Los prejuicios y las etiquetas son juicios que no hemos sido capaces de elaborar nosotros mismos, pero nos resultan útiles para seguir avanzando. En un mundo lleno de costumbres y tradiciones, no es sencillo educar a nuestros hijos alejados de ciertas ideas arraigadas en la sociedad. Te contamos cómo puedes hacerlo.
Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá” Joseph Goebbels.
Toda idea siempre tiene un padre, pero no siempre es sencillo seguirle la pista. “Otros” le hacen eco intelectualmente en forma de cita, ensayo, etc.
Los medios de comunicación y redes sociales la difunden sin contrastar y nosotros nos la creemos porque las hemos visto escrita en las redes o las hemos escuchado en algún medio.
De esta forma tan sencilla se instala la idea como una verdad incontestable.
Sin darnos cuenta nos hacemos eco de juicios de valor, de hipótesis que se dan como verdades, nos fiamos de ellos. Son muchos frentes a los que tenemos que atender.
Mientras nosotros vamos de un lado para otro intentando atender todos los frentes, hay gente corrupta, interesada, con ideas mediocres, pero extendidas, que van imponiendo su ideología.
Hemos de estar atentos porque los prejuicios se pueden establecer por varios motivos:
- Por una cuestión práctica de que la vida es más fácil
- Por una cuestión teórica: ¿Cómo alguien que sepa la verdad se va a atrever a mentir y engañar? Hay gente que miente y engaña y hay gente que se auto engaña y se encierra en su mentira. Hay varias generaciones que han crecido pensando que no existe la verdad. Los griegos ya dijeron que la verdad es la realidad, lo real lo que está ahí. La persona que busca la verdad es la persona que con su inteligencia busca la realidad de las cosas, lo que de verdad hay
- Por una cuestión posibilista, sirve para quitar la fuerza a unos y a otros
- Por una cuestión interesada para justificar una posición personal y porque la inteligencia no está bien educada, que es el fondo de la cuestión.
El siglo XXI se caracteriza por la velocidad y el continuo cambio. Vivir a gran velocidad nos impide profundizar en las cosas. Ahora es mucho más fácil acceder a las fuentes, pero debemos ponernos a ello. No podemos hablar de los titulares porque no son la profundidad de los temas, lo que buscan es llamar la atención.
Ante todas las dificultades, la tentación fácil es pensar que con sobrevivir tenemos bastante, trabajo, hijos, atender los problemas, etc.
Vamos a sugerir unas orientaciones educativas para que las ideas dominantes no nos arrastren y podamos ir estableciendo unas líneas de actuación para nosotros y la educación de nuestros hijos.
- Buscar la verdad siempre. A veces rebuscar, hacer pensar a nuestros hijos, plantearles cuestiones que les hagan reflexionar, despertar su sentido crítico. Les proporcionará confianza.
- Considerar y respetar las aportaciones de los demás.
- Trabajar “sin prisas” en las cuestiones importantes.
- Aceptar las propias limitaciones y estar pendientes de superarlas.
- Acudir a las fuentes primarias, investigar en los temas que son clave.
- Ser dueño de uno mismo. Lo adquirimos y lo adquieren practicándolo en primera persona y proporcionándoles la oportunidad de que la practiquen ellos mismos, no nosotros por ellos. Dominando su cuerpo, forjando el carácter, desarrollando la inteligencia, viviendo la libertad y descubriendo la realidad y a las personas.
- Reconocer las equivocaciones es una actitud que favorece el enriquecimiento de la verdad.