Nuestra forma de educar y las decisiones que tomamos como padres o madres van forjando el carácter de los más pequeños y su modo de estar en el mundo.
En el estilo democrático, los problemas se plantean como retos
El estilo educativo es el clima de nuestro hogar, “la música” que envuelve el día a día de una familia.
Nuestros hijos, por el mero hecho de vivir nuestras costumbres, se ven influenciados por ese ambiente. Lo que hacemos, las decisiones que tomamos, los juguetes que tienen, el hecho de tener hermanos o de vivir o no con los abuelos… todo va forjando su carácter y su modo de ser.
Los estilos más frecuentes que nos encontramos y a los que hacen referencia la mayoría de los estudios son:
1- Estilo autoritario
Basado en la exigencia a los hijos. La razón siempre la tienen el padre y la madre, que no suelen mostrarse receptivos a las necesidades de los demás.
El respeto de los hijos se adquiere más a través del miedo que del cariño. En algunos casos se emplea la fuerza para imponer ideas y eso tiene claras consecuencias: los hijos temen el enfado de sus padres, lo que puede derivar en una baja autoestima.
Son niños que tienden a la sumisión, al conformismo y a dejarse llevar por otros o, por el contrario, que se rebelan y recurren al enfrentamiento. También puede suceder que sean personas pasivas que busquen siempre sentirse queridos, con el ansia de ser aceptados por los demás.
Es importante que distingamos entre unos padres con autoridad y unos padres autoritarios. Los primeros se ganan el respeto estableciendo unos límites y siendo coherentes y consecuentes. Los segundos imponen su voluntad sin atender otros puntos de vista.
2- Estilo permisivo
Es radicalmente opuesto al anterior: está basado en la no exigencia. En este estilo, los padres y madres evitan las tensiones. No quieren que sus hijos sufran o que sientan que les falta algo.
Les ahorran dificultades y eso, a la larga, puede causarles daño, sin perder de vista que lo hacen inconscientemente, porque si se dieran cuenta no lo harían.
Este estilo educativo:
- Genera egocentrismo y dependencia, al situar al hijo como el centro de todo y de todos, cuando la vida fuera de casa no es así. Esto hace que se lleven golpes cuando se relacionan con los demás, ya que suelen tener dificultad para tolerar las frustraciones.
- Hace que a los niños les resulte complicado tener autocontrol de sus impulsos y deseos.
En resumen: la sobreprotección genera desprotección.
3– Estilo democrático
Se basa en relaciones de respeto mutuo y de cooperación. Los padres y madres son conscientes de que se pueden equivocar. Potencian que los hijos aprendan de manera autónoma y den lo mejor de sí mismos, de tal forma que los problemas se plantean como retos para la superación personal.
Así, se desarrolla en los niños la suficiente responsabilidad para que asuman las consecuencias de sus actos y aprendan a cooperar, a tomar decisiones y a respetar las reglas.
En este estilo se comparten las tareas y hay una buena comunicación. Los padres y madres se apoyan mucho en los hijos mayores, entrenándoles desde pequeños. Se les pregunta su opinión y se les encarga planes familiares para que vayan adquiriendo cierta responsabilidad.
4- Estilo indiferente
Aquel en el que los progenitores no son receptivos a las necesidades de los hijos. No hay reglas ni límites. Hay un exceso de libertad y se muestra poco el afecto. Esto genera conductas impulsivas, rebeldía y personas aisladas. Los niños que viven este estilo educativo son los que más problemas emocionales suelen tener.
No se trata de que nuestros hijos sean como nosotros, se trata de que sean como son ellos. Debemos ayudarles a mejorar y potenciar sus puntos fuertes para hacer palanca en los débiles.
No hay una educación perfecta ni recetas fijas. Hay padres y madres que se quieren mucho y, como consecuencia, quieren a sus hijos, ayudándoles a que sean personas felices y maduras y, sobre todo, a ser ellas mismas.