Cómo enseñar a nuestros hijos a ser felices

Felicidad
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La búsqueda de la felicidad es la gran aspiración de los seres humanos a lo largo de toda la historia y debería ser el objetivo esencial de toda educación, tanto en el hogar como en la escuela.

El secreto de la felicidad no consiste en hacer siempre lo que uno quiere

John Lenon nos recuerda: “Cuando yo tenía 5 años, mi madre siempre me decía que la felicidad es la clave de la vida. Cuando fui a la escuela, me preguntaron qué quería ser cuando fuera grande; escribí: ‘feliz’. Me dijeron que yo no había entendido la pregunta. Les dije que no entendían la vida. ¡Cuánta razón tenía mi madre!”.

Pero, ¿acaso es posible ser feliz? ¿En qué consiste la felicidad? ¿Es como una especie de lotería que le toca a algunos afortunados, o se trata de algo que hay que enseñar, aprender y conquistar?

No debemos confundir la felicidad con algo tan imposible como pretender pasar toda la vida en un estado de euforia permanente, de plenitud o de continuos sentimientos agradables, sin sombras de tristeza o dolor.

Eso sería una ingenuidad y por supuesto algo inalcanzable.

Muchas veces se busca la felicidad donde no se encuentra. Se confunden con el bienestar, con la riqueza, con la fama y el éxito y, en consecuencia, se acumulan muchas cosas sin encontrar la felicidad.

A todos nos gusta ser reconocidos y valorados, y todos deberíamos tener un nivel de vida que nos permita vivir con dignidad. Pero, ciertamente, la felicidad no está en las cosas ni en el dinero.

La felicidad consiste en vivir en paz consigo mismo, en pensar y obrar de manera positiva, en aceptarse y atreverse a ser lo que uno se propone ser, en esforzarse por alcanzar objetivos positivos en la vida. No es una meta, es el camino.

Cada persona será lo feliz que decida ser.

Al morir su esposa con la que convivió toda su vida, un anciano de ya 90 años fue llevado a un asilo. Tras esperar un buen tiempo en la recepción, le indicaron que ya tenía el cuarto listo. Mientras esperaba al ascensor para llevarlo a su habitación, el empleado iba diciéndole cómo era.

-Me gusta mucho –le interrumpió el anciano con gran entusiasmo.

-¿Cómo puede decir eso si todavía no la ha visto? Espere un momento, que ya casi llegamos.

-Eso no tiene nada que ver –opinó el anciano-. La felicidad yo la elijo por adelantado. Si me gusta o no el cuarto no depende de su ubicación, del mobiliario o de la decoración, sino de cómo yo decido verlo.

Ya yo decidí en mi mente que me gustaría el cuarto. Es una decisión que desde hace mucho tiempo yo tomo cada mañana. Cada día es un regalo, y trato de vivirlo de un modo positivo pues sólo si yo soy feliz podré hacer felices a los demás.

Se montaron en el ascensor y el anciano arrojó al empleado su mejor sonrisa a través del espejo:

– ¡Cuánto sufrimiento se podría evitar en el mundo si sencillamente se le enseñara a las personas, desde que son niños, a elegir cada día la felicidad!     

Tolstoi decía que “El secreto de la felicidad no consiste en hacer siempre lo que uno quiere, sino en querer siempre lo que uno hace”, es decir, en vivirlo todo intensamente, con talante positivo, en buscar en toda la excelencia.

Y no olvidemos que felicidad viene de la palabra latina felix, que significa “fecundo”, “fértil”, “fructífero”, lo que indicaría que la felicidad tiene que ver con vivir la vida de un modo fecundo. Tiene que ver, en definitiva, con  la generosidad y la entrega, pues el secreto de la felicidad , reside en darla y no en esperarla, lo que supone  también esfuerzo, constancia,  vencimiento.

Corrió el rumor de que, entre aquellas fragosas montañas, brotaba la fuente de la felicidad. Numerosas personas salieron en su busca. La mayoría, sin embargo, desistió ante las primeras dificultades y se regresó a la casa diciendo que todo era mentira.  Algunos continuaron buscándola a pesar del frío, del cansancio y de las dificultades. Pero sólo un grupito de esforzados logró llegar hasta la fuente.

La fuente no tenía nada en especial que pudiera distinguirla de las demás, y el agua era idéntica al agua de otras fuentes.  Sin embargo, todos se sintieron especialmente felices. Entonces comprendieron que la felicidad consiste en tener una meta y en esforzarse por alcanzarla.

Antonio Pérez

Escritor y educador

Licenciado en letras por la Universidad Católica de Caracas