5 pautas para educar con autocontrol

Cuando un niño chilla, pega, se enfada, rompe algo, etc… lo que necesita es que se le ayuden a bajar el tono

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¿En alguna ocasión has reaccionado de manera desproporcionada con tus hijos y luego te has arrepentido? Muchas veces les pedimos que se comporten de un modo determinado y que aprendan a controlarse, pero ¿Sabemos hacerlo nosotros?

Hablar es muy importante, pero en el momento adecuado

Seguro que muchos os sentís identificados cuando decimos que en algún momento determinado no habéis sido capaces de controlaros y habéis reaccionado de manera poco apropiada con vuestros hijos. Estas reacciones, generalmente, no son las mas correctas pedagógicamente, puesto que pueden lograr el objetivo en el momento, pero no educan.

Además, genera un sentimiento de culpabilidad y sensaciones negativas a los padres que restan mucha energía de cara a seguir haciendo las cosas bien.

Lo primero que debemos aceptar es que es normal no siempre estar al cien por cien y perder el control en un momento dado. Lo que no debe ser tan normalizado es que esto suceda con mucha frecuencia.

Debido a la tensión y nivel de estrés que muchos padres tienen, este tipo de repuestas de falta de autocontrol suceden con mayor asiduidad de lo que debería.

Pautas que puedan permitir educar con autocontrol y buenos modelos para los hijos:

1. Analizar el estado de estrés personal

Es importante hacer una reflexión sobre cómo estamos, qué cosas nos pueden alterar más, el tiempo real que dedicamos a los hijos y el modo en el que estamos con ellos.

Este análisis nos puede permitir tomar decisiones de mejora. Es decir, puede que haya cosas que nos estén restando energía y dificultando la calma de cara a estar bien con nosotros mismos y con los demás.

En este caso, debemos tomar decisiones para mejorar esa situación porque si no es así, por mucho que trabajemos el autocontrol, será muy difícil lograrlo.

2. Contar con momentos personales de desconexión, calma y relajación

Para poder estar bien con los hijos y educar desde la calma, es importante, estar primero bien con nosotros mismos.

No es contradictorio querer darles todo lo mejor a los niños y entregarnos de lleno, con tener un pequeño momento al día para poder realizar aquella actividad, deporte o práctica que pueda ayudar a liberar el estrés o tensión y pueda hacernos sentir mejor.

3. Reflexionar sobre el porqué de la acción de nuestros hijos:

En el momento en el que un niño reacciona de manera no correcta, en la mayoría de las ocasiones, suele estar tratando de decir algo. Los niños llaman la atención o expresan lo que sienten por medio de sus acciones.

Pero los adultos solemos dar respuesta a su acción sin pensar el motivo de la misma. Es decir, si el niño no ha hecho las cosas bien respondemos con enfado y falta de autocontrol. Si pensamos que ese mal comportamiento es el modo de decirnos: “te necesito” probablemente nuestra respuesta sea otra.

4. Ofrecer respuestas calmadas ante conductas desproporcionadas

Cuando un niño chilla, pega, se enfada, rompe algo, etc… lo que necesita es que se le ayude a bajar el tono. Nuestra reacción de chillo, enfado, posible azote o estrés le generará mayor enfado y, por lo tanto, la conducta no adaptada, en vez de reducirse aumentará.

El objetivo, por lo tanto, será lograr que se calme y deje de actuar de manera incorrecta, en ese momento.

5. Hablar y comunicar lo que sentimos

Una vez que se ha calmado será momento de hablar, pero no antes. Muchas veces tratamos de que nos escuchen en medio del conflicto. Comenzamos a explicarles por qué no deben comportarse de ese modo y cómo deben hacerlo, pero cuando una persona está enfada su cerebro se bloquea y no puede escuchar.

Si los padres no escuchan o reaccionan ante lo que se le dice, su enfado aumenta y las conductas también comienzan a ser más desproporcionadas. Por lo tanto, hablar es muy importante, pero en el momento adecuado.

Una vez que está tranquilo es cuando se puede analizar lo sucedido, expresar cómo nos hemos sentido y dar ideas y pautas de cómo podría haber reaccionado.

De este modo, será mas sencillo que las conductas de los hijos mejoren y que aprendan a hacer las cosas de modo correcto. Será más probable que haya un mayor autocontrol, por parte de los padres, y menos arrepentimiento.

María Campo Martínez

Pedagoga / España

Licenciada en Pedagogía. Diplomada en Magisterio de Educación Infantil. Asesora de Eduka&Nature.