Dieta para niños con intolerancia a la fructosa

Así es como debes adaptar la dieta de tus hijos si son intolerantes a la fructosa

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La intolerancia a la fructosa es un tipo de intolerancia alimentaria bastante habitual y complicada de evitar. Se trata de un tipo de azúcar presente en muchos alimentos, por lo que puede resultar complicado adaptar la dieta del niño.

¿Qué es la intolerancia a la fructosa?

La fructosa es un azúcar simple (monosacárido) o hidrato de carbono que se encuentra de forma natural en las verduras, las frutas y la miel. La fructosa puede unirse a otro azúcar, la glucosa, para formar la sacarosa, que es la forma más común en que ingerimos la fructosa. La sacarosa, una vez ingerida, se separa de nuevo en el intestino en sus dos moléculas. Una vez allí, la fructosa es absorbida por las células intestinales para ser utilizada por el organismo en forma de energía.

Una intolerancia alimentaria es una reacción adversa del organismo hacia alimentos que no son digeridos, metabolizados o asimilados completa o parcialmente. No es lo mismo que una alergia alimentaria. En las alergias, el sistema inmunitario reacciona desproporcionadamente ante una sustancia, generando anticuerpos. En las intolerancias, los mecanismos son diferentes, pero nunca inmunológicos, es decir, no va a intervenir el sistema inmune en la reacción.

Una digestión más complicada

En el caso de la intolerancia a la fructosa, hay un error en la acción de la enzima encargada de degradarla, la enzima fructosa-1-fosfato-aldolasa (aldolasa B), dificultando a las células intestinales su absorción. Al llegar la fructosa no digerida al intestino, esta reacciona con las bacterias intestinales fermentándose, produciendo gases y otras molestias gastrointestinales, síntomas de la intolerancia como dolor abdominal, ruidos abdominales, distensión abdominal, diarrea, náuseas, retortijones, etc.

La intolerancia a la fructosa es una enfermedad genética del metabolismo que se da en 1 de cada 20.000 personas. Debido a este error congénito, cuando las personas afectadas ingieren fructosa, el organismo es incapaz de metabolizarla correctamente ya que carece de la enzima fructosa-1-fosfato-aldolasa (aldolasa B), por lo que se acumula en el organismo un producto intermedio de la degradación de la fructosa que es tóxico.

Los síntomas de esta intolerancia son comunes a muchos otros trastornos digestivos, por eso, para confirmar el diagnóstico es necesario hacer una serie de pruebas para descartar otras enfermedades y pruebas específicas de la intolerancia a la fructosa como test bioquímicos y genéticos, aunque la prueba más utilizada por su mayor especificidad y por ser poco invasiva, suele ser el test de aliento de hidrógeno y metano aspirado, tras la toma de 25-50g de fructosa.

Si se mantiene esta situación a largo plazo, puede aparecer déficit de algunos micronutrientes, alteraciones en la microbiota intestinal, aumentar la permeabilidad intestinal y/o producir inflamación a nivel sistémico. Por eso, antes estos síntomas siempre hay que acudir al profesional de pediatría.

¿Cómo debe ser la dieta en niños con intolerancia a la fructosa?

Se deben evitar todos aquellos alimentos que tengan una alta concentración de fructosa, favoreciendo la ingesta de los que tienen una baja concentración, como lo siguientes, que sí estarían permitidos:

  • Frutas y frutos permitidos: uvas, fresas, mandarina, naranja, lima, limón, higo chumbo. Existen otras frutas con baja concentración en fructosa, pero que sí contienen fructanos, galactooligosacáridos y/o sorbitol por lo que es posible que se tenga que limitar su consumo, como el plátano, el kiwi, el melón, la mora, la piña, la granada, los arándanos o las frambuesas.
  • Verduras y hortalizas: acelga, brécol, espinacas, patatas viejas, setas, escarola y endivias. Se pueden consumir de manera ocasional apio, acelgas, berros, berza, brécol congelado, calabacín, col, coliflor, lechuga, pepino y patata nueva.
  • Legumbres: de forma ocasional, lentejas, garbanzos, alubias y guisantes.
  • Cereales y derivados: harinas y sémolas de trigo, avena, maíz, centeno, quinoa, sorgo, fécula de patata, arroz.
  • Carnes, pescados y huevos se pueden consumir sin problemas frescos. Se deben evitar los procesados que contengan fructosa, sacarosa o sorbitol.
  • Leche y derivados: leche, quesos curados y frescos, yogur sin frutas ni sacarosa. Se deben evitar las bebidas de soja, la leche condensada, los preparados a base de leche con sacarosa.
  • Aceites y grasas: aceites vegetales, mantequilla y margarina.
  • Bebidas: agua, infusiones, cacao y café. No se deben tomar bebidas que contengan fructosa, sacarosa o sorbitol.
  • Especias y condimentos: albahaca, anís estrellado, azafrán, canela, cacao, cebollino, cilantro, comino, curry en polvo (sin ajo), cúrcuma, eneldo, estragón, hierbas provenzales, menta, mostaza, nuez moscada, perejil, pimentón, pimienta, romero, salvia, tomillo, vinagre.

Siguiendo esta dieta y cuidando lo que el niño come, no tendrá síntomas de intolerancia y evitará las complicaciones derivadas de la misma.

Irene García Pérez

Periodista / España

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.