Un viaje con hijos adolescentes implica cosas diferentes que uno con niños más pequeños, pero puede resultar una gran oportunidad para pasar tiempo de calidad en familia. Te contamos algunas cuestiones a tener en cuenta a la hora de emprender una aventura con hijos jóvenes.
Debemos equilibrar los tiempos familiares, de generación de recuerdos y experiencias
Antes quizás se trataba de buscar lugares para comer, con juegos, destinos con propuestas infantiles, hoteles con recreación, pileta y actividades preparadas para jamás aburrirse. Pero aceptémoslo, los chicos crecieron y ya no necesitan lo mismo.
Como ocurre con muchos otros asuntos, hay premisas que cambian y otras que se mantienen. Entre estas últimas encontramos el objetivo de cualquier viaje familiar: que cada miembro de la familia disfrute de la experiencia.
Cuando de adolescentes se trata, esa experiencia será evidentemente diferente a viajar con niños, con lo cual resulta aún más clave que los jóvenes se involucren en el proceso de planeamiento del viaje. Digamos que esto sería el primer paso en la dirección correcta. Empezar el proceso con el pie derecho.
Consejos para planear un viaje con adolescentes
La flexibilidad acá resulta incluso más importante que nunca: imponer un tipo de viaje con el que los jóvenes no están de acuerdo, ya sea por la forma, el destino o las propuestas, puede costar muy caro.
Buscar actividades para niños resulta en este sentido más “fácil” quizás, y aunque no se trata de crear un viaje basado en nuestros jóvenes, la adaptabilidad está a la orden del día para que todos pasemos un buen tiempo. Ahora, esa misma flexibilidad tendrán que poner ellos mismos frente a las necesidades de los padres o hermanos, y es bueno pautar esto entre todos desde un principio.
Gestionar los ritmos de viaje es otro factor clave para el éxito
Poder planear balanceadamente, equilibrando tiempos familiares, de generación de recuerdos y experiencias, y momentos en donde pueda hacer algo de vida “en soledad” o con sus hermanos resulta un buen manejo del tiempo. Respetar su privacidad es muy importante en la vida y también en un viaje. No olvidemos que los jóvenes quieren seguir conectados con sus amigos, con sus redes y tener tiempos individuales, para luego incluso disfrutar aún más los tiempos en familia.
Elegir un alojamiento adecuado ya no recae tanto en lo que el lugar proponga para los niños, sino en encontrar un lugar para alojarnos en donde los jóvenes puedan tener sus espacios y puedan recorrer libres de peligro.
Cómo viajar con adolescentes y no morir en el intento
Esto requiere de estas dos cosas: flexibilidad y consenso, consensuar las actividades resulta necesario. Ir a visitar algún lugar que el joven quiera ver, o medir un poco más los tiempos en los lugares que quizás otros miembros de la familia no disfrutan tanto, es el corazón del arte de ser adaptable.
Para esto es preciso no dejar de tomar en cuenta que es lo que más disfruta cada miembro familiar, incluyendo a nuestros hijos jóvenes: quizás poseen un perfil más deportivo, más observador, tecnológico, visual o musical, aventurero o lector.
Al final del día, no se trata de que nadie se imponga y todos nos tengamos que adaptar totalmente a nuestros hijos adolescentes o que ellos se tengan que adaptar totalmente a nosotros, sino que se trata más de hacerles partícipes del proceso previo y del durante. Sus opiniones y gustos importan. Y los viajes familiares representan una excelente oportunidad para crear momentos cómplices y recuerdos inolvidables juntos.