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Las técnicas conductuales

Castigo, refuerzo y extinción

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La crianza nunca es fácil, pero menos aún cuando de abordar las conductas de nuestros hijos. Te hablamos sobre las técnicas conductuales que tenés que conocer para modificar comportamientos de forma informada.

¿Cuál es la mejor manera de disciplinar a nuestros hijos, de enseñarles a comportarse?

A lo largo de la infancia, muchos de los aprendizajes, y de nuestras enseñanzas, tienen que ver con la conducta. Es decir, con las maneras con las que se conducen en casa, en sociedad, en familia. Nuestros hijos van aprendiendo a comportarse de acuerdo a las reglas que gobiernan la vida social, familiar, legal, entre otras.

Esta realidad corre para toda familia y por eso todo padre o madre se hace alguna vez estas preguntas: ¿Cuál es la mejor manera de disciplinar a nuestros hijos, de enseñarles a comportarse? ¿Qué ocurre cuando mi hijo se encuentra realizando una conducta no deseada?

Estas preguntas tan lógicas son solo algunas de las emergentes respecto a lo que tiene que ver con criar a nuestros hijos y educar sus comportamientos. Es por esto que nos gustaría hablar de las técnicas conductuales.

Cabe remarcar, antes que nada, que las palabras “castigo” o “negativo” suelen tener una connotación casualmente negativa en nuestro radar. Pero los conceptos no apuntan a tratar mal a nuestros niños ni mucho menos, sino a distintas maneras de atender el aspecto conductual de la crianza.

¿De qué se trata el castigo?

Todos conocemos de qué se trata el castigo: una penalización impuesta ante la ejecución de una acción particular.
Aunque suene difícil de creer, existen varios tipos de castigo. El castigo como lo conocemos suele tener que ver con una consecuencia que se ejecuta por una respuesta, pero existe también algo llamado refuerzo.

El refuerzo es otra técnica muy usada para la crianza, que también puede variar en sus tipos. El refuerzo también puede ser de varios tipos, y tiene que ver con estímulos que, valga la redundancia, estimulen a los niños a volver a realizar una acción o conducta, o la realicen más seguido. El refuerzo del tipo negativo suele confundirse con el castigo.

Ahora, ¿Qué ocurre si ante ese comportamiento no se castiga ni se refuerza, sino que se anula todo refuerzo? Este modificador de conducta que tiene que ver con el fin del refuerzo, con no entregar nada que refuerce ese comportamiento es conocido como “extinción”. Consiste básicamente en suprimir el refuerzo de una conducta que ya ha sido reforzada.

Podemos decir que estas tres, castigo, refuerzo y extinción, conforman la columna denominada técnicas conductuales. Estas técnicas ayudan a que un comportamiento continúe, cese, se mantenga o se reduzca.

Esto puede sonar un poco confuso, así que pongámoslo en ejemplos prácticos:

  • Castigo positivo: Un reto frente a una acción indeseada.
  • Castigo negativo: Retiramos un juego por una cantidad de tiempo al niño debido a que agredió a su hermano mientras jugaban.
  • Refuerzo positivo: Elogiamos al niño por haber guardado sus juguetes.
  • Refuerzo negativo: Nos enojamos con el niño por una conducta desagradable. El niño se disculpa y retiramos ese enojo.
  • Extinción: El niño se comporta de forma indeseada, pero nosotros hacemos como si nada. No hacemos ni decimos.

¿Por qué es importante que conozcamos las técnicas conductuales?

Porque muchas veces, el reto o la reprimenda funcionan como refuerzos positivos para nuestros niños sin que nosotros lo queramos así. Cuando los niños intentan captar atención a través de comportamientos indeseados, otorgarles la nuestra incluso a través de castigos significa colaborar a que logren lo quieren.

Es por eso que muchos niños se comportan adversamente de forma repetida, porque entienden que reciben atención al hacerlo. Los niños que buscan atención a través de conductas rebeldes registran que los padres les manifiestan atención al retarlos, no el malestar del reto.

En este caso, la extinción resulta una estrategia muy útil. Retiramos la atención, uno de los refuerzos positivos más grandes que existen. Si retiramos esa atención sobre la travesura, estaremos enviando el mensaje al niño de que no necesita comportarse de esa manera para recibir nuestra atención y que, de hecho, no la recibirá. No todos los niños necesitan lo mismo.

Técnicas conductuales para mejorar la crianza

Por supuesto que estas tres técnicas se articulan entre sí en la vida diaria de la crianza. No tenemos por qué elegir una técnica sola y quedarnos con ella para todo tipo de disciplina, sino que la mayor riqueza se encuentra en entender cuándo es momento de operar de cada una.

No todos los niños poseen las mismas necesidades ni reaccionan igual ante la disciplina. Por eso, lo mejor que podemos hacer es que nuestra crianza sea personalizada.

Si el niño se comporta adecuadamente, es preciso recurrir al reforzamiento positivo. Si el niño intenta llamar nuestra atención, hacernos reaccionar de cierta manera, o repite una conducta sin cesar, la extinción es el mejor camino (siempre que el niño se encuentre lejos de cualquier peligro). Si el niño se comporta indebidamente, quizás podemos apelar al castigo positivo, negativo o al reforzamiento negativo.

Siempre y cuando sepamos que existen opciones e intentemos articularlas, podremos sacarle mayor y mejor partido a las técnicas conductuales.