No podemos subestimar cuando algo o alguien nos provoca una emoción. Las emociones son tan importantes que pueden afectar nuestra forma de ver e interactuar con el mundo, positiva o negativamente.
No debemos confundir una emoción con una sensación
Todos los días y a cada momento experimentamos emociones de todo tipo. Ya sea cuando nos alegramos al recibir un mensaje de texto de una amistad, nos asustamos con una película de terror o cuando reímos sin parar después de escuchar un chiste, las emociones nos atraviesan.
Aun así, a veces podemos tener dificultades para distinguir emociones de otras experiencias corporales o mentales. Esto nos puede llevar a sacar conclusiones incorrectas de nuestro comportamiento, como también el de otros.
Emoción no es lo mismo que sensación
Por ejemplo, podemos confundir una emoción con una sensación. Aunque esta última efectivamente también la “sentimos”, se encuentra exclusivamente relacionada con nuestros sentidos, y cómo estos interactúan externa e internamente.
Pero en el caso de la emoción, según una de tantas definiciones científicas, hablamos de un estado de excitación que afecta nuestro comportamiento actual. Es decir, algo tan poderoso que modifica nuestra forma de actuar o de pensar.
De hecho, la emoción proviene del latín emotio, emotionis, que deriva del verbo emovere y, por lo tanto, de nuestro verbo “mover”. En otras palabras, la emoción nos pone en movimiento y nos saca de nuestro sitio actual.
La emoción en el cerebro
Desde el punto de vista cerebral, existen 3 estructuras cerebrales que se involucran en el proceso emocional.
El hipotálamo
Encargado de regular las emociones. Además, gestiona muchos circuitos neuronales que van a variar más o menos según nuestro estado emocional.
La amígdala
De las tres estructuras, esta es la que más se dedica a los aspectos emocionales. Tan importante es que esta puede actuar por nosotros y modificar lo que hacemos, incluso antes de que hayamos tomado una decisión concreta de acción.
El hipocampo
Se encarga de la mayoría de nuestro aprendizaje y memoria en el cerebro, incluyendo nuestras experiencias emocionales.
Durante el proceso de esta emoción que nos estimula, se producen 3 funciones (casi) en simultáneo que en la psicología se los reconoce como “tríada reactiva”. Estas son:
Reacción Fisiológica
Por ejemplo, cuando vemos u observamos a una persona que nos atrae, el cuerpo reacciona emocionalmente cuando nuestro corazón late muy fuerte, o cuando transpiramos más de la cuenta.
Comunicación Social
Básicamente, es la cara visible o la verbalización de nuestras emociones. Todo lo relacionado con cómo comunicamos lo que estamos sintiendo en ese momento a los demás. Siguiendo con el ejemplo anterior, al ver a esa persona que nos gusta, nos sonrojamos o empezamos a evitar la mirada por vergüenza.
Verbalmente hablando, la emoción también nos atraviesa cuando nos dirigimos a la persona y cambiamos nuestro tono de voz y hasta en nuestra elección de palabras.
Experiencia Subjetiva
Fundamental en la interpretación de lo que nos emociona. Cada persona puede reaccionar emocionalmente a un evento de formas completamente diferentes según sus experiencias previas.
Por ejemplo, una madre atestigua el momento en que su hija se accidentó en el baño con una afeitadora. Los gritos de dolor de su hija le resultaron tan fuertes y desesperantes que cada vez que la madre escucha un grito en la casa, su primera reacción siempre es de miedo e incomodidad.