Para celebrar el Día Mundial de la Tolerancia, invitamos a meditar sobre lo que representa defender la opinión propia y cómo podemos resignificar su origen para una mejor convivencia comunitaria.
Las redes sociales han colaborado en reflejar y amplificar también la intolerancia
Después de largas y dolorosas luchas de distintas corrientes en la sociedad, el siglo XXI se caracteriza por resonar cada vez más fuerte el respeto por la diversidad. Acalorados debates respecto al aborto, la diversidad de género, el lenguaje inclusivo o la eutanasia pueden darnos la sensación de un mundo más tolerante.
Aun así, lo cierto es que todavía nos encontramos muy lejos de alcanzar ese ideal. Sin ir más lejos, las redes sociales han colaborado en reflejar y amplificar las distintas posturas, pero también las intolerancias. Existen aún países que condenan las diferencias con castigos físicos y mentales, incluida la sentencia de muerte.
Lamentablemente, el agravio, el ninguneo y muchas veces la estigmatización forman parte del menú de un porcentaje considerable a nivel mundial.
Cómo podemos mejorar nuestra tolerancia
Cabe entonces preguntarnos: ¿Por qué nos cuesta horrores aceptar y convivir con elecciones o realidades diferentes a la nuestra? ¿Seremos naturalmente intolerantes? ¿Qué podemos hacer para revertirlo? ¿Queremos hacerlo?
Podemos encontrar una pista para empezar a responder si analizamos lo que pretendemos defender, es decir, nuestra opinión.
Esta opinión no es un simple pensamiento entre muchos. Desde nuestro punto de vista, nuestra opinión es una afirmación. Esto implica una mirada absolutista de los hechos, con base en experiencias propias y ajenas. Pero también involucra algo mucho más profundo, esencial y primitivo en nuestra naturaleza: la sensación de seguridad.
Por más que pasen milenios, somos animales de costumbre. Y aunque esta cualidad nos ha permitido sobrevivir durante mucho tiempo y construir un mundo medianamente “predecible”, también es una de las mayores enemigos de la tolerancia.
¿Por qué defendemos con tanta seguridad que el maní solo puede acompañarse con cerveza? ¿O que no hay diversión si no hay alcohol? ¿En qué libro está escrito? ¿Debería ser ese nuestro parámetro de verdad?
Repetición de patrones
A veces olvidamos que estas “verdades” las aprendimos sostenidamente de nuestro entorno, familia o simplemente por un comentario repetido en el tiempo. La repetición se tradujo eventualmente en seguridad y esa seguridad se convirtió en nuestra verdad absoluta. Porque de no ser así, ¿Qué garantías tenemos en este mundo?
Aunque no es este el lugar para ahondar en semejante debate, el punto es que nuestra obsesión por hallarnos abrigados de seguridad ha mutado en una posición sumamente hostil para nuestro alrededor y viceversa.
De hecho, al comprobar la reacción de rechazo por parte de los demás al comunicar una opinión, nos impulsa a anclarnos aún más en nuestra forma de pensar. Tal es así, que nuestra opinión se convierte en nuestro refugio ante este mundo “amenazante e incomprensivo”.
La importancia del Día Mundial de la Tolerancia
Por lo tanto, y en el marco del Día Mundial de la Tolerancia, consideramos valioso reflexionar acerca de este punto de partida para una propuesta superadora. La seguridad es importante en nuestro día a día. Sabemos que puede sostenernos en muchos aspectos de nuestra vida, pero sabemos (muy en el fondo) que no es lo que nos “llena” realmente.
El respeto por la diversidad, por otro lado, es una oportunidad para animarnos a seguir creciendo como seres humanos; arriesgar nuestras zonas de comodidad puede causarnos temor, pero pocas cosas son tan atemorizantes como una sociedad que no puede contar consigo misma, por la razón que sea.