La comida no es un juego

Debemos tener muy claro que el objetivo no es únicamente que coman, sino que tengan una buena predisposición y unos buenos hábitos ante la comida

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El momento de la comida es uno de los más temidos por muchas familias. En ocasiones, para hacerlo más llevadero, se convierte en un juego provocado por los niños o alentado por las familias, algo que hay que tratar de evitar por todos los medios ya que en la comida no se juega, se come.

Los niños que duermen bien suelen comer bien y viceversa

La comida y el sueño van de la mano. Generalmente, un niño que come bien duerme bien y viceversa. Esta cadena de acontecimientos es muy importante para que no se desencadene malestar en los niños y en las familias.

Lo principal a la hora de la comida es tener claro qué objetivo tenemos detrás. A menudo nos obsesionamos demasiado con que los niños coman y nos olvidamos de una serie de factores importantes que se dan al mismo tiempo. Esto implica que, muchas veces, se monta una pelea tan grande para conseguirlo que lo único que logramos es provocar en los niños una predisposición negativa hacia esta situación y una gran desesperación en ambas partes.

Es muy importante, desde que son pequeños, crear buenos hábitos alimenticios. Debemos tener muy claro que el objetivo no es únicamente que coman, sino que tengan una buena predisposición y unos buenos hábitos ante la comida.

No sólo se trata de ingerir, sino que hay unas pautas que no pueden dejar de lado:

  • Sentarse a la mesa.
  • Colocarse correctamente.
  • Seguir un orden en la comida.
  • Utilizar correctamente los cubiertos…

El problema, sobre todo, suele aparecer cuando los niños comienzan a comer alimentos sólidos. De entrada, lo primero que puede ocurrir es que no les guste la comida que se les está dando porque les resulta rara, diferente o novedosa. Esto les puede producir rechazo. Hay algunos niños que les gusta todo, pero otros, sin embargo, pueden poner cara rara o les puede costar masticar, ya que requiere mayor esfuerzo que tragar. En estos casos debemos ser persistentes para lograr que los hábitos se establezcan a base de repetirlos.

Se debe tratar de que prueben los alimentos de manera progresiva, animándolos a ello y, con el tiempo, se irán acostumbrando a nuevos sabores y diferentes texturas. Cuando les guste la comida les podemos dejar que repitan, pero en caso de que no les agrade, deben comer siempre intentando que sea menos cantidad, pero deben comer. Al principio se deben poner cantidades más pequeñas en el plato para motivarles. Cuando lo acaben se van a sentir muy satisfechos y es entonces cuando podemos darles la opción de repetir. Poco a poco y de manera progresiva se les debe ir ofreciendo más cantidad.  Lo mejor es que se vean capaces de acabarlo y si les apetece que pidan más.

Hay que acostumbrarles a que coman y puedan comer de todo, sino van a tener una actitud negativa siempre hacia los alimentos.

Es muy importante que sepan respetar el orden, cuándo se empieza y cuándo se termina. Si se cansan o no les apetece seguir, hay que ser firmes, es lo que hay y lo que toca comer. No se deben ofrecer alternativas, menús a la carta, ni saltarnos platos sólo para que estén alimentados. En los comedores estas situaciones no se suelen dar porque comen lo que hay, sin embargo, en casa es más fácil que esto ocurra porque el límite no se marca con seguridad.

No hay que obsesionarse por el tema físico, si come o no come, siempre que estén dentro de los percentiles y no tengan problemas de salud. Por eso es fundamental tener claro si lo que queremos es que coman o que aprendan a comer. Es recomendable enseñarles a comer, aunque coman menos, con el tiempo irán aceptando mayores cantidades, pero siempre marcándoles un tiempo para que no se prolongue mucho esta situación, en algunos casos desagradable.

Al mismo tiempo hay que ir trabajando el uso de los cubiertos. Desde el principio hay que poner la mesa al completo para que entiendan qué es cada cosa. A los niños les gusta comer solos, aunque al principio le iremos ayudando y recordando los cubiertos para que los utilice de manera adecuada en lugar de usar las manos.

Comer es un hábito que se aprende y para el que no hace falta desquiciarse sino simplemente tener firmeza y las normas claras.

María Campo Martínez

Pedagoga / España

Licenciada en Pedagogía. Diplomada en Magisterio de Educación Infantil. Asesora de Eduka&Nature.