La obediencia en la primera infancia: qué debes saber

La obediencia es una actitud responsable de colaboración que es fundamental para las buenas relaciones

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Cuando hablamos de obediencia hacemos referencia a una actitud responsable de colaboración y participación que es fundamental para las buenas relaciones entre las personas, sobre todo en la convivencia y para que las relaciones puedan tener un carácter productivo en diferentes situaciones.

Hay niños a los que les resulta más fácil obedecer que a otros

Hablamos de obediencia cuando se acatan las normas impuestas y el comportamiento se ciñe a esas reglas conocidas. Los niños pueden aprender a ser obedientes pero requiere seguir su propio ritmo evolutivo y sobre todo, hacerlo desde el cariño y el respeto con amor.

Hay niños a los que les resulta más fácil obedecer que a otros, y cuando no lo hacen, los padres se preocupan mucho porque piensan que les desautorizan o que se están rebelando contra ellos. Esto puede generar malestar en la familia.

Hay quienes confunden obediencia con sumisión pero nada tiene que ver una cosa con la otra. Cuando hablamos de sumisión estamos refiriéndonos a una obediencia sin libertad, sin voz ni voto. En caso de la obediencia es una manera de decidir y actuar libremente, siempre y cuando se tenga en cuenta que hay que ser responsable y que cuando no se siguen unas normas pueden haber consecuencias negativas.

La obediencia

La obediencia se aprende y requiere control de la conducta, asimilar las reglas y ser consciente de lo que puede ocurrir si no tenemos control interno. El niño debe ser guiado por el adulto en todo momento para que sea consciente del cumplimiento de reglas. Algo que no tiene que hacer para agradar a otras personas si no porque hacerlo le permitirá sentir una gran satisfacción por un buen comportamiento.

A los padres les gusta que sus hijos obedezcan casi sin pensar y cuando no ocurre eso aparecen las molestias en la convivencia. La realidad es que los niños a partir de los 3 años empiezan a desafiar las reglas del hogar y esto es algo normal y además, positivo. Los niños están desarrollando su identidad y también quieren que se haga su voluntad.

Hasta los tres años a los niños les encanta que sus padres se pongan contentos con sus acciones y es por eso que resulta mucho más fácil que obedezcan. Pero, aunque a partir de los tres años también quieren que sus padres estén contentos con ellos, por otra parte también se dan cuenta de que son una persona diferente a ellos y que pueden pensar por sí mismos.

La obediencia en la primera infancia

Aunque es a partir de esta temprana edad cuando los pequeños comienzan a dejar de ser tan obedientes, la realidad es que pueden aprender a serlo. Para conseguirlo es fundamental explicar al niño por qué tiene que hacer las cosas que se le piden en casa, es decir, debe saber en todo momento qué se espera de él y por qué.

Por qué es necesario que lo haga para que lo entienda según su edad y capacidad de razonamiento y las posibles consecuencias que pueden haber si no obedece.

Por ejemplo, si vais a salir a la calle y las temperaturas son bajas deberá ponerse la chaqueta porque si no pasará frío. En el caso que no lo haga, seguramente no pase un buen rato de paseo porque no tendrá el cuerpo a una buena temperatura. En este caso, estaríamos ante consecuencias naturales de una orden a la que no ha obedecido.

El porqué de la obediencia

Si por ejemplo tiene que hacer los deberes y no los hace, al día siguiente en la escuela le pueden poner una mala nota por no haber hecho sus tareas. Además de que se quedará retrasado en el estudio de la materia y por consecuencia el examen que tenga que realizar le resultará más difícil de aprobar.

En cambio, cuando a un niño se le dice por qué tiene que hacer las cosas, el valor que tienen esas acciones, cuando las cumple se sentirá satisfecho y poco a poco será capaz de conocer e interiorizar esas reglas para ir aplicándolas diariamente en su vida.

Por supuesto, si quieres que tus hijos cumplan las normas, tendrás que ser un buen ejemplo. Es decir, no puedes hacer que tus hijos aprendan a cumplir una orden cuando tú eres el primero que no lo hace. Por ejemplo, si quieres que tus hijos se laven los dientes después de las comidas pero tú no lo haces nunca, ¡ellos no verán la importancia de esa acción y no lo harán tampoco!

Además de obediencia también deben desarrollar su pensamiento

No es buena idea que obedezcan a ciegas, sin pensar por ellos mismos y además, sin que sean ellos los que decidan realizar las acciones. Aunque tú les digas lo que deben hacer, debe salir de su interior el hacerlo. Cuando obedecen sin realmente quererlo, esa obediencia será temporal y en cuanto puedan no hacerlo, no lo harán. Porque no ha habido cambio interno.

A partir de los 3 o 4 años, los niños tienen el lenguaje más desarrollado, su mente va a mil por hora y son capaces de tener una autonomía mucho más desarrollada. Comienzan también a poner sus propios límites sociales y personales.

Aunque entiendan las normas les cuesta entender (cuanto más pequeños son) que si no las cumplen pueden haber consecuencias. Por ello, el cumplimiento de las normas debe ser algo coherente y constante, y enseñarles a los pequeños siempre desde el respeto hacia su persona, a sus pensamientos y sobre todo, con mucho amor.

Los niños querrán salirse con la suya todo el tiempo y por eso es fundamental que seas flexible y firme al mismo tiempo. Es normal que se produzcan rabietas o actitudes desafiantes… ten en cuenta que los niños pequeños son egocéntricos y solo piensan en lo inmediato. Pero incluso en los momentos más tensos, debes permitir que tus hijos sientan esas emociones, sin reprimirlas pero estando a su lado todo el tiempo, acompañándoles.

Enseñar obediencia en la primera infancia

Una vez que tenemos en cuenta todo lo anterior expuesto, es el momento de saber cómo conseguir introducir las normas correctamente para que la obediencia sea la adecuada. Aunque antes de enumerar los puntos clave, debes recordar que tienes que ser su mejor ejemplo y también, al ser flexible, tener en cuenta sus puntos de vista y si es necesario, llegar a acuerdos donde todos se sientan cómodos con las normas a realizar.

Ahora sí, estos son algunos puntos clave a tener en cuenta:

  • Introduce las normas en el hogar de manera progresiva y siempre acorde a la edad y capacidad de tus hijos.
  • No introduzcas nuevas normas sin que las anteriores se hayan adquirido correctamente.
  • Pacta las consecuencias de no cumplir las normas (obedecer) con tus hijos previamente, así sentirán que son ellos los que tienen la capacidad de decidir y que no es algo que les estás imponiendo tú sin más.
  • Ten en cuenta la etapa de desarrollo de tu hijo y respeta siempre su identidad, su pensamiento crítico (pensar por sí mismo) y su autonomía.
  • Permite que exprese siempre sus emociones y acompáñale en el proceso
  • Emplea la paciencia porque tus hijos necesitarán tu paciencia y tu calma, además de tu amor incondicional y su respeto.

Ahora, es cuestión de tiempo, coherencia, constancia, respeto y mucho amor que tus hijos aprendan las normas que deben seguir y sobre todo, que sean ellos quienes decidan llevarlas a cabo o no (a pesar de las consecuencias de no hacerlo).