¿Estamos sobre-medicando a los niños?

El abuso de ciertos medicamentos puede ser perjudicial para su salud

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Antipirético en cuanto les sube un poco la temperatura, antibióticos si les duele la garganta, antidiarreicos si están malos de la tripa… Hay tantos fármacos al alcance de cualquiera que, muchas veces, por evitar que nuestros hijos se pongan malos, les causamos un mal mayor al sobre-medicarlos.

Nunca se debe medicar a los hijos sin la autorización de un médico

A ningún padre le gusta ver a sus hijos enfermos y tenemos la idea, errónea muchas veces, de que si les medicamos en cuanto notamos el primer síntoma de enfermedad, lograremos acortar la misma y evitar que se agrave. Sin embargo, los padres no somos médicos y deberíamos evitar medicar a los niños a la mínima ya que, a veces, podemos causar más mal que bien.

Y es que hay muchas enfermedades que no requieren medicación. De hecho, habrás notado que desde hace un tiempo la tendencia de los pediatras, a no ser que sean casos graves, es la de no mandar a los niños ningún fármaco, sobre todo si presentan un cuadro vírico. Por mucha tos o mocos que tenga un niño, a no ser que los pulmones estén afectados, tenga otitis o la garganta con placas, lo único que te recetará el pediatra serán medidas de alivio como darle muchos líquidos, lavarle con suero nasal, acostarle con la parte superior del cuerpo ligeramente elevada, etc. Y es que, ante los virus, lo único que hace falta es paciencia.

Tampoco es necesario administrarle antipiréticos si tiene febrícula, es decir, si le ha subido ligeramente la temperatura. Solo cuando hay fiebre alta es necesario dar fármacos. Hay que tener en cuenta que la mayoría de dolencias infantiles son leves y sus síntomas (tos, mocos, diarrea…) suelen ser mecanismos de defensa del organismo que no conviene eliminar, por lo que tampoco es recomendable administrar antidiarreicos o antigripales.

Estos son algunos ejemplos de casos en los que no hace falta administrar medicación, a pesar de que los padres lo hagamos enseguida por miedo a ver empeorar o sufrir a nuestros hijos. Pero es necesario usar la medicación adecuadamente ya que un mal empleo, un consumo excesivo o insuficiente puede provocar consecuencias negativas, como intoxicaciones, resistencias creadas a ciertos fármacos, intolerancias, hipersensibilidad, falta de efectividad, dependencia, etc.

Por ejemplo, el abuso de los antibióticos supone que estos dejen de funcionar ya que las bacterias se hacen resistentes a ellos y, cuando realmente hagan falta, pueden no ser eficaces.

Además, los efectos de un fármaco pueden tapar los síntomas de otra enfermedad más grave. Si le damos a nuestro hijo un jarabe para la tos sin haber ido previamente al médico, quizá no descubramos a tiempo que realmente tiene neumonía.

Y es que no todas las enfermedades se curan con medicinas. Los avances médicos nos han hecho creer que cualquier patología puede curarse con una pastilla, pero algunas solo requieren reposo, descanso, alimentación adecuada y remedios naturales.

Compartir en Familia

Redacción / España

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