Consejos para ayudar a tu hijo a conocerse bien

El conocimiento de uno mismo ayuda a fortalecer la autoestima

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Una vida feliz y plena se consigue cuando uno llega a conocerse bien, identificando sus puntos débiles y fuertes. Desde la familia tenemos que ayudar a nuestros hijos en esta tarea de autoconocimiento y aceptación de su personalidad. No te pierdas este artículo.

Las familias ayudamos a nuestros hijos a que mejoren la percepción que tienen de sí mismos

Deben descubrir sus defectos y limitaciones, fruto de la madurez. Les ayudará a enfrentarse y pelear por ellos. No deben negar ciertas evidencias de su personalidad. A veces les juegan malas pasadas consigo mismos o en relación con los demás.

Negar la evidencia o caer en el desánimo es nefasto para conseguir cualquier mejora personal. Rodearse de gente que los quiera y que les ayuden a mejorar reforzará su camino.

No deben perder de vista sus fortalezas, para que puedan sacar fuerzas y energía y no caer en la tristeza y el desánimo.

Todas las personas en sí mismas son maravillosas

Sus cualidades son siempre suficientes para llevar una vida feliz y plena. Tenemos tendencia a nombrar un listado interminable de defectos y una o dos cualidades.

Hemos de reforzar sus fortalezas y talentos porque será lo que les haga descubrir realmente cuáles son sus pasiones, y se podrán apoyar en ellas para así superar sus debilidades. Les animará a vencer y salvar los obstáculos con decisión.

La alegría de luchar por alcanzar metas altas ha llevado a personas con graves impedimentos físicos, emocionales, sociales y económicos a victorias que nuestros hijos pueden imitar. Fijarse en ellas puede servirles de inspiración para conseguir aquello que se propongan.

Deben creer en ellos para pelear. Siempre desde la alegría y la humildad, sin pisotear al de al lado. Que su triunfo no suponga la humillación del de enfrente.

Preguntas para reflexionar en su propio conocimiento:

  • ¿Qué es lo que más me gusta de mí? (puntos fuertes).
  • ¿Intento ocultar algo? (puntos débiles).
  • ¿A quién se lo oculto?
  • ¿Te gusta lo que ves?
  • ¿Qué cambiarías?
  • ¿Valoro y agradezco lo que soy o por el contrario destaco sólo la parte negativa de mí?
  • ¿Me centro en las limitaciones y defectos de los demás o trato de fijarme en lo positivo?
  • ¿Cómo crees que podrías mejorar a la hora de aceptar a los demás?

Si veis la oportunidad, podéis hablar con ellos de qué les gustaría cambiar y podéis establecer entre las dos partes un pequeño plan de acción con una pequeña meta concreta.

Podemos concluir que las debilidades y las fortalezas no son más que las condiciones en las que jugamos la partida de nuestra vida. No debemos perder el tiempo soñando con lo que no se tiene, ni lamentándonos de las dificultades.

Debemos estar atentos y observar si se entristecen cuando no les sale bien y se sienten frustrados o reaccionan con alegría y optimismo para volver a comenzar de nuevo.

Y si se fijan constantemente en las fortalezas y medios de que disponen los demás para considerar que ellos mismos están en peores circunstancias o, por el contrario, les suponen un aliciente y un estímulo para esforzarse más.

Obtener un conocimiento propio es la base de la lucha diaria por mejorar. Quien mejor se conoce, mejor se puede esforzar por superarse si se enfrenta a esa pelea con optimismo.

Cada uno tiene que soportar el peso de sus defectos y apoyarse en la fuerza de sus fortalezas. Este proceso hará que la confianza en sí mismo crezca.

María Campo Martínez

Pedagoga / España

Licenciada en Pedagogía. Diplomada en Magisterio de Educación Infantil. Asesora de Eduka&Nature.