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Amor en la adolescencia: ¿Es realmente predecible en la actualidad?

Mitos y verdades de las relaciones durante la etapa adolescente

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Cuando de amor se trata, solemos tildar a la adolescencia de inocente, inquieta y exagerada. Sin embargo, mucho ha cambiado en tiempos de la virtualidad, una mayor apertura ante la sexualidad y los recambios culturales. Por eso nos proponemos intentar distinguir si existe una fórmula definida para el amor adolescente.

Fácilmente nos olvidamos que nuestro contexto ha cambiado notablemente desde nuestra propia adolescencia en términos sociales, culturales y económicos

Durante la adolescencia, resulta bastante común para los padres atestiguar o percibir sus primeros pasos con sus relaciones románticas, coqueteos, desamores, amores no correspondidos, etc.

A raíz de esto, y siempre con la mejor de las intenciones, buscamos aconsejarlos en base a nuestra propia experiencia. Convencidos de que “llegó esa etapa” y debemos llevar a cabo el ritual de siempre. Al fin de cuentas, nosotros mismos hemos pasado por esa etapa y algo podemos aportar.

Sin embargo, fácilmente nos olvidamos que nuestro contexto ha cambiado notablemente desde nuestra propia adolescencia en términos sociales, culturales y económicos. De hecho, el cambio es continuo y la tendencia no parece frenar, sino más bien todo lo contrario.

Así es como las clásicas historias de amor escolares, clubes sociales o vacaciones de verano que tan bien conocíamos hoy se ven ampliadas, combinadas o reemplazadas por redes sociales, emojis o incluso sexting.

Inevitablemente, nos surgen algunas preguntas: ¿cómo distinguimos lo predecible de lo específico en estos casos? ¿Deberíamos acaso asumir un rol más activo o pasivo en nuestro papel de consejeros/acompañantes? ¿Cuándo es momento de confiar y cuándo debemos dejarlos explorar?

Aspectos propios de la etapa adolescente

La personalidad se encuentra en formación hasta aproximadamente los 18 años, los jóvenes todavía atraviesan una etapa de autodescubrimiento. Esto incluye también el buscar pareja o interesarse por otros, ya que inconscientemente suelen compensar en el otro lo que están buscando o anhelando.

Los sentimientos, conductas y pensamientos relacionados con los intereses amorosos suelen contar con un altísimo nivel de intensidad, volatilidad y efervescencia durante la juventud. Al mismo tiempo, la idea que tienen del amor está más relacionada con la fantasía, la admiración, la pasión y no tanto con un vínculo de intimidad o confianza.

El deseo de pertenecer en términos grupales o de comunidad condicionan las elecciones que los adolescentes llevan a cabo. La opinión del grupo de amistades o compañeros en cuanto a la belleza, personalidad, fama o estatus esperado para una relación a nivel cultural representan un peso para los jóvenes que no puede ignorarse.

¿Cuáles son las variables propias de esta nueva era?

Las temáticas sexuales se manifiestan en edades mucho más tempranas que en décadas anteriores. El libre acceso a la información en la virtualidad multiplica las vías de comunicación por donde la juventud interactúa con imágenes, videos, memes u opiniones referidas al tema en cuestión.

Esto se da incluso en casos de extremas restricciones tecnológicas por parte de los padres. Por lo tanto, la idea de pureza e inocencia en la adolescencia predominante hasta unos 20 o 30 años atrás ya no solo es cada vez menos probable sino también contraproducente.

A pesar de esta paleta de colores más amplia, no debemos sobreestimar a las tecnologías, ya que la sexualidad todavía mantiene el tinte de “tema tabú”. De hecho, muchas veces los adolescentes investigan acerca de la sexualidad entre amigos ante la falta de un acompañamiento más sólido en el tema. Desde nuestra responsabilidad como padres, debemos entender que de una u otra forma ellos lograrán acceder a este tipo de contenidos, por lo que es mejor ayudarlos a desarrollar una educación sexual sana desde temprano.

Estereotipos del amor adolescente

Desde hace varias décadas existió la creencia basada en estereotipos de que los perfiles considerados extrovertidos, deportivos o simplemente “bellos” conseguían concretar más fácilmente una relación amorosa. Por otro lado, perfiles más intelectuales, pasivos, introvertidos o “nerds” no solían acceder al podio del amor.

Hoy por hoy, las tecnologías han permitido revalorizar las tendencias geeks o más cercanas al mundo de la virtualidad, el interés artístico y cultural. Esto no quiere decir necesariamente que hayan opacado el pensamiento clásico, pero definitivamente lo complementa y ya no es tan predecible “quien se pone de novio con quien” durante la escolaridad, por ejemplo.

La tecnología puede tener su lado sombrío en términos de stalking, violencia o manipulación durante el noviazgo. Ya sea a través de servicios de mensajería como Telegram, Whatsapp o los mensajes directos en Instagram, los perfiles controladores u obsesivos encuentran en las redes una herramienta muy poderosa que no debemos subestimar.

Desde nuestro lugar, es posible involucrarse en la vida de nuestros hijos sin hurgar su intimidad. Podemos preguntar a nuestros hijos cómo se comunican con sus parejas, cuándo o dónde suelen hacerlo desde un lugar más general. El objetivo no apunta a controlar o interrogarlos, sino a tomar más consciencia sobre lo que se escurre en el anonimato y fácil camuflaje que la ola tecnológica propone.