Muchos podrían pensar que no, que no es posible vivir alegremente, asociando esta idea con un estado de felicidad permanente. Te contamos un poco más sobre qué es la alegría y si es posible sostenerla, desmitificando más de un mito en el camino.
La alegría: un sentimiento grato y vivo
Durante el mes de agosto se celebra mundialmente el día internacional de la alegría. Quizás no se encuentra colocada entre las efemérides más conocidas o festejadas del mundo, pero sí otorga el pie perfecto para hablar de este sentimiento. Y, quizás hacernos la pregunta… ¿Qué es vivir alegremente? ¿Es posible?
Ante todo, empecemos por definir la alegría: Según la RAE, la alegría se describe como un “sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores”. También se encuentra asociada a conceptos como regocijo, júbilo, satisfacción y buen estado de ánimo.
Partiendo de esta definición, no sería ilógico que más de uno ya descarte la posibilidad de vivir de esta manera. Pero la realidad es que vivir alegremente no se trata de permanecer en un estado constante de felicidad o experimentar únicamente sentimientos gratos. Se trata más bien de una búsqueda.
Un camino por recorrer
Vivir alegremente tiene que ver con una búsqueda, que se sostiene en el tiempo, de alcanzar satisfacción, y de atraer positividad y alegría a la vida cotidiana.
Por “alcanzar satisfacción” no nos referimos a que constantemente estemos en búsqueda de la siguiente cosa que nos satisfaga tampoco. Como personas, todos tenemos la tendencia a querer más, así que tampoco se trata de conformarse. Ni una cosa ni la otra.
Cultivar una actitud alegre tiene más relación con saber encontrar esa alegría a lo largo del camino, en lo cotidiano, en lo sencillo.
Por supuesto que nadie puede permanecer en un estado de felicidad ininterrumpido. La alegría no está relacionada a la ausencia de problemas diarios sino a una mentalidad resiliente que elige afrontar esas dificultades con una mirada más optimista.
Implica cambiar el filtro con el que miramos la realidad, por uno que también permita apreciar y vivenciar emociones positivas y encontrar pequeñas felicidades en lo cotidiano.
¿Cómo ver la vida con alegría?
Otra realidad es que esto se practica. Si bien, por diferentes motivos como el contexto, la crianza, las creencias, las experiencias de vida y la personalidad, algunas personas parecieran tener más facilidad para ver la vida con alegría, no quiere decir que la predisposición natural sea el único camino para alcanzar esta forma de vida.
Como la mayoría de las cosas, se ejercita la capacidad de cambiar la perspectiva.
Algunas maneras de ejercitar este nada sencillo cambio de paradigmas son:
- Gratitud: recordarnos a nosotros mismos cuánto tenemos para no dejar de apreciarlo y de ser agradecidos, puede ser la base de la alegría. Enfocarnos en lo que tenemos y hemos logrado, en lugar de lo que nos falta puede ayudar a modificar la mirada. Quizás para algunos requiera más o menos esfuerzo, pero ser intencional en reconocer como mínimo una gratitud por día, es un gran ejercicio.
- Atención plena: poder estar en el ahora, sin vivir en el pasado y sin preocuparnos por el futuro más de la cuenta, es clave para vivir alegremente. Esta atención intencional, colabora a poder descubrir esas alegrías diarias que solo podemos apreciar si estamos realmente atentos.
- Cultivar relaciones: es un poco obvio pero no por eso menos importante, pero invertir nuestro tiempo en vínculos genuinos que hacen bien, nos conecta con ciertos lados alegres de la vida, que solo se alcanzan en comunidad y relación con otros. Y, nuestra mirada puede ser modificada positivamente al convivir con otros cuya mirada de la vida tenga un perfil más positivo.
- Riqueza creativa: la creatividad puede ser una puerta directa hacia la alegría. Participar en actividades creativas en donde podamos expresarnos, sin la presión de ser excelentes en eso sino con las solas ganas de tener ese espacio libre, de exploración y autenticidad, puede ayudar a comenzar a ver las cosas con un lente ligado a la satisfacción personal
Por supuesto, existe mucho más que podemos hacer para buscar una cosmovisión más alegre hacia la vida. Y cabe remarcar que esta no se trata de evitar emociones negativas, de negar realidades difíciles, de mirar solo el vaso lleno o de no cuestionar lo que debe ser cuestionado.
En todo caso, tiene más que ver con la aceptación y el manejo emocional en situaciones complejas. En resumen, vivir alegremente no solo es posible, sino que depende de nosotros, de este combo de actitudes, prácticas y enfoques que podemos elegir en pos de cultivar la gratitud, la satisfacción y en definitiva, la alegría, abriéndonos a entender que esta última no es tanto un destino final al que llegar sino más bien una manera de encarar el viaje.