No es un concepto nuevo per se, pero si es uno atravesado por la cultura digital del momento. Tiene nombre y definición, y te contamos de qué se trata.
Un fenómeno social que desconcierta
Cuando de relaciones humanas se trata, la incorporación de nuevos conceptos que se generan, por cómo esas interacciones van interactuando, valga la redundancia, a lo largo del tiempo y a través de la cultura que las atraviesa y afecta. Creo que es posible asegurar que jamás podremos decir que no hay nada nuevo a la vista en lo que a vínculos relacionales se refiere. Al fin y al cabo, se trata de personas.
En este tono, se introduce a la conversación uno de los tantos términos surgidos hace relativamente “poco”: el ghosting.
Cabe remarcar que nadie está introduciendo nada en realidad, ya que este concepto viene siendo visibilizado hace un tiempo ya y, podemos decir que existe “desde siempre” aun sin haber tenido nombre en su momento. De distintas formas o a través de diferentes medios, pero en el fondo no constituye ninguna novedad.
Lo que sí puede ser un poco más novedoso en todo caso es la manera en la que se da más habitualmente hoy en día, y el hecho de haber recibido un nombre para identificarlo.
Un poco más especifico al mundo de las salidas con propósitos amorosos, citas, apps de citas y redes sociales, el ghosting se refiere al corte abrupto y repentino de todo tipo de comunicación con una persona con la que se venía interactuando, sin explicaciones o avisos y, de esta manera, dejando al otro con sentimientos de desconcierto y posibilidades de darle cierre a ese vínculo construido.
El impacto en la era digital
Lo curioso de esto es que haya ganado reconocimiento en la era digital. O quizás no es tan curioso. La digitalización de los medios de comunicación, en particular, ha afectado las relaciones humanas a través de la provisión de canales impersonales y en donde el distanciamiento del otro puede volverse más accesible que antes incluso.
Se podría pensar que en el pasado, ghostear a alguien podía ser extremadamente fácil: al no haber medios que nos ayuden a mantenernos comunicados digitalmente, solo bastaba quizas con dejar de levantar el teléfono de línea.
Pero si bien eso puede llegar a ser cierto, la realidad es que hoy, las interacciones interpersonales parecen tener un carácter más efímero y “abandonable” para las nuevas y no tan nuevas generaciones.
Las pantallas han hecho, de alguna manera, que una relación pueda abandonarse sin siquiera haber mostrado nunca la cara.
Es decir que, no se trata de un fenómeno “nuevo” sino de uno posiblemente exacerbado por la cultura digital, y por lo tanto más visible para todos.
Un relacionamiento en todos los ámbitos
Si bien en un principio hablamos de vínculos de interés romántico, la realidad es que el ghosting puede darse también en amistades, relaciones laborales e incluso (aunque menos probablemente) entre familia.
El ghosting resulta una realidad dolorosa para la persona que se encuentra del otro lado del probador. Estás construyendo un vínculo con otro, lo estas conociendo, hay un interés que parece ser mutuo… Y de repente y sin previo aviso ni razón aparente, la otra persona “desaparece” y deja de figurar en tu vida, de toda forma concebible.
Se interrumpe la transmisión y alguien queda con el teléfono en la mano, desconcertado, confundido, angustiado, inseguro y preguntándose a si misma que es lo que hizo “mal” para causar ese repentino distanciamiento. A todo esto, el término se auto explica frente a la idea de la desaparición: “ghostear” deriva de la palabra en inglés “ghost” que significa “fantasma”.
Posibles causas
El ghosting suele deberse, aunque no siempre, a conflictos “mal” resueltos o directamente no resueltos, a falta de interés genuino en procesos de conocimiento de un otro, así como a situaciones personales que hacen que una de las personas no se sienta en capacidad de enfrentar a la otra persona para abordar dicha situación.
Como sea y por la razón que sea, el ghosting tiene un sólido impacto emocional en las personas ghosteadas.
Aunque se trate de una relación reciente o una de años, en mayor o menor medida, la desaparición repentina e inexplicable de un otro, conduce -como mínimo- a sentimientos fuertes de rechazo, abandono y confusión. Y, por supuesto, suele ocurrir que la persona afectada se replantea a sí misma sus acciones en pos de descubrir qué es lo que hizo que ese otro se fuera, usualmente buscando culpas en sí mismo.
Una vez, cabe remarcar algo: si bien podríamos decir que el ghosting es un curso de acción doloroso para con el otro con el quien se mantiene una relación, en algunos casos también puede ser necesario, por ejemplo en situaciones de abuso, acoso, o relaciones tóxicas.
Es preciso, en esos casos, realizar acciones de alejamiento para protegerse a sí mismo emocional y psicológicamente, y resulta muy entendible.
Pero, más allá de esos casos específicos, el ghosting es ante todo una falta de respeto por el otro y está asociado a comportamientos inmaduros y puede resultar muy doloroso para los demás.
Excepto en determinados casos, cuando de relaciones humanas se trata, la comunicación abierta y sincera, incluso para cerrar relaciones, es la mejor ruta que podemos tomar en pos de honrar a las personas y a los vínculos construidos.