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Mi hijo está obsesionado con el fútbol

Se recomienda enfrentarse a este tipo de obsesiones con paciencia, pero también con decisión

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A partir de los 7-8 años los chicos y chicas pueden obsesionarse por alguna actividad o hobby concreto, lo que puede convertir algo positivo, como un deporte, en algo negativo si esta obsesión afecta al resto de su vida.

Una obsesión de este tipo puede afectar al rendimiento académico de los niños

Cualquier deporte es bueno para el desarrollo físico y mental del niño, sobre todo si le gusta practicarlo y verlo. Sin embargo, puede llegar a convertirse en una obsesión si se pasa el día pensando en el fútbol, jugando al fútbol, solo se interesa por los partidos de fútbol, no habla de otra cosa e incluso puede llegar a ponerse violento si intentas que haga otra cosa diferente.

En este caso, cuando una afición se convierte en obsesión, hay que actuar cuanto antes para evitar que perjudique al desarrollo del niño.

Lo primero que hay que hacer es comprobar si el niño tiene un problema o no.

Señales a tener en cuenta si tu hijo…

  1. Deja de lado sus deberes y tareas escolares, lo que afecta a sus notas y sus calificaciones, que de repente bajan.
  2. Descuida a sus amigos y deja de verlos y de quedar con ellos a no ser que se junten para jugar o ver fútbol.
  3. Deja de hacer otras cosas que le gustaban. Incluso es  capaz de no hacer algo realmente divertido (como ir a un cumpleaños), con tal de no perderse un partido.
  4. Se enfada, se pone violento o triste si le quitas el partido de fútbol de la televisión o no le dejas salir a jugar al fútbol.
  5. No sabe vivir sin el fútbol y este centra todas sus conversaciones y acciones. Todos sus pensamientos giran en torno al fútbol.

Si tu hijo cumple estas señales y ves que realmente su obsesión por el fútbol puede afectar negativamente a sus estudios y sus relaciones sociales, debes conseguir encontrar el equilibrio en su vida para que vuelva a convertirse en una afición más. Para ello, puedes seguir los siguientes consejos:

  • No le digas que es un pesado o que siempre está hablando de lo mismo y nadie le va a aguantar. No le hagas sentir mal por esa afición que tiene, aunque se haya convertido en una obsesión. Debes ser sutil a la hora de ir modificando esos hábitos.
  • Limita las horas que pasa jugando al fútbol o viéndolo de manera progresiva. Es decir, no debes prohibírselo totalmente de un día para otro ya que solo conseguirás que se enfade y tenga más ganas de hacerlo. Es mejor que vayas bajando el tiempo que practica o juega a este deporte gradualmente, sustituyéndolo por otras actividades divertidas.
  • Intenta involucrarte en su obsesión y formar parte de ella para que sirva de conexión y unión entre vosotros, a la vez que limitas, sin que se dé cuenta, sus horas de fútbol.
  • Proponle actividades divertidas de las que antes le gustaban para conseguir que piense en otra cosa distinta.
  • Hazle ver que está dejando de lado a sus amigos y sus estudios, lo cual no es bueno para él.
  • Ten paciencia y poco a poco conseguirás que el fútbol deje de ser lo único importante para tu hijo.