Comer juntos, salir los viernes, un canto especial en los cumpleaños, ronda de chistes en año nuevo. Existen muchas tradiciones familiares que podemos compartir en familia, de manera diaria o eventual, y que aportarán beneficios a nuestra dinámica familiar. Te contamos cuáles son.
Desde la infancia resulta de gran importancia que existan tradiciones familiares que reúnan a la familia regularmente
Ya sean transmitidas generacionalmente o inventadas por nuestra propia familia, festividades o actividades semanales, como sean nos dejan valores, unidad e identidad. Se trata, ni más ni menos, que de nuestras tradiciones familiares.
Desde la infancia de nuestros hijos, resulta de gran importancia que existan tradiciones familiares que reúnan a todos los miembros regularmente. Esto no se circunscribe únicamente a festividades especiales. Puede tratarse de rituales diarios como cenar en familia o actividades recreativas semanales como noches de películas, espacios de conversación recurrentes, salidas puntuales, comidas especiales, entre otras.
¿Por qué resulta tan importante generar y mantener estas costumbres?
En primer lugar las tradiciones familiares ayudan a nuestros hijos a sentir seguridad y pertenencia a lo largo del desarrollo de sus diversas etapas de vida. Las costumbres otorgan crecimiento y sentido de identidad, tanto a los niños y adolescentes como a la familia como unidad. También es una excelente manera de fortalecer y mantener la unidad familiar, más aún en etapas en los que nuestros hijos tienden a querer pasar menos tiempo en familia, como en la adolescencia.
Otro beneficio tiene que ver con el legado. Es decir, costumbres que llevan tiempo en la familia pueden generar en nuestros hijos un sentido de responsabilidad por continuar con esas tradiciones y valores familiares.
Si bien las tradiciones y las rutinas no son lo mismo, ambas son dignas de fomentar y mantener. Técnicamente, las tradiciones tienen más que ver con eventos especiales, mientras que las rutinas se basan en las actividades diarias que ayudan al funcionamiento del hogar.
No es lo mismo un cumpleaños que una tarde de juegos de mesa. Así todo, ambos tipos de costumbres son necesarias para lograr una vida familiar rica y significativa. De hecho, eso mismo hacen las tradiciones: ayudar a las personas a dar significados a las celebraciones y a conectarse con su círculo social y familiar.
Dinámicas familiares
Una dinámica familiar que incluye costumbres genera, a su vez, la distinción de la familia en sí. Incluso aunque se trate de costumbres transmitidas de antaño, estas particularizan a la familia, haciendo especial su vida familiar eventual y diaria. Más rica es la experiencia si agregamos costumbres creadas por la misma familia o fomentada por alguno de sus miembros.
Esta significación que se le da a los rituales familiares conlleva un aumento de la autoestima en los niños, ya que pueden sentir a su familia como especial o a sí mismos como especiales dentro de sus familias. A su vez, genera un bienestar general para todos los miembros de la misma. Es por esto que resulta importante mantener la recurrencia de estas tradiciones, dándoles el importante valor que merecen en las rutinas de nuestros días y festividades, y ayudando a mantener la estabilidad y continuidad que nuestros hijos necesitan.
Las costumbres familiares representan también una importante fuente de recuerdos, de pequeños tesoros que luego pueden ser transmisibles y recuperables en el futuro. En adversidad o situaciones atípicas, poder seguir poniendo la mesa juntos, comiendo helado los viernes por la noche o armando el árbol de navidad en familia, estas actividades pueden ayudarnos a mantenernos a flote como familia.
Las tradiciones familiares pueden ser tan variadas como las mismas familias que las realizan. Desde actividades musicales, al aire libre, lúdicas, sociales, gastronómicas, solidarias, solo por nombrar algunas.
Los beneficios de las tradiciones familiares
Entendiendo los numerosos beneficios de la generación de estas costumbres, entendemos porque es de vital importancia que estén presentes dentro de nuestros hogares. Pero, como entendemos esto, también debemos tener en cuenta que a medida que los niños van creciendo algunas tradiciones se hacen más difíciles de mantener. Con lo cual es preciso adaptarlas a las circunstancias presentes y etapas vitales de los miembros de la familia.
También resulta fundamental tener en consideración la integración de todos los miembros familiares a la actividad y la posible mantención de esta. Si elegimos actividades que solo puedan desarrollar determinados miembros de la familia, o que se les den más fácilmente a algunos, estaremos dejando de lado a los que quizás poseen otras destrezas, excluyéndolos.
A su vez, si elegimos rituales difíciles de realizar o muy frustrantes, el compromiso no podrá mantenerse a largo plazo. Por estos motivos, seleccionar nuestras tradiciones con amplitud y sencillez, apuntando a la integración y comodidad de todos, es de vital importancia.
No es necesario arraigarnos a tradiciones pasadas que a nosotros nos inculcaron o que nuestros padres realizaban. Concentrémonos en mirar qué es funcional y bueno para la familia que estamos construyendo hoy. Quizás algunas costumbres puedan recuperarse, quizás otras deban ser soltadas (y atesoradas como hermosos recuerdos).
Pero, ya sea que luego nuestros hijos continúen alguna de nuestras tradiciones o las de nuestros antepasados, o creen las suyas propias, las costumbres en familia pueden proporcionar una buena salud emocional: nuestros hijos sabrán que pueden contar con su familia.