gratitud

5 pautas para enseñar gratitud a nuestros hijos

No es extraño encontrar personas que están constantemente quejándose, molestas por todo e infelices

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Hoy en día contamos con muchos recursos y avances que nos permiten vivir con más comodidades y posibilidades. En cambio, a pesar de ello, existe mayor queja e inconformismo. ¿Cómo puede ser que teniendo más haya mayor infelicidad?

Las familias tienen un papel fundamental, puesto que, su educación marca el carácter del niño

Esto no pasa exclusivamente en la vida adulta. Cada vez es más frecuente encontrar niños y niñas que nada les hace ilusión o que todo les parece aburrido. Muchas familias tienen la filosofía de darles todo lo que puedan a sus hijos, de tratar de que tengan lo que ellos no tuvieron. No quieren frustrarles por no lograr lo que desean.

En definitiva, quieren que sus hijos sean felices. Pero la felicidad se consigue sabiendo valorar lo que se tiene.

Es muy importante que el niño sea capaz de valorar cada cosa que tiene. No sólo lo material, sino todo lo que forma parte de su vida.

Aspectos a tener en cuenta para cultivar la gratitud y la felicidad

1. No tratar de darle todo lo que desea pensando que eso le hará mas feliz

Es importante saber decir «no» para que puedan valorar lo que tienen y aprendan que no se puede tener todo lo que uno desea.

Esto es lo que se van a encontrar en la vida y es bueno que lo aprendan de la mano de su padre y de su madre para prepararles. Con esto evitaremos frustraciones futuras que no puedan ser bien gestionadas.

2. Enseñarles que las cosas se consiguen con esfuerzo y dedicación

Cuando algo supone un esfuerzo se valora mucho más que si se ha logrado fácilmente. Educar en el esfuerzo implica un conocimiento de que nada es gratuito.

No hay mayor felicidad que la satisfacción que se puede sentir al conseguir algo que ha supuesto un esfuerzo. Las familias deben lograr que sus hijos sientan que los esfuerzos merecen la pena, pero no por lo que se pueda lograr, sino por la felicidad que se siente. No es educar en la compensación sino en la satisfacción.

3. Educar en la conformidad y aceptación

Esto significa que las familias deben enseñar a sus hijos a valorar lo que se tiene y no lo que no se tiene. Si se centran constantemente en lo que no tienen vivirán con inconformismo y no serán felices.

Deben ser capaces de aceptar con felicidad y satisfacción lo que uno tiene y saber valorarlo. No por ello, deben dejar de soñar y tener sus ilusiones o metas. Ser conformista no significa dejar de luchar, sino que supone saber ser feliz con lo que se tiene teniendo metas que permitan esforzarse por crecer y evolucionar.

4. Enseñar a los hijos a dar las gracias

Aprender a dar las gracias cada día por lo que se tiene y saber valorar el esfuerzo que a las familias puede suponer todo lo que le dan. No sólo les va a permitir ser mas felices, sino que, además, les ayudará a ser empáticos con los demás y generosos.

Detrás de cada gracias hay un acto de amor, cariño o reconocimiento hacia la otra persona y esto es lo que les va a permitir ser mejores personas.

Por ello, es tan importante trabajarlo desde muy pequeños y crear el hábito de ver lo que implica cada acción que los demás hace sobre nosotros. Saber valorar el trabajo de los demás, la comida del comedor, el trabajo del chófer del autobús, el que las calles estén limpias, el esfuerzo de los docentes, etc.

Es desde la familia desde donde tienen que hacerlo consciente. Cada vez que se quejen por algo, deben de hacerles ver el esfuerzo que hay detrás y saber valorarlo, aunque haya cosas que igual no sean como esperábamos.

5. Ser ejemplo

Una vez más, es fundamental que todo esto se transmita, no sólo con palabras y explicándoles cómo aprender a valorar las cosas sino siendo los padres el modelo a seguir.

No podemos pretender que los niños no se quejen de las cosas si están escuchando constantemente a sus padres quejarse de todo, teniendo actitudes inconformistas y no viéndoles felices con lo que tienen.

La gratitud, satisfacción y felicidad se contagia en los hogares y son las madres y padres son los que pueden decidir qué tipo de clima quieren tener en su familia.

Todas estas pautas permitirán educar a los niños y niñas en la gratitud. Y lo más importante, a desarrollar un carácter capaz de adaptarse a todo, que les permita ser felices con lo que tengan en la vida, lejos de la queja y del inconformismo.