La inactividad vacacional: ¿Favorable o perjudicial?

El sano equilibrio, ante todo

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A veces asociada con la vagancia extrema, y preocupando a padres desde tiempos inmemoriales, la inactividad vacacional puede resultar disfrutable o nociva, dependiendo de cómo la llevemos. Te dejamos algunos pensamientos sobre este asunto que quizás para vivir este tiempo con todo el balance posible.

Durante el ciclo lectivo yo asistía al colegio durante la mañana y no era una persona de la mañana para nada. Es por esto que esperaba con ansias que llegara el momento en el que iba a poder levantarme a la hora que quisiera.

¿Es realmente tan desfavorable esa inactividad vacacional?

Recuerdo vívidamente los desesperados intentos de mi amada madre para batallar lo que a sus ojos se presentaba como “vagancia vacacional” durante el verano en aquellos años escolares.

Por supuesto, no la culpo para nada y solemos reírnos al respecto. Pero en mi adultez, charlando con ella y con otras madres o padres, la respuesta común frente a este tema cambió. Podemos decir que esta situación recae en el miedo a que el niño o adolescente caiga en cierto modus operandi que luego no pueda sacudirse al comienzo del siguiente ciclo lectivo.

O, peor aún, que esa inactividad implique cierto aislamiento. Sobre todo, por horarios cambiados y dependencia a las pantallas (encima, cuando uno tiene cierta edad, pareciera que no hay nada que quiera más que eso).

La inactividad vacacional: ¿cómo convivir con ella?

Ahora: ¿Es realmente tan desfavorable esa inactividad vacacional? Creo que la respuesta más adecuada para esta pregunta es la misma que para muchos otros temas en la vida: ante todo el balance.

Primero, lo primero: se entiende por “inactividad” a la falta de compromisos u obligaciones escolares (o no curriculares pero deportivas y/o estudiantiles) en el caso de niños y adolescentes. La inactividad durante las vacaciones no tiene por qué ser para nada perjudicial si enseñamos a nuestros hijos a gestionar el tiempo libre.

Si hay algo que aprender de parte nuestra, de movida: el aburrimiento no es el enemigo. Muchas veces nos desvivimos por llenar la vida de nuestros hijos con estímulos y actividades, cosa que cuesta soltar durante las mismas vacaciones. Si bien lo hacemos con el corazón en el lugar correcto, la falta de estímulos externos puede ser generadora de los mejores juegos creativos e imaginativos por parte de nuestros peques. Jugar por jugar, sin objetivos evidentemente pedagógicos, es saludable para los niños. Pero, a medida que van creciendo, los juegos creativos dan lugar a otro tipo de dinámicas y necesidades de descanso, por supuesto.

¿Qué hacer entonces?

En el caso de los niños, generar una rutina es resulta saludable, mientras esa rutina da lugar a ciertos placeres vacacionales como despertarse más tarde de lo usual, tener algún tiempo de juego libre y/o pantalla por día o irse a dormir un poco más tarde de lo usual.

Mientras mantengamos los horarios moderados respecto al uso de dispositivos y al sueño, podemos enseñarles a nuestros hijos a gestionar el tiempo libre. Con actividades recreativas, en principio un poco más guiadas y luego más libres, un poco más creativas en pos de aprovechar esa ventana vacacional y climática. Además, podemos proponer planes familiares que quizás resultan difíciles de ejecutar durante la mayoría del año.

La inactividad vacacional en la adolescencia

En el caso de los adolescentes, las estrategias son otras, pero cierta premisa se mantiene: algunos límites continúan siendo saludables aún en la adolescencia. No olvidemos que los adolescentes se encuentran en plena formación de su personalidad. La comunicación, las actividades recreativas variadas y la socialización resultan importantes en el día a día de los jóvenes, incluso estando de vacaciones. Las concesiones son otras y de hecho lo ideal es pautar junto al joven los arreglos vacacionales, sin extralimitarse. Con los adolescentes, el objetivo pasa a ser el incentivo por la involucración en cuestiones familiares, de la casa, en recreación no 100% digital y en ocio junto a otros.

En conclusión: la rutina y los límites pueden hacer que la inactividad vacaciones sea más que favorable. Siempre que no nos extralimitemos, no impongamos ni nos obsesionemos, que nos adecuamos a la edad y necesidades de nuestros hijos y propongamos acorde a eso, no tiene por qué haber nada perjudicial en ellas.

Los chicos necesitan vacaciones igual que nosotros. Hacer de ellas una extensión de la escuela puede resultar igual de nocivo que soltar la cadena del todo y que se descalabre por completo cualquier tipo de rutina del niño o joven. Una vez más, ante todo el balance.

Heliana Moriya

Docente de música de niveles inicial, primario y secundario

Psicopedagogía