciosos, ariscos y lejanos. Se encierran en su habitación y pasan horas hablando por el celular con sus amigos o quedando con ellos.
Así que, cuando llegan las Navidades, están deseando aprovechar estas dos semanas largas de vacaciones para salir de fiesta con sus colegas y disfrutar con ellos de estos días, dejando de lado actividades que antes hacíais todos juntos en familia como decorar la casa, ir a patinar sobre hielo, ir a ver las luces navideñas, etc.
Y estos es doloroso, no cabe duda, ya que las fiestas que antes tanto disfrutabais en familia ahora apenas sí sirven para verles un rato en la cena de Nochebuena, ya que llegan tarde a la misma y se van de nuevo en cuanto pueden.
Y cuidado con despertarlos pronto al día siguiente para abrir los regalos, cuando antes eran ellos los que os despertaban gritando y saltando de alegría.
¿Te suena todo familiar?
Lo primero que debes saber es que es normal. Los adolescentes se vuelcan en sus amigos y reclaman su independencia alejándose durante un tiempo de sus padres.
Por eso no debes enfadarte, sino que debes saber qué hacer y cómo motivarle para involucrarle de nuevo en estas fiestas tan familiares y bonitas que pueden ser una oportunidad de acercamiento.
Consejos para involucrar a tus hijos adolescentes en Navidad
Conoce los planes de tu hijo
Pregúntale antes de empezar las fiestas cuáles son sus planes para saber qué es lo que quiere hacer en estos días y proponle actividades navideñas que podáis hacer todos juntos, pero que puedan apetecerle, como ir al cine, ir de concierto, ir a esquiar o a pasear en la nieve… Seguro que hay muchas actividades en tu ciudad que puedan atraer a un adolescente. Olvídate de los planes que hacíais cuando era más pequeño y busca nuevas actividades.
Tiempo para todo
Nochevieja es una fiesta más de amigos, pero Nochebuena y Navidad son más familiares, por lo que debes recordarle la importancia de estar todos juntos en estos días. Esto no significa que no pueda quedar también con los amigos, pero acordad una hora de llegada y quedada para que pueda participar de la cena, no solo comer y marcharse.
Involúcrale en la organización
Pídele que te ayude a elegir el menú, comprar o incluso preparar la cena. Si ve que se le tiene en cuenta y que forma parte de la organización, tendrá más ganas de participar en ella.
Jugar, jugar y jugar
Para que la celebración sea más divertida, podéis pensar juegos familiares para hacer después. La cena no tiene por qué ser algo encorsetado y aburrido, demuéstrale que puede seguir divirtiéndose y riéndose con toda la familia.
Compartir en familia
En estas cenas y comidas aprovechamos para ver a miembros de la familia que vemos menos, como abuelos, tíos o primos. Hazle ver a tu hijo la importancia de disfrutar de estos momentos todos juntos, ya que es posible que en unos años los abuelos, por ejemplo, ya no estén presentes.
Diversión
A la hora de sentarse en la mesa, intenta que tu hijo se siente cerca de sus hermanos o primos de su edad para que esté más entretenido y pueda divertirse con ellos. Si no hay más gente joven, procura que los temas de conversación no sean siempre los mismos e involúcrale preguntándole sobre sus aficiones o pidiendo que cuente a los demás algo importante que le haya pasado. Si participa de la conversación y se le trata como a un adulto se lo pasará mejor y no se pasará el rato solo, aburrido y callado deseando irse.
En definitiva, debes hacer ver a tu hijo que en Navidades hay tiempo para todo, también para estar con los amigos, pero no se debe dejar de lado a la familia. Involúcrale en todas las decisiones (menú, decoración, actividades), para que tenga más ganas de participar en ellas y procura que se lo pase bien para que quiera repetir.
No se trata de obligar y castigar, eso es contraproducente y conseguirá el efecto contrario al deseado, sino de animar y hacer partícipe. Si ya no es un niño, no le sigas tratando como tal.